Las matemáticas al rescate
Parece que es la ciencia la que puede rescatar a la razón postmoderna. Al menos esa es la sensación que ha provocado escuchar al matemático Laurent Lafforgue, profesor del Instituto de Altos Estudios Científicos de Francia en el Meeting de Rimini.
Lafforgue ha dicho cosas que desde hace decenios, quizás siglos, el idealismo ha convertido en afirmaciones políticamente poco correctas. La mesa redonda en la que ha participado se titulaba ´La fascinación de la investigación: de lo particular al todo´. Le han hecho una pregunta extraña: ¿existe la verdad en las matemáticas? ¿En qué puede consistir? Lafforgue ha reconocido que era la primera vez que le hacían esta pregunta.
´De la belleza de las matemáticas habla todo el mundo, pero de la verdad no. Yo creo que sí, que existe´, ha respondido. La descripción de en qué consiste esa verdad es casi un programa para recuperar el realismo, no aquel realismo acrítico del pasado, sino otro a la altura del recorrido hecho hasta el siglo XXI. ´Existe la verdad matemática porque existen los objetos matemáticos, son objetos intelectuales, pero no los hemos creado nosotros´. Las cosas existen. Son múltiples, variadas, fascinantes.
Parece poco pero es una afirmación que últimamente solo llega de un modo nítido desde las llamadas ciencias exactas o de la física. Las cosas existen y además, de forma sorprendente, son inteligibles para el hombre. Lafforgue se pronuncia así en sintonía con Einstein: ´lo más incomprensible es que el Universo sea comprensible para el hombre´. La vieja adecuación de la razón a la realidad, que no confusión, expulsada por la filosofía fuera de la casa del pensamiento, vuelve ahora por la ventana de las matemáticas.
Lafforgue no se ha quedado ahí. Le han preguntado por el contenido de la segunda parte del lema del Meeting: ´el destino no ha dejado solo al hombre´. ¿Qué puede decir un hombre de ciencia del destino? Parece que mucho. El matemático francés ha explicado cómo durante el siglo XX la ciencia creía haber alcanzado el destino describiendo exhaustivamente la realidad, una realidad que no tenía sentido. El paso del tiempo parece haber hecho más humildes a los científicos. ´Ahora nos damos cuenta de que el destino es inalcanzable con nuestras fuerzas, por más cosas que sabemos hay otras que están pendientes de conocer. Nos hemos dado cuenta de que ese destino tiene que venir de fuera´, apunta Lafforgue. El científico ha terminado afirmando que todos tenemos la esperanza de alcanzar el centro, una unidad donde todo cobre sentido. Por fin alguien habla como un buen pagano, como uno de los antiguos paganos.