Las elecciones parlamentarias
Analistas afirman que esa dicotomía refleja las características del régimen, una fórmula inédita sobre los despotismos contemporáneos que hace de Venezuela un laboratorio seguido con interés por la politología internacional. En el siglo pasado el término socialista fue secuestrado por los soviéticos y los nazis, y reivindicado por el socialismo democrático al estilo europeo de postguerra. Sería inconcebible que el socialismo propuesto por Chávez para el Siglo XXI no guarde ciertas apariencias democráticas, entre otras, convocar frecuentemente a elecciones, su argumento ante quienes le atribuyen al régimen tendencias totalitarias.
Los críticos de Chávez le culpan de haber sometido la fuerza armada a un proceso de ideologización para transformarla en brazo armado del régimen; la inexistencia del estado de derecho; el incumplimiento de las recomendaciones de la CIDH y el desacato a las decisiones de la CIDH; concentración de todos los poderes públicos bajo su dirección y control; la persecución, enjuiciamiento y encarcelamiento de adversarios; convertir la riqueza petrolera en mecanismo para la proyección continental de la llamada revolución bolivariana; y de haber abandonado como política de Estado los principios de política internacional de la ONU y la OEA.
Cuando Chávez fue elegido presidente en 1998 no hizo un mensaje estrictamente marxista, pero en 2005, después de una visita a Cuba, anunció que convertiría a Venezuela en "otro mar de felicidad" y a partir de ahí se colocó bajo la tutela de Fidel Castro. Entre las numerosas elecciones realizadas, en el referéndum de 2007 el CNE reconoció que Chávez no había triunfado, aunque todavía se ignoran los resultados. La interrogante es si la mayoría de los electores le pasarán factura por esa simbiosis de dictadura, corrupción y populismo que han sido las características esenciales de su régimen. Si tal ocurre le espera una derrota, salvo fraude o abstención de los llamados Ni Ni, quienes en los focus group se muestran adversos al régimen pero temen severas represalias si votan.
Según la oposición, el verdadero ciudadano no sólo es aquél que usa su derecho a votar, sino aquél capaz de influir para calificar, con objetividad, si el país está bien enrumbado. Agrega que se debe evaluar a los más actos, capaces de tomar decisiones con su conciencia y no por intereses pragmáticos. Quienes se proponen abstenerse y no ejercer el derecho al sufragio, se hacen cómplices de la destrucción del país que significa la dictadura de Hugo Chávez. Las elecciones parlamentarias son un tremendo desafío para los venezolanos. Chávez trata simplemente de exaltar emociones, dejando un mínimo espacio para la reflexión.