Entrevista a Joseba Arregi

Manifiesto CL: contra el lenguaje cerrado

Entrevistas · F.H.
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12 abril 2019
El pensador Joseba Arregi comenta en paginasdigital.es el manifiesto de Comunión y Liberación con motivo de las elecciones.

El pensador Joseba Arregi comenta en paginasdigital.es el manifiesto de Comunión y Liberación con motivo de las elecciones.

¿Qué valoración le merece el manifiesto ´Por una amistad social´?

El documento me parece bueno: creo que es un verdadero servicio que la Iglesia y en concreto los creyentes de la Fraternidad ofrecen a la sociedad, en este caso la española. Sobre todo porque es un manifiesto que se rebela contra el lenguaje cerrado, ficcional, en el que se ha encerrado la política, no solo española, en nuestros días. La única forma de salir de la ficción –una ficción que surge porque cada uno de los actores se cree omnipotente y así da a las palabras que utiliza el sentido que le interesa en cada momento, sin que exista algo objetivo que lo limite, algo objetivo sobre lo que se establece la relación con quien usa la misma palabra y permite así el diálogo, imposible si cada uno es dueño de su palabra, como hoy cada uno es dueño de su cuerpo, de su vida, de su muerte, individualismo radical, negación de la relacionalidad como característica fundamental del ser humano, y demasiadas veces afirmado desde el progresismo y la izquierda– es viendo al otro, tomándolo en serio, y tomarlo en serio implica diferir de él no pocas veces en ideas pero seguir respetándolo, seguir tomándolo en serio y sentirse interpelado por sus ideas, a las que se siente obligado a responder argumentando, estableciendo así un diálogo que debate.

Se asegura en el texto que ´nuestra vida pública, muy ideologizada y con una violencia dialéctica exasperante, parece haber perdido ese «nexo» con la realidad, con la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos´. ¿Le parece pertinente esta afirmación? ¿Por qué cree que ha sucedido?

Pérdida del nexo con la realidad: no solo la política lo ha perdido, sino que la propia realidad social se ha convertido en ficción porque lo que no llega a ser parte del espectáculo no existe –la prueba más macabra, y para mí pornográfica, de ello es el último caso de eutanasia como ayuda al suicidio–. En la realidad de ficción en la que vivimos cada uno se crea su propia realidad, que no es más que el escenario en el que pone de manifiesto su omnipotencia. Y sin esa realidad-escenario, construye otra realidad-escenario. Así es imposible que surja nada común. La salida es descubrir al otro. Como dijo Derrida, alumno de Emmanuel Levinas, en su funeral, “de qué sirve la tierra por muy santa que sea ante la herida al hermano”. De esa pregunta surge la realidad, a través del otro, sobre todo del otro que sufre. El mismo Levinas recuerda en una de sus Lecturas Talmúdicas el dicho de un rabino según el cual “los derechos humanos son siempre los derechos humanos del otro”. Creo que éste es el camino que deben seguir los cristianos para mostrar a la sociedad en la que viven que otra manera de ver la realidad y de vivirla –viendo a los otros, viviendo con ellos, respondiendo de ellos– y así poner un espejo en el que también la política y los políticos se pueden mirar.

También se afirma que ´nuestra experiencia nos enseña que somos capaces de colaborar por el bien común en contextos donde no todos piensan igual, como en la familia o en el trabajo´. ¿Tiene algún valor esa experiencia?

Gracias a esa experiencia las sociedades concretas no han sido engullidas definitivamente por ningún agujero negro. De la gran novela de Vasily Grossman Life and Fate-Vida y Destino se deriva que son los gestos de amabilidad de unos con otros los que al final salvan a la humanidad, y no las grandes ideologías.

Más allá de las diferencias ideológicas, ¿es posible que los españoles construyamos juntos a partir de problemas concretos?

Dicho todo lo anterior, el juego político que consiste en el disenso, en el debate porque existen distintas ideas y propuestas, no conduce necesariamente a la desintegración de las sociedades democráticas porque existe un acuerdo básico que se respeta, un acuerdo básico que estable la gramática que rige en el diálogo democrático. Dentro del acuerdo el disenso enriquece sin poner en peligro lo común que es el acuerdo básico. Algunos elementos que impulsan la desintegración social: agredir el acuerdo básico –de eso sabemos mucho en España–; la búsqueda de un poder ilimitado para el que el acuerdo básico es una limitación imposible; desbaratar la idea de que todos pertenecemos a la misma comunidad tanto política como socioeconómica, cuyas costuras, las políticas y las socioeconómicas, no se pueden extender hasta romperlas.

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