Limpiando el mundo
El mismo día que se hace evidente la guerra entre el Gobierno y la Comunidad de Madrid por cómo controlar la situación, ya incontrolable, se desata la polémica entre el Poder Judicial y el Gobierno a causa de la monarquía. Y, además, cada vez da más miedo salir a la calle. Cualquiera con el que te cruzas se convierte inmediatamente en sospechoso de transmitir el maldito virus. En días como este, no es una buena idea refugiarse en Twitter. Las discusiones de los telediarios se trasladan al timeline, también lo hace mi queja. Pero entre clamores por el país que nos están dejando, me llama la atención el hilo que escribe una médico. Ella, desde luego, sí tiene razón para quejarse, pero no lo hace.
La mujer relata el último episodio que ha vivido en Urgencias. Con la que está cayendo, se presentó en su hospital un individuo de 50 años con lumbago. La sanitaria pensaba cómo despacharlo rápido cuando el hombre le pidió que no le recetara relajantes; después de la muerte de su hija le había costado mucho desengancharse. “Hoy me han curado a mí”, concluye ella la historia.
Me ha hecho pensar en una de las señoras que limpian la oficina todos los días. La pobre está muy preocupada por la situación de Madrid y cada día pregunta: ¿qué se dice hoy?, ¿vamos mejor? Últimamente la respuesta siempre es negativa. Ella vive en uno de los barrios del sur que están confinados así que se ha hecho con un salvoconducto para poder venir al centro. Un día confesó que su miedo no es tener que atravesar media ciudad en transporte público, sino lo que le pueda pasar a su hermano, que es médico.
Está muy orgullosa de él, luchando en primera línea contra el virus. Pero sabe que su propio trabajo es fundamental. “Yo limpio todo a fondo para que los que venís a la oficina no os contagiéis”. No sé si nos habrá librado del virus, pero desde luego, después de hablar con ella, resuenan las palabras de la médico de Urgencias. Hoy me han limpiado a mí.