Más allá del afán puritano por no mancharse

Para empezar me alegra que el manifiesto dé por supuesto que hay que votar. Lo fácil en una sociedad plural en que ningún partido refleja al 100 por ciento nuestras preocupaciones es abstenerse para "no mancharse", grave error de juicio en mi opinión. La abstención es legítima opción si es el fruto de una serena y responsable reflexión desde la óptica de la responsabilidad moral, pero no lo es si resulta fruto facilón del afán puritano por "no mancharse", como si se pudiese salvar la propia conciencia dejando los problemas a los demás.
Los criterios para el voto que se dan el punto cuatro del manifiesto son acertados: defensa de la vida y la familia, libertad de educación, creación de empleo, apoyo a la libertad religiosa. Me gusta que la subsidiariedad, la defensa de la libertad y creatividad social, se presenten en el manifiesto como el "clima" del resto de criterios.
Se puede recuperar el gusto por la construcción de la ciudad común si se recupera el amor a la persona, a sus instancias espontáneas de integración y socialización, el amor a la libertad, el respeto a la naturaleza de las cosas, la fe en la asequibilidad de la verdad, la esperanza. Probablemente todo esto no es posible en las actuales circunstancias culturales, sin redescubrir a Dios en las huellas de Jesucristo. Como alguien intuyó en el siglo pasado: el siglo XXI o es cristiano o no será.