Los muros no son la solución

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26 enero 2017
El presidente del Comité Episcopal de Migración en Estados Unidos ha criticado la decisión del ejecutivo de Donald Trump de construir un muro en la frontera entre EE.UU y México, afirmando que esa medida “pone la vida de los inmigrantes innecesariamente en peligro”.

El presidente del Comité Episcopal de Migración en Estados Unidos ha criticado la decisión del ejecutivo de Donald Trump de construir un muro en la frontera entre EE.UU y México, afirmando que esa medida “pone la vida de los inmigrantes innecesariamente en peligro”.

Joe S. Vasquez, obispo de Austin, Texas, que está al frente de dicho comité, también ha criticado la decisión de Trump de aumentar las detenciones y deportaciones, lo que “separará a las familias y desatará el pánico entre las comunidades”.

Trump aprobó ambas medidas el pasado miércoles durante una visita al Departamento de Seguridad Nacional. Antes, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, afirmó que el muro, piedra angular de la campaña electoral de Trump, “frenará el flujo de drogas, crimen e inmigración ilegal” a lo largo de la frontera sur, lo que afirmó que encabeza la lista de prioridades de Trump en seguridad nacional.

Horas después, el obispo Vasquez emitió un comunicado diciendo que la construcción de ese muro “hará a los inmigrantes, especialmente a los más vulnerables, mujeres y niños, aún más susceptibles de caer en manos de traficantes y contrabandistas. Además, la construcción del muro desestabilizará a las comunidades que viven pacíficamente interconectadas a lo largo de la frontera. En este momento, en vez de construir muros, mis hermanos obispos y yo optamos por seguir el ejemplo del papa Francisco, intentaremos construir puentes entre las personas, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación”.

Durante su visita a México en febrero de 2016, el Papa Francisco viajó a la frontera en Ciudad Juárez para interesarse por la situación de los inmigrantes. Dijo que los que se niegan a ofrecerles un pasaje y un lugar seguros deshonran y destruyen sus propios corazones endurecidos y “pierden la sensibilidad ante el dolor”.

Monseñor Vasquez ha afirmado que los obispos respetan el derecho del gobierno a controlar sus fronteras y garantizar la seguridad de todos los americanos, pero “no creemos que un aumento a gran escala de las detenciones de inmigrantes y una intensificación en el uso de la fuerza en las comunidades inmigrantes sea la manera de alcanzar sus objetivos. En lugar de eso, nos mantendremos firmes en nuestro compromiso con una reforma integral, compasiva y de sentido común”.

Ha asegurado que las nuevas políticas “harán mucho más difícil el acceso de los más vulnerables a los sistemas de protección en nuestro país. Todos los días, mis hermanos obispos y yo somos testigos en nuestro ministerio pastoral de los efectos nocivos de la detención de inmigrantes. Vemos el dolor de las familias y sus graves dificultades para mantener la apariencia de una vida familias normal. Nos encontramos en nuestras escuelas y en nuestras iglesias con niños traumatizados y las medidas anunciadas ahora solo contribuirán a hundir aún más a las familias inmigrantes”.

“Seguiremos apoyando y solidarizándonos con las familias inmigrantes. Recordamos a nuestras comunidades y a nuestro país que estas familias tienen un valor intrínseco como hijos de Dios. Y a todos los afectados por esta decisión les decimos que estamos aquí para caminar con vosotros y acompañaros en este viaje”, dijo monseñor Vasquez.

En el informe de la Casa Blanca correspondiente al miércoles 25 de enero, Spicer reiteró que México terminará y pagará la construcción del muro, y que Trump trabajará con el Congreso para encontrar el dinero necesario para sufragar la construcción, señalando que “hay muchos mecanismos financieros que se pueden utilizar”. Respecto a la segunda medida de Trump, el secretario de Seguridad Nacional, John F. Kelly, también ha comentado que buscarán la manera de cortar los flujos financieros federales a las ciudades que sirven de puntos de llegada a inmigrantes ilegales. Spicer ha calificado estos lugares como “ciudades santuario” que suponen un problema para los que pagan impuestos. “Hay gente americana trabajando por ahí” y sus impuestos van a parar a lugares donde no se cumple la ley, ha comentado. Estas medidas aprobadas no abordan la cuestión de los programas dedicados a los menores ni la inmigración procedente de Oriente Medio, dos temas que según Spicer se afrontarán más adelante.

En 2006, el presidente George W. Bush firmó el Secure Fence Act, que autorizó varias millas de muro a lo largo de las dos mil millas fronterizas entre EE.UU y México. Associated Press informó de que la legislación sobre la construcción de unas 700 millas con varios tipos de barrera trataba de bloquear el paso de vehículos y peatones sobre todo en Texas, Nuevo México, Arizona y California. Se creía que aquello se completaría cuando el presidente Barack Obama tomara el poder en 2009. AP informaba entonces de que un tratado firmado en 1970 con México exigía que esas estructuras a lo largo de la frontera no pudieran interrumpir el flujo de los ríos que definen la frontera natural en Texas y en 24 millas de Arizona.

Los obispos de Arizona, que tiene 389 millas de frontera con México, también han reiterado su llamamiento a una reforma integral y comprensiva del problema de la inmigración, afirmando que “nuestros corazones y oraciones están con las familias de refugiados que tienen que hacer frente a una violencia terrible, que han perdido sus hogares y que ahora necesitan un nuevo lugar para vivir”. “Centrarse en la construcción de un nuevo muro nos aleja de comprender estas importantes consideraciones que tienen un grave impacto en las familias, y pierde así su utilidad. El Papa Francisco nos ha invitado a construir puentes, no muros, entre las personas”, afirman los cuatro prelados de esta diócesis en un comunicado.

En un blog, el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston ha reiterado las consideraciones del comité de migración respecto al muro y al incremento de las deportaciones y detenciones. “La archidiócesis de Galveston-Houston se compromete con una política migratoria que proteja los derechos humanos, la dignidad y la patria al mismo tiempo”, añade.

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