Llega un hombre de Dios

Para dirigir la Iglesia Católica comoVicario de Cristo en la Tierra llega un hombre de Dios, sencillo, humilde yaustero, pero también un jesuita con la capacidad para la evangelización y elrigor intelectual que tanto han caracterizado a los miembros de la Compañía deJesús desde su fundación en 1540.
Viene de Iberoamérica, la parte del mundodonde viven más católicos, pero donde también existen muy graves desigualdadessociales que requieren de los católicos aportar soluciones que no pasen porpopulismos irresponsables que comprometen el futuro de los países ni porindividualismos egoístas que desprecian la dignidad humana.
El Cardenal Bergoglio ha acreditadodurante toda su vida sacerdotal un firme compromiso con los más necesitados:familias desfavorecidas, jóvenes en riesgo de exclusión social, embarazadas sinapoyos, inmigrantes sin recursos, drogodependientes,…
Pero también ha dejado claro que si laIglesia no confiesa a Jesucristo se convertiría en una ONG piadosa. Una Iglesiaconvocada a la Nueva Evangelización de Occidente, donde han crecido tanto elrelativismo moral y la descristianización de la Sociedad. Y donde hacen faltainiciativas como la de la Archidiócesis de Buenos Aires con su ServicioSacerdotal de Urgencia para asistir de 9 de la noche a 6 de la madrugada aenfermos graves.
El nuevo Papa no nos va a poner las cosas fácilesa los católicos. Recogiendo el mensaje de sus antecesores Juan Pablo II yBenedicto XVI nos va a pedir que demos testimonio de nuestra fe, que algunosquisieran reducir al ámbito privado, y además que tengamos un especialcompromiso con los más necesitados de todos los países del mundo. Lospreferidos de Cristo.
Francisco será un gran Papa pero tambiénun gran Papa necesita la ayuda de todos nosotros, con nuestros defectos ynuestras limitaciones, para la Nueva Evangelización y para promover en estaTierra la paz, la justicia social y el mensaje de Cristo. Empieza una nuevaetapa en la Iglesia eterna.