Reconectar el voto y la experiencia social

´Líderes cada vez más inconsistentes seducen a votantes desquiciados por el cruce de identidades´

Entrevistas · Juan Carlos Hernández
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4 abril 2019
Analizamos con Valentí Puig la actualidad política. El escritor percibe cómo los valores en común se escurren y, como sustitutos, toman cuerpo identidades excluyentes incluso agresivas.

Analizamos con Valentí Puig la actualidad política. El escritor percibe cómo los valores en común se escurren y, como sustitutos, toman cuerpo identidades excluyentes incluso agresivas.

Existe una preponderancia en nuestra vida civil de grupos identitarios que tomando un valor, que podría tener aspectos positivos, este es absolutizado y usado como arma contra el del que piensa distinto. ¿Hemos perdido el sentido del “nosotros” a favor de intereses particulares?

Esa es una de tantas circunstancias que al concretarse nos lleva a preguntarnos cómo no nos dimos cuenta de que eran previsibles. Pero no las habíamos previsto. Al fin y al cabo fueron pocos los que anunciaron la ruina de la Unión Soviética. Si reaparecen o se reinventan identidades es, entre otras cosas, porque por lógica tenía que producirse una resistencia a realidades que, como la globalización o el desierto de las sociedades desvinculadas, parecían robarnos identidad. Lo que ocurre es que esas resistencias aparecen en un mundo muy fragmentado, que avanza o retrocede a ritmos muy distintos. Tenemos al mismo tiempo comunidades “low cost” y élites cognitivas. La fractura se hace inevitable. El “demos” de las naciones se atomiza y los grupos identitarios actúan como grupos de presión con estrategia de mundo feudal. Cierto, el “nosotros” que usamos a menudo es impostado.

Desaparece el voto de pertenencia a los partidos tradicionales y sin embargo toma fuerza el voto identitario. En una sociedad cada vez más fragmentada parecen interesar no tanto ofertas políticas con soluciones generales sino opciones de sectores sociales que quieren hacer oír su voz. ¿Se podría decir que el voto es sentimental, no racional? ¿Es posible recuperar una agenda común en medio de esta vorágine?

En realidad, el voto más normal sería el emitido como un híbrido de razón y emoción. Esa combinación ahora mismo no es proporcionada y el emocionalismo pesa mucho más que la razón. Eso ocurre en un mundo en que nunca hubo tantas opciones para estar razonablemente informado y, sin embargo, el voto es de cada vez más volátil, decidido –por no decir improvisado– a última hora, casi ya en la cola ante las urnas, por un tuit. Eso se suma a la pulverización del “nosotros” con lo que de cada vez nos alejamos más de una idea de la comunidad política que comparte alguna noción –por minimalista que sea– del bien común. Es un factor que ha alterado los mapas políticos de Europa y que tiene por completo desconcertada a lo que quedaba de las clases dirigentes y muy en concreto a la institucionalización de la Unión Europea. Los valores en común se escurren. Como sustitutos, toman cuerpo identidades excluyentes, estancas, incluso agresivas.

Paradójicamente la legislatura no parece haberle pasado factura al PSOE, al contrario ha sido una punta de lanza para ellos. ¿Por qué crece el PSOE en las encuestas?

Quizás ocurra que, del mismo modo que Zapatero negó la crisis de 2008, Pedro Sánchez ha logrado, al menos transitoriamente, que la gente quiera creer que él ha logrado alejar el riesgo de la secesión catalana o que a su derecha solo hay fuerzas contradictorias. En fin, en plena crisis de la socialdemocracia, con incertidumbres sobre la democracia representativa, entre tanta confusión, Pedro Sánchez –rostro de una figura política del todo líquida– insiste en lo políticamente correcto, en el buenismo, en un progresismo en el que ya casi nadie cree. Con esa poca fe, creemos y confiamos desorbitadamente en otras identidades. Por lo demás, con un calendario electoral tan denso, los recuentos se solapan y los electores se quedan sin horizontes. Eso ahora parece beneficiar al PSOE, pero ¿quién sabe? Como líder, la inconsistencia de Sánchez es clamorosa y su sustento tiene algo de “merchandising” sin sustancia. Al mismo tiempo en el centro-derecha hay una pugna desconcertante para sus votantes y muchos irán a las urnas sin saber qué pasa.

¿Por qué se estanca e incluso retrocede Podemos?

Posiblemente porque el malabarismo de Pedro Sánchez consiste en recuperar el voto que les arrebató Podemos y a la vez propugnar una suerte de centrismo ilusionista. Sería un fracaso del centro-derecha en general que el PSOE se quedase con la mayor parte del voto de centro. Pudiera ser un rasgo de nuestra época: líderes cada vez más inconsistentes seducen a votantes desquiciados por el cruce de identidades.

¿Se equivoca Ciudadanos al negar un acuerdo con el PSOE a nivel nacional?

En primer lugar, ya se sabe que en política “nunca jamás” quiere decir pasado mañana. Con los resultados que se den y que posiblemente sean pintorescamente heterogéneos, según se vote Congreso de los Diputados, ayuntamiento o Parlamento Europeo, los partidos habrán de urdir sus alianzas. Para Ciudadanos, puede ser central el dilema a la hora de pactar con el PSOE para alejarlo de sus complicidades con la extrema izquierda y el nacional-populismo que se propuso romper la integridad de España. Pero, por otra parte, para aislar al secesionismo. ¿Puede fiarse de la personalización de las siglas del PSOE en manos de Sánchez? Luego está también la discrepancia entre entenderse o no con Vox. A veces hay que tomar esas decisiones con visión y sin cálculos inmediatos, pero la disyuntiva no es fácil. Añado que, en general, todos los partidos han hecho sus listas de modo un poco circense.

La agenda del PSOE ha estado, en muchas ocasiones, condicionada por Podemos, ¿podría pasarle lo mismo al PP con Vox?

Es que muchas de las inquietudes que Vox dice representar y para las que no expone soluciones hace tiempo que deberían haber sido afrontadas por un PP –la inmigración sin control, por ejemplo– que, al ser partido de gobierno, hubiese podido encontrar vías resolutorias. Es curioso porque las veces que el centro-izquierda ha actuado en combinación con la extrema izquierda o los antisistema, nadie se rasgó las vestiduras como ahora se espera que haga el centro-derecha en relación a Vox.

¿Por qué este “boom” de los fichajes en los partidos políticos que vivimos actualmente? ¿Qué aspectos positivos podría aportar?

En parte por desprestigio de la clase política –corrupción, ineficacia, lenguaje sin claridad– se han buscado caras nuevas pero un poco al tuntún. Lo conveniente sería un cóctel de políticos profesionales y nuevas sensibilidades sociales. Esa permeabilidad refuerza las democracias representativas. Sin embargo, fichar a un banderillero o a un campeón de lanzamiento de jabalina no es lo mismo que aproximar la política real a la sociedad tal cual es.

“Nos alejamos más de una idea de la comunidad política que comparte alguna noción del bien común”

“Pedro Sánchez es el rostro de una figura política del todo líquida”

“Se reinventan identidades como resistencia a realidades que, como la globalización o las sociedades desvinculadas, parecían robarnos identidad”

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