Entrevista a Federico Ponzoni, profesor de la Universidad Católica de Chile

´Lo que pide Chile es un nuevo pacto de convivencia´

Mundo · Lola Martínez
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27 noviembre 2019
Las protestas sacuden desde hace días “el oasis chileno”. El profesor Ponzoni, de la Universidad Católica, ofrece las claves de lo que está sucediendo, relativizando la importancia de la desigualdad.

Las protestas sacuden desde hace días “el oasis chileno”. El profesor Ponzoni, de la Universidad Católica, ofrece las claves de lo que está sucediendo, relativizando la importancia de la desigualdad.

¿Cuál es la causa de las protestas que se están produciendo en Chile?

Desde mi perspectiva no hay una sola causa sino varias. La desigualdad que ha bajado, pero no suficientemente. La configuración de la globalización en este momento está creando incertidumbre, miedo y rabia en todo el mundo. Porque divide entre quien es parte de su círculo y quien es excluido de ella. La cultura del abuso difundida a todo nivel en la sociedad chilena. El escándalo de la Iglesia católica, en realidad, es espejo de una sociedad profundamente abusiva, en el interior de la familia, en las relaciones de trabajo incluso en la manera en la que se conduce en el tráfico. El ´desmoronamiento de antiguas certezas´ que actúa a todo nivel. No hay certeza de que lo que se dice en los medios sea verdad. No hay certeza de que mi trabajo sirva a un propósito más grande. No hay certeza de que las mismas palabras tengan significado y por lo tanto la forma de hacerse escuchar es la violencia. Un sistema educativo que no educa en la democracia, en el cual las humanidades están relegadas en un rincón del currículum y donde no se enseña ni educación cívica ni habilidades de pensamiento crítico, reflexivo y dialógico.

El 18-O además no se explica sin una falla profunda de los órganos de inteligencia estatal. Las anteriores cuatro causas hacen de Chile un pasto seco muy apto para quemar, pero existe un cierto consenso en que la chispa desde la que estalló el incendio hubiese podido y debido ser prevenida con una obra paciente y seria de los servicios de seguridad nacional.

¿Es un problema económico o de expectativas democráticas?

Ni lo uno ni lo otro. Es un problema de una crisis profunda del pacto social que ha regido el país por los treinta años de vuelta a la democracia. Mucho de lo que se pide en la calle tiene que ver con un ajuste al sistema económico: mejores pensiones, mejor sistema de salud, mejor acceso a la educación, etc. Pero junto a esos pedidos se añade el del fin de los abusos y el de una nueva constitución. Me parece poder afirmar que lo que Chile pide es un nuevo pacto de convivencia social sobre bases más igualitarias. Desde otra perspectiva, pero es un problema de sentido. Muchos de los jóvenes que protestan sienten que el gesto de rebeldía, la expresión de la rabia, la pertenencia a algo más grande que dé finalmente sentido a una vida que de otra forma no lo tendría. Uno de los eslóganes más terribles que se ha escuchado ha sido ´Luchar hasta que tenga sentido vivir´.

¿Qué importancia tiene la desigualdad?

Voy a atreverme a afirmar que tiene una importancia relativa. Me parece que, como hemos dicho antes, la desigualdad es sólo una de las causas del 18-O. El malestar que se expresa en las marchas no va sólo dirigido a obtener mayores beneficios sociales, es un grito desordenado y desestructurado que pide una vida llena de sentido. De hecho, con una nueva constitución no se va a obtener más igualdad.

¿Por qué la promesa de una nueva Constitución no ha detenido las protestas? ¿Qué cambio en la Constitución es necesario?

La actual constitución de Chile fue promulgada en 1980 por el gobierno militar de Pinochet y fue impuesta. Es, por lo tanto, una constitución que tiene un déficit importante de legitimidad democrática. De por sí hasta el momento ha sido un buen marco legal que ha permitido treinta años de convivencia democrática pacífica que ha generado mucho desarrollo económico. Algunos aspectos técnicos de la constitución son criticados, por ejemplo el hiperpresidencialismo y una formulación muy rígida del principio de subsidiariedad que impide al Estado tomar medidas más enérgicas a nivel social.

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