Los dioses inútiles, de Alver Metalli

Cultura · Gloria Candioti
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19 octubre 2010
Desde la primera escena, la batalla de Grijalva contra Quahcóatl, Alver Metalli nos hace participar en la gesta de Cortés: desde Cuba hasta Tenochtitlán, la ciudad del lago cuna del imperio de Moctezuma, en medio de avances, luchas, alianzas, traiciones y de la mano de un narrador que vive su propio drama de padre que ha perdido al hijo, el lector de Los dioses inútiles participa de la aventura de estos españoles que, comandados por Hernán Cortés, llegaron al nuevo mundo.

Los dioses inútiles es una novela que no cae en la trampa de la leyenda negra ni en una visión idealista de la conquista de América. Los personajes que protagonizan este relato son soldados pero ante todo hombres que, movidos por distintos objetivos, se lanzan a la aventura de conocer, de desvelar los secretos de una nueva tierra.

"Pero si la mayoría no eran hombres intachables, eran sí gente de valor… el coraje los hacía aptos para aquella expedición. Los soldados no queríamos tierras y no íbamos en busca de noticias, sino de oro por encima de todo; y de piedras preciosas y de perlas y de cualquier otra cosa que nos permitiera vivir como señores por el resto de nuestros días. …Queríamos ser ricos, ¡quién puede culparnos! Pero tampoco deseábamos contrariar a sus majestades, el rey Fernando y la reina Isabel, que habían dispuesto que los indios de las islas del Nuevo Mundo vivieran libres y no fueran oprimidos sino instruidos en la santa fe y gobernados con justicia" (pag. 46).

La novela describe la expedición comandada por Cortés entre los años 1519 y 1521 que culmina con el sitio de Tenochtitlán y la rendición de los aztecas. Cortés guía esta expedición con el deseo de conocer "el secreto de esos lugares, las riquezas que esconden, cómo viven esos hombres, qué piensan, si pueden convertirse en cristianos y buenos súbditos…".

A medida que avanza la narración, se perfila el personaje de Hernán Cortés como un comandante valiente y audaz, como un estratega sagaz, como un capitán cruel algunas veces y piadoso otras. Un hombre que no cederá ante nada por cumplir su tarea inicial, a la que se le sumará la conquista de Tenochtitlán, sede de Moctezuma, emperador de los aztecas, quien construyó su imperio sojuzgando a otras tribus para esclavizarlos y ofrecerlos como sacrificios humanos a los ídolos. Cortés entiende esta nueva tarea como una forma de servir a Dios, cumplir los deseos de los Reyes de España y procurar la libertad de pueblos sometidos.

Mientras los acontecimientos se suceden, el lector también conoce los puntos de vista que los protagonistas tenían acerca del tratamiento de los indios en el nuevo mundo. Distintos matices para un mismo ideal.

A Cortés y a todos sus compañeros les espanta el rito de sacrificio humano y la esclavitud que Moctezuma y los aztecas ejercían sobre los otros pueblos. No podrá haber amistad entre ellos, sostiene el capitán, mientras no abandonen esa práctica aberrante. Instruirlos en la fe era necesario.

Fray Olmedo afirma "que no era justo hacerlos cristianos por la fuerza, sino por medio de la doctrina y la enseñanza de la verdad". Cortés indica la urgencia de que lleguen muchos frailes para rescatar esas almas.

Otros personajes muestran otra idea: la de vivir con ellos, hacerse uno de ellos, por ejemplo Gonzalo Guerrero o Santiago, hijo del narrador. El primero se ha "convertido en indio", ha tenido que hacerlo para sobrevivir pero finalmente adopta esa nueva vida. Santiago, en cambio, desapareció en la primera batalla y no se encontró el cuerpo. A lo largo de la novela, el padre, con su recuerdo, irá tejiendo un retrato de este muchacho, deslumbrado por Cortés pero también fascinado por los frailes predicadores de La Española. Finalmente, a través de un diario que llega a manos del padre, nos enteramos de "que vive con los indios una existencia ordenada y pacífica…" , le pide renunciar a esta empresa antes de que sea demasiado tarde porque no es lícito para los cristianos someter a gente indefensa". "La concordia entre unos y otros, y creo que a eso se podrá llegar en menor tiempo y mayor facilidad con la palabra y no con la espada".

En definitiva, una novela que atrapa desde el comienzo, que tiene la habilidad de involucrar al lector no sólo en las aventuras de los españoles en las nuevas tierras, sino también en una comprensión más acabada de lo que movió a estos hombres, que se embarcaron siguiendo a Cortés en la empresa de la conquista de un nuevo mundo.

Los dioses inútiles tiene el valor de un documento histórico porque brinda una mirada realista sobre la conquista y los comienzos de la evangelización de América sin temor de mostrar a esos hombres movidos por grandes ideales, por motivaciones mezquinas, capaces de sufrir, de pecar, de redimirse y de buscar la verdad provocados por una realidad nueva.

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