`Manifiesto de CL, actividad terapéutica`
El pensador Gregorio Luri comenta en paginasdigital.es el manifiesto de Comunión y Liberación con motivo de las elecciones.
¿Qué valoración le merece el manifiesto ´Por una amistad social´?
Cualquier ejercicio de alejamiento de lo inmediato para ganar perspectiva me parece una actividad terapéutica. Las campañas electorales tienden a animarnos a ver la realidad de manera sesgada (lo cual es normal, porque cada ideología política considera que su sesgo es un criterio de objetividad) y parcial (para sostener lo anterior es imprescindible focalizar unos aspectos de la realidad, especialmente los que confirman nuestros prejuicios, dejando fuera del objetivo otros, habitualmente los que los refutan). Esto es obvio, pero hay veces en que descubrir lo obvio es lo más urgente.
Se asegura en el texto que ´nuestra vida pública, muy ideologizada y con una violencia dialéctica exasperante, parece haber perdido ese «nexo» con la realidad, con la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos´. ¿Le parece pertinente esta afirmación? ¿Por qué cree que ha sucedido?
La divergencia política que –con precaución– podemos calificar de “sana” es la que se da sobre un fondo de intereses comunes compartidos. Es decir, cuando la legítima pluralidad no olvida la imprescindible unidad (estoy pensando en el lema norteamericano “e pluribus unum”). Hay datos que parecen sugerir que lo que nos une está ahí (el país no va mal y en algunos aspectos va muy bien), pero que lo que nos interesa electoralmente es resaltar lo que nos separa.
También se afirma que ´nuestra experiencia nos enseña que somos capaces de colaborar por el bien común en contextos donde no todos piensan igual, como en la familia o en el trabajo´. ¿Tiene algún valor esa experiencia?
¡Claro que tiene valor! Esta experiencia es especialmente valiosa porque vive y se manifiesta en un tiempo más largo que el de las campañas electorales. Cuando se recuenten los votos y se proclamen ganadores y perdedores, continuará siendo inteligente llevarnos bien con el vecino del quinto, independientemente de lo que haya votado. El “nosotros” sociológico, que es el del sentido común, no encaja (¡gracias a Dios!) en el “nosotros” político-ideológico porque éste es más reducido que aquél.
¿Más allá de las diferencias ideológicas es posible que los españoles construyamos juntos a partir de problemas concretos?
Es posible, es necesario, luego el sentido común aconseja hacerlo. Recordemos aquello de Duns Scoto: “Potuit, decuit, ergo fecit”. En cualquier caso, en la medida en que las autopercepciones forman parte de la realidad política, el optimismo es un dato que no conviene escamotearle a la realidad.