Libertad religiosa para evitar el choque de civilizaciones
A iniciativa del cardenal Angelo Scola, patriarca de Venecia, el Centro Oasis es una trama de relaciones en acto entre personalidades cristianas y musulmanas de todo el mundo; implica a académicos, autoridades eclesiásticas, estudiosos… A la reunión del comité científico de este año han acudido cerca de 80 cardenales, obispos, profesores universitarios, periodistas de Europa, África del Norte, Oriente Medio, Asia del Sur, Extremo Oriente, Estados Unidos… El lema de este año era "La libertad religiosa: un bien para cualquier sociedad". Un lema que engloba cuestiones tan debatidas como la libertad de expresión de la propia fe, la posibilidad de convertirse de una religión a otra, o la colaboración para una sociedad más justa.
En su discurso inaugural, el cardenal Scola destacó sobre todo las tentaciones de concebir la "libertad religiosa" como una libertad absoluta, separada de la verdad (creadora de un "supermercado religioso" donde se banaliza la elección), como una cerrazón ideológica con un sistema propio de verdades que desprecia al que es diferente; el crecimiento de comunidades religiosas distintas de la mayoría como un atentado a la seguridad social; en fin, la aceptación de una libertad religiosa privada e íntima, pero que no debe aparecer en público. Citando el discurso de Benedicto XVI a la Naciones Unidas el pasado 18 de abril, el patriarca Scola subrayó que la libertad religiosa no es sólo "el libre ejercicio de culto; al contrario, debe ser tenida en justa consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de los creyentes de contribuir al orden social".
El profesor Khaled Abd ar-Ra'ûf al-Jaber, de la universidad de Petra (Jordania), musulmán, señaló las dificultades actuales para un diálogo en la verdad y en libertad: el uso de las religiones para fines políticos, la ignorancia y el prejuicio hacia los presupuestos religiosos del otro. También subrayó la urgencia de un diálogo sobre la libertad religiosa para acabar con la idea de un futuro "choque de civilizaciones" e indicó la posibilidad de un sólido encuentro islamo-cristiano que ponga fin "al sometimiento recíproco" y a la "colonización", "a la injusticia y a la persecución".
Durante el debate, monseñor Maroun Lahham, obispo de Túnez, apuntó algunos signos de esperanza en el mundo islámico y cristiano: menos manifestaciones violentas, sinceridad en el diálogo (en la "verdad y en la caridad", sin esconder lo que nos separa), aceptación inicial de que un creyente pueda cambiar de religión. Entre los signos negativos, recordó el "endurecimiento" de la posición del Estado argelino (prohibición de las conversiones y de la evangelización), pero también destacó el "endurecimiento" de las posiciones de algunas conferencias episcopales, en las que se advierte "un cierto cansancio frente al islam, una cierta desconfianza, a veces incluso miedo": la misma desconfianza que se percibe en varios países musulmanes, donde los cristianos viven encerrados "como en una jaula", son el objetivo a exterminar, se convierten en chivos expiatorios de las culpas de Occidente…, pero también hay cristianos que abren escuelas en los Emiratos Árabes, o que tienen libertad para celebrar en público todas las procesiones del año litúrgico (en Jordania).
No todo es pólvora y sangre en Oriente Medio. Monseñor Mounjed el-Haschem, nuncio en Kuwait, describió la apertura que está teniendo lugar en este país y la continua invitación de los Emiratos a los cristianos para que abran escuelas -son ya siete- para ofrecer una educación moderna a estudiantes mayoritariamente islámicos. El nuncio relata también la "publicidad" que ha hecho públicamente el emir de Qatar al Vaticano, exaltando la visión abierta del Papa, que "ha permitido hacer nacer una mezquita a pocos pasos del Vaticano" (la mezquita de Roma). El emir justificaba así -con una cierta "reciprocidad"- la apertura de una iglesia en Qatar, inaugurada el pasado marzo en Doha.
Pero en países como Iraq, Arabia Saudí, Egipto, la música cambia. El testimonio más conmovedor fue el de monseñor Shlemon Wardouni, vicario patriarcal de Bagdad, que narró la situación de la comunidad cristiana en este país. Gracias a la violencia, los secuestros, los asesinatos y las amenazas, los cristianos allí son cada vez menos. Su éxodo hacia Jordania, Siria y Occidente es "parte de un proyecto para vaciar de presencia cristiana el Medio Oriente": un proyecto -explicó el prelado- "que no es sólo islámico". Quien se queda en el país es sometido a pagar las tasas islámicas, amenazas y conversiones forzadas, pena de muerte. Se ha llegado incluso a expropiar a un cristiano a sus propios hijos para hacerlos musulmanes. Monseñor Wardouni es escéptico con la nueva constitución -que al fin y al cabo se inspira en la sharía-. "¿Quién nos garantizará la libertad ahora?". Aunque en los últimos tiempos la seguridad ha mejorado, los sacerdotes y los laicos cristianos sufren continuamente secuestros con extorsión de los que se podrían librar "si se convierten al islam".
Monseñor Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia, habló de la "jaula" en que los cristianos viven en la Península Arábiga ("como en el zoo"). Cada pequeño signo de libertad religiosa se da como una concesión del poder, insuficiente para responder a la necesidad religiosa de la persona. En Kuwait, por ejemplo, se dio permiso para abrir una iglesia para 800 ó 1.000 personas, pero los fieles católicos son más de 350.000. Según monseñor Hinder, "el abuso de libertad" que se vive en Occidente escandaliza a los musulmanes de Arabia y eso "recae en la libertad religiosa" de los cristianos, a los que se vincula tout court con el estilo de vida de Occidente.