Los cambios importantes son lentos

La utilización de los presuntos casos de corrupción en Valencia y en Madrid no ha servido para provocar desafecciones entre los votantes populares. La estigmatización sistemática de Jaime Mayor Oreja como un "candidato que da vergüenza" no ha servido tampoco para que los socialistas consiguieran voto útil de la izquierda y no ha provocado deserciones en las filas del PP. Catorce meses después de que Zapatero consiguiera revalidar su victoria en las urnas y fuera "convalidado" su liderazgo en unas elecciones celebradas en circunstancias no excepcionales, pierde por casi cuatro puntos. Los socialistas retroceden en Cataluña y en Andalucía, sus feudos tradicionales.
Hay una mentalidad dominada por la urgencia que piensa que Zapatero es una gran anomalía en nuestro país y que los cambios se van a producir de la noche a la mañana. Los que han alimentado esa mentalidad soñaban con un gran vuelco en 2008 y pensaban que era posible un batacazo el 7-J. Los resultados de las generales del año pasado ya fueron una invitación al realismo. Los menos jóvenes tienen memoria del largo trayecto que se recorrió para desplazar a Felipe González del poder y el suyo era un Gobierno que no había solucionado el problema de la crisis, que robaba y que había creado los GAL. Zapatero no es una anomalía, tiene un amplio apoyo.
Los cambios son lentos. Lo decisivo es que hayan empezado y que hayan empezado con Jaime Mayor Oreja. Ha sido un cabeza de lista que ha marcado un rumbo claro para que el PP pueda hacer oposición a la revolución cultural de Zapatero. Mayor ha sido rotundo en la defensa de la vida, de la libertad de educación, de la unidad de los españoles. Y sus compañeros de partido han visto que con esos mensajes se ganan elecciones. Los cambios, si son importantes, son lentos.
No se puede esperar de la política más de lo que puede dar. La política siempre es subsidiaria de un cambio social y cultural que es fruto de una construcción realizada desde abajo, a través del encuentro persona a persona, del desarrollo de obras y del testimonio de una forma de vida más humana que la que ofrece el radicalismo. Ésta es la tarea. La victoria de Jaime Mayor Oreja, un político que valora y favorece esa forma de hacer sociedad, la facilita.