Líbano: cristianos entre dos frentes
Ocurrió en Iraq y en Siria. Seguramente vuelva a suceder en el Líbano. La guerra de hace 20 años, iniciada contra Saddam Hussein en nombre de los valores cristianos y occidentales, en nombre de la seguridad mundial, destruyó las comunidades cristianas, alimentó el yihadismo y creó una inestabilidad que aún no se ha superado. Hay un modo sencillo para valorar una guerra: hacer balance de qué se pierde y qué se gana. Es muy difícil ganar algo en una guerra. En esta se pierde mucho.
Un año después de que Israel iniciara la guerra contra Hamas y contra toda la población de Gaza los resultados son decepcionantes. Hamas mató a 1.410 personas y secuestró a más de 200 personas. Hamas no está derrotado, Israel es un lugar menos seguro. Hay más de 40.000 muertos; la autoridad de Estados Unidos está por los suelos, despreciada por Netanyahu; China, Rusia y Turquía se han acercado más a Irán; el Sur Global (con África a la cabeza) está cada vez más convencido de que los occidentales usan un criterio diferente cuando se trata de contar muertos ucranianos y muertos palestinos. En el Líbano puede suceder lo mismo que ha sucedido en Gaza y Cisjordania, en Siria y en Iraq. La libertad y la seguridad de los cristianos vuelve a ser un buen indicador del gran error que se comete.
Los ataques del ejército israelí contra el sur del Líbano no solo han golpeado a los pueblos con mayoría chiita, controlados por Hezbola. Las bombas también han caído sobre Qartaba, Mayrouba y Ehmej, tres localidades de mayoría cristiana. Rmeish, otro pueblo cristiano de la frontera, ha visto como su población se ha reducido de 11.000 a 5.000 personas. Muchos se desplazan al norte buscando seguridad.
Israel sabe quién vive en cada casa ¿Por qué ataca pueblos cristianos? Algunos piensan que es un aviso. Israel puede querer advertir a los cristianos del sur del Líbano que su simpatía por los chiitas les puede salir muy cara. A Israel le interesa aumentar la tensión entre las tres grandes confesiones religiosas (chiitas, suníes y cristianos). Ha atacado también la ciudad de Maaysra que ha acogido a chiitas desplazados del sur del país en los barrios de mayoría cristiana. En realidad no todos los cristianos tienen buena relación con los chiitas. Unos miran con simpatía a Hezbolá, otros consideran a la milicia pro-iraní su principal enemigo. Hezbolá, de hecho, ha dejado claro que su objetivo es reducir la presencia de los bautizados.
Líbano y Egipto son los dos únicos países de Oriente Próximo donde los cristianos aún tienen peso. En el país de las pirámides representan un 10 por ciento de la población. En el Líbano no se hace un censo desde hace casi cien años. Se da por supuesto que se acercan al 40 por ciento. Los cristianos tienen reservada la mitad de los escaños del parlamento y la presidencia de la república. Hezbolá, a través de su periódico al-Akhbar ha hecho una intensa campaña para que los seguidores de la cruz pierdan peso político. En un reciente informe publicado por al-Akhbar se sostenía que los cristianos ya solo eran el 16 por ciento de la población. Se habían utilizado datos de los escolares inscritos en los exámenes.
Israel considera a muchos cristianos sus potenciales enemigos porque están muy cerca de los chiitas y de Hezbolá. Y los chiitas y Hezbolá consideran a los cristianos sus enemigos. Esta guerra fortalecerá a los más radicales y dará vigor a Hezbolá. Los cristianos, cogidos entre dos fuegos, volverán a estar en el objetivo.
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