Lo primero en las primarias

España · Fernando Vidal
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12 julio 2018
Lo primero de las primarias del PP es su aportación a la cultura política española. En los tiempos que se avecinan, las cuestiones de identidad y sentido van a cobrar cada vez mayor fuerza. Por eso nuestras democracias deben cultivar el interior colectivo, aquello formado por los valores, creencias y formas de sentir de un pueblo. Las primarias de los partidos permiten aumentar la capacidad reflexiva de una sociedad, siempre que realmente se abra un debate profundo sobre ideas y proyectos.

Lo primero de las primarias del PP es su aportación a la cultura política española. En los tiempos que se avecinan, las cuestiones de identidad y sentido van a cobrar cada vez mayor fuerza. Por eso nuestras democracias deben cultivar el interior colectivo, aquello formado por los valores, creencias y formas de sentir de un pueblo. Las primarias de los partidos permiten aumentar la capacidad reflexiva de una sociedad, siempre que realmente se abra un debate profundo sobre ideas y proyectos.

Se pueden hacer unas primarias de primera o primarias de segunda. Son “de segunda” cuando no hay debate real ni público, cuando no se invita a elegir entre distintos programas y modelos. Las primarias son “de primera” cuando hay transparencia y maduramos para que la diversidad ideológica y de estilos dentro de un partido puedan convivir y crear juntos un gran proyecto. En un país tan tendente a la polarización como España, eso nos llevaría a otro escenario de diálogos y cooperación entre personas y grupos de distintas ideologías y creencias.

Cuando las primarias no son “de primera”, el poder y los clientelismos siguen dominando el escenario político. Lo que se calla nos envenena. El principio de transparencia es sano, hace que el poder tenga menos papel y ganen mayor protagonismo la deliberación y el valor de las ideas. Las primarias de primera mejoran la calidad democrática.

Hay miedo a que las primarias a corazón abierto generen divisiones, expongan las vulnerabilidades de la organización, generen heridas entre corrientes del partido, extiendan la confusión. La opción contraria es seguir en las dinámicas del Juego de Tronos o House of Cards. No podemos seguir con un concepto infantil de la ciudadanía, ni sospechar todo el tiempo de su capacidad de discernimiento.

La deliberación pública es un asunto de costumbres. Las primeras experiencias de primarias en un país siempre generan aspectos negativos, pero cuando la gente se acostumbra a que en un mismo partido conviven diferentes sensibilidades, la diversidad de proyectos deja de ser novedad y se convierte en interés. La única opción es profundizar en la cultura de primarias. No hay que tener miedo a la transparencia. Por eso es importante que el PP implemente un buen modelo.

El PP tiene que elegir entre dos líderes de alto perfil –Soraya y Casado– pero lo primero en las primarias del PP es hacerlas bien, que sean un principio activo que incorpore a todo el centro derecha a la Democracia de Discernimiento. Pocos procesos pueden contribuir a ello con tanta fuerza como unas primarias sanas y transparentes, unas Primarias de Primera.

Lo segundo en las primarias: Soraya o Pablo

El pentágono democrático en el que parece que nos hemos instalado ha cambiado el mapa de la cultura política española: PP, Ciudadanos, partidos nacionalistas, PSOE y Podemos forman un pentágono en el que el PP debe recolocarse estratégicamente. Las razones de la pérdida de votos del PP son las que nos ayudan a ver las diferencias entre Soraya y Casado.

El ascenso de Ciudadanos –y, por tanto, la división del centro derecha– pivota sobre seis pilares:

Primero, una reacción a la estructura de corrupción que se instaló en los principales dominios del Partido Popular y frente a los que no reaccionó hasta que la Justicia acorraló al partido. Ser reactivos y no proactivos en casos de corrupción siempre aumenta los daños en el partido. El PP y todo partido debía contar con un servicio de asuntos internos que fuera preventivo y proactivo en la eliminación de todos estos casos. Por el bien de la ciudadanía, hay que aplicar el siguiente principio en política: elige a los mejores y vigílalos como a los peores.

– Al respecto, Casado y Soraya han permanecido al margen de la corrupción del partido. Aunque Casado está pendiente del proceso judicial alrededor de su máster, su ejercicio como cargo orgánico en el partido se ha caracterizado por dar la espalda a los corruptos y estigmatizarlos. Soraya estaba fuera del aparato del partido y en el seno del gobierno no ha amparado casos de corrupción. Por el contrario, ha actuado con celeridad en casos como el del ministro Soria. Quizás al haber tenido en sus manos el gobierno de España, Soraya ya ha demostrado en la práctica que está lejos de la corrupción.

