´Los partidos mezclan actitudes dirigidas a pactos con tomas de posición ante unas posibles nuevas elecciones´
Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona es un político y abogado español. Fue ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo, ambos de UCD. Actualmente es magistrado del Tribunal Constitucional de Andorra.
En una entrevista a este periódico Silvia Carrasco decía que estamos en una situación de emergencia democrática. ¿Cómo valora el momento político que estamos viviendo?
Emergencia puede ser ahora una expresión demasiado fuerte. La aplicamos a los casos de fuego, inundación, terremoto, hundimiento, atentado, etc. Me basta con decir que estamos en una situación insólita, confusa y de bloqueo. Insólita porque hasta ahora siempre hubo en las elecciones un ganador claro, que podía lograr con relativa facilidad una investidura. Confusa porque los partidos mezclan hoy actitudes dirigidas a pactos con tomas de posición ante unas posibles nuevas elecciones. Bloqueada porque los líderes de los partidos con sus vetos recíprocos y entrecruzados se cierran ellos solos las puertas de salida.
En el editorial de Páginas de esta semana se afirma que ´tanto si hay nuevas elecciones como si de forma imprevista se evitan, lo verdaderamente convincente es que esta sea ocasión para aprender´. ¿Qué se puede aprender?
¡Gran cosa es el método de ensayo y error! Claro que tenemos que aprender todos. Y el aprendizaje nos debería llevar a no echar la culpa al electorado. Los electores ya han hablado. Sería bastante absurdo actuar como si el resultado del 20-D hubiera sido un disparate. Y algo de eso supondría repetir las elecciones. Hay que aprender a interpretar los deseos expresados por el electorado en su conjunto y a buscar una fórmula política que responda bien al sentir general de quienes votaron, con sus matices, mayoría, minorías, conservación, innovación, etc. Esa es la esencia. Los personalismos están fuera de lugar ante la voluntad de los electores.
¿Cuáles son los límites de la democracia española?
Nuestra democracia, más que límites, tiene reglas de juego, que deben ser respetadas. Esas reglas están en la Constitución, que nació con aplicación de este tratamiento: libertad, diálogo, respeto y cesiones recíprocas. Por esta senda hay que proseguir.
En el mismo editorial se afirma que es necesario un cambio en el sistema democrático, pero que ´el cambio sólo se puede promover con el otro´. ¿Qué opinión le merece esta afirmación?
Estoy de acuerdo con ella. Y el cambio debe empezar por nosotros mismos. Hay que evitar la inflexibilidad, la prepotencia y demonizar al “otro” y concebirle como un apestado. El sistema democrático vigente puede y debe actualizarse. Debe añadir las sensibilidades de las nuevas generaciones. Eso se aplica también a la Constitución de 1978. Pero las modificaciones deben ser respetuosas con el procedimiento de reforma y alcanzar amplio consenso.