La última trinchera del euro

Los mercados saben que Europa está dividida y que tardaría mucho en conseguir esa unión fiscal y bancaria de la que tanto se habla en las últimas horas. No hay punto al que retirarse, no hay segunda línea de defensa. Hay quien asegura que si se modifica la línea de crédito y se endurecen las condiciones la situación mejoraría. Si la penitencia a los españoles fuera más visible el acoso sería menor. Pero a estas alturas ni siquiera eso es suficiente. Lo único que podría hacer ganar algo de tiempo sería que el BCE comprara deuda de una vez por todas.
Las catarsis a veces surten efecto. Y si este domingo en Grecia los resultados no son buenos, a lo mejor al Banco Central se le hace evidente que no hay más solución que respaldar la deuda de los periféricos e inyectar liquidez. Y luego habría que organizar, pero de verdad, la ofensiva: un euro con ese gobierno político que siempre se le ha negado.