Más allá de la mayoría absoluta

España · Fernando de Haro
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21 noviembre 2011
La consigna en el PP era la contención. Y a duras penas retenía Ana Mato la sonrisa de satisfacción cuando comparecía, antes de que hubiera resultados escrutados, para anunciar la victoria del PP. Lo mismo le ocurría a María Dolores de Cospedal. A Rajoy, que anoche apareció tarde, cuando hacía ya bastante tiempo que el ministro del Interior había dado por ganador al PP, la sobriedad no le costó trabajo. Podría parecer cosa del temperamento, al gallego le costaba hasta mostrarse expansivo en el balcón de Génova. Pero más bien es otra cosa.

Motivo para alegría había. Rajoy ha perdido dos elecciones frente a Zapatero y anoche veía cómo el PSOE, devorado por el zapaterismo, se desdibuja como opción de Gobierno por un período muy largo. Ha perdido más de cuatro millones y medio de votos, se ha desangrado por la izquierda con el ascenso de IU y la aparición de Equo, ha perdido electores por el centro con el aumento de UPyD y ha dejado también fieles en el camino que no quisieron ir a votar. El bipartidismo ha desaparecido en España porque el PSOE ha estallado generando meteoritos.

La extraña y solitaria reacción de Rubalcaba permite presagiar meses tormentosos en el seno de un partido que con dificultad hará oposición. Y los populares han ganado terreno, sobre todo, gracias al avance en Andalucía. Eso permite presagiar que el cambio de tendencia puede ser más profundo. Razones para permitirse una euforia no le faltaban a Rajoy. Y sin embargo, anoche, prefirió hacer más un discurso de investidura que una de esas intervenciones propias de una noche electoral. Tanto en su primera comparecencia como en el balcón de Génova Rajoy lanzó varios mensajes que tenían carga de profundidad. Insistió en su voluntad de superar el sectarismo, en conseguir que los españoles trabajemos juntos, en unidad, dando lo mejor de cada uno. Utilizó palabras que desde hace tiempo no oíamos. Habló muy claro de que los tiempos son muy difíciles y que hay mucho trabajo que hacer por delante. Y lanzó mensajes claros para Europa: vamos a dejar der ser un problema y a cumplir nuestros compromisos.

Podría pensarse que en realidad las líneas que leyó ayer estaban dirigidas sobre todo a los mercados y a la pareja Merkel-Sarkozy que es la que gobierna en el Viejo Continente. Y sin duda el mensaje de seriedad iba dirigido al exterior. Pero más bien lo que parece estar buscando es el apoyo social de una España que necesita tener esperanza. Sabe seguramente que su mayoría absoluta, aunque sea histórica, es insuficiente para sacarnos del atolladero.

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