– No obstante, ninguno de los dos ha propuesto soluciones preventivas a una cuestión que ha manchado muy gravemente la reputación del PP. Esa dura experiencia del partido debía provocar alguna solución imaginativa y radical que corte cualquier duda respecto al futuro.

Segundo, Ciudadanos ha mostrado una mayor capacidad de innovación en sus propuestas programáticas. Cierto es que no gobierna y por tanto su discurso tiene las manos libres para especular y no tener incoherencias. Muchas de esas propuestas han sido contestadas: quizás el caso paradigmático es el debate alrededor de las Diputaciones provinciales. No obstante, Ciudadanos aparece como un partido innovador y pragmático. Todo partido debe ser percibido como un partido de soluciones, con una fábrica interior de propuesta ideológica y práctica.

– Quizás el problema es que el PP ha perdido su fábrica de ideas, que era FAES y cuyo lugar ha quedado parcialmente vacío, salvo la Escuela Fraga en el ámbito formativo. Casado se ha movido buscando ideas innovadoras y Soraya ha estado al frente del programa de reformas durante la crisis económica. Pero en toda la dinámica de las primarias del PP falta el debate programático. Eso beneficia a Ciudadanos, que se percibe como un partido de ideas útiles y eficaces, independientemente de que lo sea o no.

– Casado o Soraya debían poner entre sus 10 medidas más importantes la recreación de un potente centro de creación política y formación, en conexión con centros internacionales y grupos científicos en las distintas áreas.

Tercero, Ciudadanos aparece como un partido meritocrático, profesional. El PP explotó con eficacia su reputación de políticos gestores, con buena capacidad de administración. Sin duda tiene en su haber la superación de la crisis económica, lo cual ha sido una gran exhibición pública de gestión. El gobierno de Rajoy favoreció los perfiles políticos meritocráticos como Ayllón, Báñez, Nadal o Dastis, encabezados por la propia Soraya. Sin embargo, ha perdido reputación como lugar para la atracción de talento de jóvenes profesionales. Los costes de peso partidario que deben soportar esos profesionales son altos –como lo es en otros partidos también– y evitan esa inversión. Ciudadanos aparece como una opción de menos coste, con una relación más fluida con los profesionales. La juventud de su organización y la absorción de un gran número de cuadros le hace vivir una etapa más dinámica.

La propia Soraya encarna la meritocracia y precisamente la mayor parte de críticas contra ella la acusan de haber sido poco partidista, de no ser suficientemente corporativa con el partido. Casado no se puede decir que no sea meritocrático y también es fácilmente identificado como un joven profesional. Quizás aquí es donde más le perjudica la polémica con su máster.

Cuarto, Ciudadanos tiene una relación más dinámica con la sociedad civil. Ha desarrollado una potente agenda de interlocución con ONG, profesionales, grupos científicos y centros de pensamiento de distintos signos para escuchar, aprender y captar ideas y propuestas. El PP carece de tal dinamismo y eso impide que existan cuadros internos que se formen en áreas tan cruciales de gobierno como política social o educación. La interlocución con los centros de saber de la sociedad civil y universidades se produce en Ciudadanos al máximo nivel y son muy frecuentes las consultas. Esta es una característica esencial del liberalismo, pero difícil de hallar en las maquinarias partidarias.

– Casado ha demostrado ser una persona que se sienta, escucha, aprende y dialoga sobre propuestas concretas, pero le falta hacer de esa capacidad un rasgo percibido públicamente. Soraya sin duda tiene capacidades para ello y lo ha hecho en su etapa de vicepresidenta del Gobierno. No obstante, ambos necesitan desarrollar una agenda mucho más activa y genuina en su interlocución con la sociedad civil.

Quinto, Ciudadanos ha enarbolado la defensa de la nacionalidad española y eso le ha hecho ascender en las encuestas de primavera de 2018 a partido con mayor expectativa de voto. La acusación al PP reside en no haber sido suficientemente contundente en la aplicación del 155 y haber sido tibio en la defensa de la Constitución. En cambio, mi percepción personal es que precisamente la contención emocional y la prudencia en la gestión del desafío secesionista ha sido uno de los mayores aciertos del Gobierno. No obstante, la realidad es que existe una demanda de soluciones para lo que parte del electorado considera no una tendencia descentralizadora sino centrífuga de España.

