Las 6 a.m. y Ricitos de Oro

España · PaginasDigital
COMPARTIR ARTÍCULO Compartir artículo
| Me gusta 1.818
11 junio 2014
Seguimos viviendo como si fuera de noche, pero en realidad el sol anuncia el nuevo día. La discoteca enciende las luces. Nos echan. George sigue en la barra con Sandy.

Seguimos viviendo como si fuera de noche, pero en realidad el sol anuncia el nuevo día. La discoteca enciende las luces. Nos echan. George sigue en la barra con Sandy. La última copa. Intento salir fuera de ahí. Todos nos dirigimos hacia la salida y se empieza a crear un tapón. Las mujeres rodean el ropero y generan un mayor atasco aún. El humo hace daño a mis ojos. Siempre se me olvida que no estoy hecho para las salidas nocturnas. Pero a George nunca le puedo decir que no cuando me propone algo.

Él sigue dentro. Me quedo fuera esperando y no sé muy bien qué hacer. Hay personas comprando perritos calientes al chino que ha olido un negocio en aprovecharse del hambre que da la madrugada y el apetito que da el alcohol. Varias chicas llaman un taxi entre gritos y risas y se suben en él. Un par de amigos se fuman un porro. Un señor pasea a su perro en el parque de enfrente. Entonces la veo a ella.

Camina a varios pasos detrás de alguien. Es muy guapa. Su cabello, corto y rizado, me recuerda al de Ricitos de Oro, esa niña de los cuentos que me leía mi madre antes de acostarme algunas noche.

Pero ella no sonríe. Tiene la mirada perdida. Parece como si no quisiera seguir a aquel chico. Entonces me ve.

Se queda parada. Tiene unos ojos preciosos. Oscuros como la noche y brillantes como el sol. Nostálgicos como la luna.

Mi corazón da un vuelco. Parece que el suyo también.

Sólo existimos ella y yo. ¿Y si se diera la vuelta y se acercara a mí? ¿Y si el destino la ha puesto ahí para mí?

Nunca me había pasado algo así. Me voy a acercar.

– ¡Venga!

Despierto y veo al hombre al que Ricitos de Oro estaba siguiendo hasta que ha dado conmigo. Ella se gira, dándome la espalda, y le sigue. Como si esa fuera su única opción. Se suben a un coche y se pierden entre el negro de lo que queda de noche y la neblina que trae hoy la madrugada.

– ¡Estabas aquí!

Me doy la vuelta y veo a George y Sandy. Están riéndose por algo que les acaba de pasar. Me ofrecen una calada a un puro. Se la doy y enseguida después nos ponemos en marcha para caminar de vuelta a casa. Sandy se detiene donde el puesto de comida y se compra un perrito. Ya sólo quedan cuatro personas en la puerta. Y ella, ¿dónde estará?

Noticias relacionadas

El título trucado de la ley de amnistía de Sánchez
España · Juan A. Pérez Morala*
Cuando una Ley se promulga, cabe esperar que su Título anuncie en muy pocas palabras su esencia, exponga los motivos de su alumbramiento en un comedido Preámbulo, y sea clara y consecuente en un cuerpo bien articulado. Es decir, leal y veraz en las razones que han motivado el gran esfuerzo...
5 marzo 2024 | Me gusta 1
Eugenio Nasarre. In memoriam
España · Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona
Pocas muertes me han producido en los últimos años impresión y pena tan hondas como la de Eugenio Nasarre. Ya sé que todos desfilamos hasta el mismo final ineluctable. Pero el de Eugenio Nasarre me pilló muy de sorpresa porque parecía que aun no le tocaba....
26 febrero 2024 | Me gusta 3
Galicia vota conservador
España · Ángel Satué
Se ha visto en las elecciones gallegas que el Partido Popular ha conseguido allí maridar regionalismo con la idea de España. ...
19 febrero 2024 | Me gusta 3