¿Los ultracatólicos han dejado atrás a los católicos?

Mundo · Jean-Marie Guénois, periodista de Le Figaro
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20 diciembre 2011
Francia puede estar haciéndose "cristianofóbica". Un acreditado representante del Instituto Civitas lo ha dicho fuerte y claro. Esta nación, motivo de orgullo del cristianismo y de la Ilustración, tiene miedo del cristianismo. Lo teme y lo combate...

Existen pruebas formales. Desde hace seis meses, lo demuestran tres obras artísticas:

Pisschrist, una foto de un crucifijo en un bocal de orina del autor estadounidense Andrés Serrano expuesto durante tres semanas en Aviñón.

– Una obra de teatro Sobre el concepto del rostro del Hijo de Dios del italiano Roberto Castelucci (representada diez noches en Rennes y trece noches en París).

Golgota Picnic del argentino Rodrigo García (con diez representaciones en París y cinco en Toulouse).

Pero en estos tres casos, ha sido la reacción de los opositores que claman la "blasfemia" lo que ha hecho noticia. De hecho, en Aviñón, el fotógrafo posando ante su obra no parecía en absoluto contrariado ante los martillazos que han hecho que su exposición saliera del anonimato.

Lo mismo en el caso de las dos obras teatrales, los "integristas" les han hecho un regalo. El colmo fue alcanzado hace una semana en París por Golgota picnic, que se ha convertido en una especie de símbolo nacional del calvario de la persecución padecida por los católicos franceses. ¿Qué tendrían que decir al respecto los cristianos iraquíes?

Así pues, los tiempos cambian deprisa. Hace exactamente doce meses -pero parece mucho más ante la nueva era cristianofóbica- la película De dioses y hombres arrasaba: 3.204.170 espectadores en taquilla sin contar la difusión en DVD. Los comentarios de la época -totalmente opuestos a los de hoy- se preguntaban cómo se podía explicar ese resurgir y ese renovado interés por el cristianismo. Eran los últimos días del 2010, y desde entonces el viento ha cambiado…

¿Son más de tres millones de espectadores una cantidad insignificante respecto a algunas centenas de personas que han pagado verdaderamente el billete para ver estas obras escandalosas? ¡Es cierto que tres millones, incluso cuatro millones si se consideran los DVD, no son verdaderamente nada frente a las decenas de millones que al final han oído hablar de obras gracias a la publicidad asegurada por… Civitas! 

¿Pero cómo este instituto, que se opone a estas representaciones ha podido cometer un error de este tipo?  ¿Civitas -y hablo de sus responsables, no de la buena fe, digna de respeto, de las personas que les siguen- podría tener otras intenciones organizando este alboroto?

En su página web, el instituto se define como un "movimiento político" que reúne a "laicos católicos comprometidos en la instauración de la Monarquía social de Cristo en las naciones y los pueblos en general, en Francia y entre los franceses en particular". Añade: "el instituto Civitas es una obra de reconquista política y social cuyo objetivo es recristianizar Francia". No se hace ninguna referencia a los vínculos con la corriente más dura de la Fraternidad de San Pío X opuesta al acuerdo con Roma, explícitamente presentes en la manifestación, ni a los decepcionados por Marine Le Pen que no aceptan la defensa de la laicidad.

Dos singularidades por lo tanto en este asunto:

– La primera, hacer creer que el peligro de la cristianofobia amenaza Francia mientras hay señales (por ejemplo el éxito de De dioses y hombres) que demuestran ampliamente lo contrario. Y por eso, está muy claro que esta maniobra tenía dos objetivos: hacer hablar de sí y preparar el terreno con el lema difundido durante las manifestaciones  "Francia es cristiana y tiene que seguir siéndolo" para otro combate de fondo, la islamofobia, el miedo al islam.

– La segunda: los manifestantes de Civitas han querido aparecer como "católicos" neutros, fuera de ninguna corriente en particular, rechazando el apelativo de "integristas". Y casi lo consiguen a pesar de la precisión de sus discursos antirromanos y contra el Papa. La prensa por otra parte terminó llamándoles "ultracatólicos" pero las primeras noticias hablaban efectivamente de "católicos".

Le Figaro

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