La vida secreta de las abejas
Lo más destacable de la película es el duelo interpretativo entre Queen Latifah y Dakota Fanning. La relación que establecen resulta realmente entrañable y conmovedora. Y, sobre todo, la autora hace hincapié en el proceso necesario para generar una confianza que permita compartir los misterios de una vida mediante el diálogo y el cariño. Dakota Fanning manifiesta con gran desenvoltura la curiosidad de todo quinceañero por conocer las caras ocultas de su pasado. ¿Quién no se hacía preguntas con esa edad?
Por otra parte, la historia deja entrever valores como la capacidad de perdonar, la religiosidad positiva como fuerza sanadora y la amistad como medio para crecer como persona. La cinta, al estar ambientada en la América profunda de los años 60, refleja adecuadamente y con cierto toque de denuncia las graves dificultades a las que se tuvo que enfrentar la comunidad afroamericana para conseguir los mismos derechos que los blancos. Martin Luther King aparece como una de las llaves para que el milagro fuera posible.
En contraposición con lo positivo, a la cinta le falta pegada. Parece que la miel de las abejas ha impregnado demasiado a la trama. Se trata de una historia interesante en el fondo, pero narrada de un modo empalagoso. Este relato cinematográfico, y perdón por la expresión, huele a Winnie the Pooh. Probablemente, la directora Gina Prince-Bythewood ha buscado un público femenino, contando una historia de mujeres, donde los hombres pintan poco.
En definitiva, nos encontramos con una realizadora que apunta maneras y que ha captado la esencia espiritual de las novelas de Sue Monk Kidd. Además, esta obra del celuloide se apoya en una buena banda sonora. Por cierto, ¿Sabían ustedes que Alicia Keys aprendió a tocar el violonchelo para una de las escenas de la película?