Libia, corazón y cabeza

La respuesta para mí de estas dos cuestiones -dilemas- en el caso de la actual tragedia de Libia son dos claros síes.
Sólo las leyes que buscan el bien y la felicidad del pueblo al que pretenden regir son respetables. La paz no surge sino del orden justo o al menos del orden aceptado por el pueblo. Ante un caso tan claro como el que representa la represión que el régimen del coronel Gadafi está desatando contra sectores muy amplios del pueblo libio, no cabe invocar órdenes internacionales para no actuar. No es una guerra civil, es un genocidio.
Pero incluso centrándonos en el segundo aspecto de dicho dilema, hay que admitir que el régimen de Gadafi está liquidado y sería más útil situarnos ante sus sucesores que ante este personaje. No me refiero a que las fuerzas pro Gadafi no puedan imponerse en los actuales enfrentamientos. Aunque no lo creo, ¿alguien piensa que después de lo que hemos visto, y sobre todo lo que el pueblo ha visto y sufrido, las cosas pueden seguir igual en Libia? Yo no lo creo; se imponga ahora o no, el régimen actual libio está acabado.
Si nuestros líderes políticos, especialmente los europeos, no se deciden a intervenir en este atormentado país justificándose con los errores que en el pasado todos hayamos podido cometer, su conducta sólo puede ser tachada de cobardía y egoísmo. Y encima será un error. Corazón y cabeza indican que no debemos seguir contemplando inermes cómo en las inmediaciones de Europa se masacra a un pueblo que pide algo de libertad.
Ángel Tafalla, almirante, ex segundo jefe del Estado Mayor de la Armada y del Mando Marítimo OTAN