– Soraya es identificada por parte del electorado como la principal responsable de la respuesta contenida y prudente al secesionismo. Casado ha hecho de esa diferencia uno de sus principales activos, aunque también de forma moderada, sin sobreactuar. Mientras que Casado parece expresar mejor el pensamiento de los afiliados populares, Soraya parece expresar mejor el pensamiento del electorado de centro. España es la bandera disputada entre ambos candidatos.

Sexto, Ciudadanos es geométricamente un partido que representa mejor al centro político. Es una cuestión meramente geométrica. El PP ha quedado como el partido de la derecha y Ciudadanos es el centro, junto con el ala socio-liberal del PSOE. El PP tiene difícil recuperar su papel de centro e imposible monopolizarlo.

– Soraya tiene una imagen más centrada que Casado y precisamente la otra parte de críticas a Soraya se dirigen a esa condición de centro. Su relación plural con los medios –bien tratada por los grupos Atresmedia y Prisa–, su posicionamiento liberal en cuestiones tan sensibles como el aborto y la agenda bioética católica, o su pragmatismo, convierten a Soraya en el cartel electoral más competitivo contra Ciudadanos.

– Casado, en cambio, ha asumido la propuesta de Aznar de unir a todo el campo de centroderecha, una misión casi imposible mientras Ciudadanos continúe electoralmente fuerte. Casado escora su campaña a la derecha para hacerse con el voto cristianodemócrata del PP. No obstante, la imagen y el programa que ha cultivado Casado estos años se solapa con Rivera.

Si realmente los candidatos quisieran ganar peso como la mejor alternativa para recuperar el electorado fugado a Ciudadanos, tendrían que enviar cinco mensajes al electorado y compromisarios del PP:

1. Establecimiento de un sistema de vigilancia anticorrupción dentro del partido y sobre sus cargos políticos.

2. Recreación de un gran Centro de Ideas al que asocien a personalidades y organizaciones de prestigio como consejo asesor.

3. Tercero, establecimiento de un sistema mucho más dinámico de relación con profesionales. La figura del simpatizante –que ha mostrado poco éxito en el PSOE– debería ser usada de una forma nueva. El PP debería abrir una Red Nacional de Debates, independiente de las sedes locales, especializados por temas y sectores, en los que libremente participen profesionales. El PP debe establecer interlocuciones permanentes y transparentes con organizaciones y centros de la sociedad civil. Eso puede ser incluido dentro de la Red Nacional de Debates.

4. Una descentralización unida. El PP debe formular un gran programa que garantice que la descentralización hace posible la existencia de proyectos nacionales en todos los ámbitos. Eso supone el fin de las competencias exclusivas para las autonomías. Todas son competencias compartidas y están sujetas no solo a las legislaciones sino a las estrategias nacionales.

5. El PP quiere tener las mejores soluciones de centro. Finalmente, desde el punto de vista del interés electoral, el PP no puede resignarse a ser la derecha sino que tendrá que competir más duramente por la validez de sus ideas en el centro desde la perspectiva de la eficacia. Centrar su estrategia en maximalismos no es viable porque Ciudadanos ha mostrado que puede exhibir maximalismos en el terreno de la nacionalidad española. Ciudadanos puede competir peor en el maximalismo del programa cristianodemócrata, que, por otra parte, es un voto que el PP prácticamente no ha perdido y que tradicionalmente consiste en tres puntos: bioética, escuela concertada y políticas sociales compasivas. La asociación simbólica a profesionales y organizaciones de valor es parte del capital simbólico que le falta al PP para validar sus políticas.

Obviamente, existe otro factor decisivo: las corrientes y clientelas internas del partido. Casado se presenta como un candidato de unidad mientras que Soraya se exhibe como la candidata con mayores posibilidades electorales. Pero la mayor parte de lo que el PP debe hacer para recuperar su voto perdido está por demostrar. Lo logrará si consigue crear en el partido un equipo dinámico, creativo y socialmente muy conectado. Necesita hacer un giro radical en su cultura de partido para que el pentágono político no se convierta en su pantano.

Y aun así lo tendrá difícil pues Ciudadanos es un equipo reducido que aprende rápido. El PP tiene a su favor, a cambio, la capacidad territorial e institucional para levantar un proyecto de innovación en toda España y todas las localidades. Ese peso institucional también juega en su contra. Desde luego son años apasionantes para la Sociología política. Cuanto más hagamos para que cada partido lo haga lo mejor posible, más profundizaremos en la democracia y el desarrollo de nuestro país.

Fernando Vidal es profesor de sociología de la Universidad Pontificia Comillas

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