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Los rescates de bancos que nos hacen pobres

Editorial · PaginasDigital
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30 septiembre 2012
40.000 millones de euros. Es la cifra queel Gobierno de Rajoy cree que tiene que pedir a la Unión Europea para rescatara la banca del país. Después de una exhaustiva auditoría realizada por la firmaOliver Wyman, las necesidades de financiación de las entidades financierasespañolas se han fijado en casi 54.000 millones de euros. Es el turno de España,como en su momento fue el del Reino Unido con las ayudas al Northern Rock, elLloyds o el Bank of Scotland. O el de Alemania con el Hypo Real Estate. Lasburbujas que empezaron a estallar en 2007, y que han dado lugar a la crisis quetodavía sufrimos, tienen buena parte de su origen en sistemas financieros quese han distanciado brutalmente de la economía real. Los rescates, bailout enterminología anglosajona, están siendo billonarios y condicionarán durantemucho tiempo nuestro presente y nuestro futuro.

Acaba de aparecer un libro (Bull by thehorns: Fighting to Save Main Street From Wall Street and Wall Street FromItself, Bair) en el que su autora, Shela Bai, relata el momento en el queel Tesoro de los Estados Unidos toma la decisión de intervenir en el sistemafinanciero para evitar un colapso. Se cuenta el momento en el que lunes 13 deoctubre de 2008, el secretario del Tesoro Paulson, reunido con los grandesbanqueros estadounidenses, les anuncia una inyección de capital de 125.000millones de dólares. Entre los beneficiarios estaban Citigroup, Wells Fargo y JP Morgan Chase, Bank of America así como losbancos de inversión.

Dinero del contribuyentepara resolver la crisis de liquidez causada por las hipotecas subprimes,la especulación con derivados. La supresión de las barreras entra la bancacomercial y la banca de inversión, la falta de una actuación adecuada de losórganos de supervisión y, sobre todo, la codicia desmedida de una industriafinanciera sin base alguna en la realidad había provocado el mayor fraude de lahistoria. A estas alturas ya se ha hecho evidente que el discurso naifde los indignados en contra de la intervención de la banca o la posición algoácrata de los que postulaban las quiebras son insostenibles. En efecto, cadauna de esas entidades era "too big to fall" (demasiado grande paracaer).

Las intervenciones enEstados Unidos, de hecho, han seguido siendo necesarias para mantener a floteun gigante como el Bank of America. No hacerlo hubiera tenido efectosmás negativos que la no intervención. Ahora otra cosa es olvidarse de loocurrido. El que se haya precisado en los últimos días el rescate a la bancaespañola reabre muchas preguntas sobre el origen de los desmanes, sobre lasresponsabilidades y sobre las alternativas. En España, a diferencia de lo quesucedió en Estados Unidos, la burbuja no se genera por la industria financiera,que en este caso se mueve en un mercado muy estrecho y no utiliza productosexcesivamente complejos. La banca comercial, como en el resto de Europa, estáseparada de la banca de inversión. Y el controlador del sistema financiero tuvoinstrumentos para saber dónde están los agujeros. Aunque no actuó por razonespolíticas. Si repasamos los datos de la empresa Oliver Wyman se hace evidentecuál es el origen del problema. Las necesidades de financiación se concentranfundamentalmente en dos cajas de ahorro. La antigua Caja Madrid necesita más de25.000 millones de euros. Eso significa que la burbuja la alimentaronfundamentalmente las entidades controladas por los principales partidospolíticos y los sindicatos, que no hicieron una gestión seria. La partitocraciay los sindicatos burocratizados controlaron los mecanismos del poder financieroque está ahora en dificultades y taparon los créditos fallidos que habíanconcedido a los promotores inmobiliarios hasta que el agujero se hizo demasiadogrande. 

España no puede iniciaren este momento una investigación parlamentaria como la que se llevó a cabo enEstados Unidos, investigación que reveló la podredumbre del mercado puramenteespeculativo. Su imagen exterior sufriría mucho. Pero no puede dejar, cuandosea posible, de señalar qué comportamientos y qué modelo económico hanprovocado que sea necesario el rescate. El bailout eleva la deuda pública al 90 porciento, lo que supone una hipoteca para las próximas generaciones. La partitocraciay el sindicalismo convertido en aparato nos han hecho más pobres. El ejercicioque ha hecho España es un ejercicio que tendría que hacer toda Europa. Losllamados test de stress de 2011 fueron insuficientes. No es justo queAlemania siga negándose a dar pasos hacia la Unión Bancaria por temor a que unainspección común descubra que las cajas de sus lander no están saneadas.

Y lo que ciertamente esmás necesario es una nueva cultura que huya como del diablo de la economíaespeculativa calentada bien por la codicia de los mercados o por los interesesde políticos que no se ocupan del bien común. 

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