Mal Zapatero, mal Rajoy

Rajoy ha estado, como le gusta, decir a él mismo, "previsible". Ha criticado con dureza la poca credibilidad de un Gobierno que improvisa. Ha sorteado "con habilidad" la oferta de pacto que le había hecho el Ejecutivo. La ha aceptado formalmente pero ha introducido una condición de imposible cumplimiento: para pactar, Zapatero debe renunciar a subir los impuestos. Rajoy ha seguido así el consejo de los que le recomendaban no caer en un pacto-trampa, evitando dar la imagen de que se niega a negociar. Pero al líder del PP, como siempre, le ha faltado la capacidad de entusiasmar con una alternativa. Rajoy sigue jugando sólo al desgaste y eso no es suficiente. Más allá de la agenda del Gobierno y de la oposición, la sociedad española necesita un Pacto por el Empleo porque más de cuatro millones de parados requieren soluciones transversales. El "cuanto peor, mejor" no es justo para un país que se queda a la cola.
Ha sorprendido CiU por la dureza de sus críticas. Su propuesta de reducción del impuesto de sociedades para PYMES es interesante. Y ha sorprendido, por su cambio, el PNV. Como no va a perder la Diputación de Álava, se acerca a Zapatero. El presidente del Gobierno va a estar algo menos solo en el Congreso durante el otoño que en la primavera. Pero ERC e IU han dejado claro que su apoyo a los presupuestos lo van a vender caro. Es lo que realmente importa: el apoyo, posible de nacionalistas vascos, y de los republicanos. Por eso Zapatero no ha concretado nada.