La tierra brama y el yo despierta

Mundo · Compañía de las Obras (Chile)
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4 marzo 2010
Terremoto grado 8.8 Richter y tsunami en las costas de Chile. Dos millones de damnificados, 802 muertos, indeterminados desaparecidos, un millón de casas dañadas, hospitales, aeropuertos, autopistas, puertos. Pero todos estos datos es como si palidecieran frente al grito del hombre en la última noche estival de febrero. "¿Por qué?".

"Tú que eres el autor de la vida y del cosmos… ¡ten piedad!". Preguntas sin pudor de las cuales brota una urgencia incontrolable que da forma a las primeras horas, a los primeros días: "¿Dónde está el otro?". Dónde están los tuyos, los amigos, los conocidos. Aquellos que te han sido dados. El mismo grito se vuelve necesidad del otro.

La pregunta más radical, "¿cómo puede el hombre mantener vivo su corazón frente al cosmos y la sociedad?", describe la paradoja de estos días. Nos perdemos en la confusión del terremoto si no nos ayudamos a mantener viva esta pregunta, si no construimos sobre este mismo grito, "porque solos no se puede, pero sí implicándose con otros". ¡Sobre esta huella queremos caminar!

1.- ¿Qué hemos aprendido, en estas horas, delante de este desastre imprevisto?

a) Los símbolos del desarrollo chileno ya no se pueden identificar con las megas obras construidas estos años, aeropuertos y autopistas urbanas dotadas de los mejores recursos tecnológicos, sino que hay algo que está antes, como indicaba el Papa en la Caritas in Veritate: el recurso más precioso para el desarrollo son los "recursos inmateriales".

Un yo despierto y una compañía operativa es lo que nos documenta el testimonio inaudito en tantos medios de comunicación de "volver al pasado" sirviendo de puente entre familias que buscan a personas precisas, o bien hogares que intempestivamente se han transformado en albergues de "hijos ajenos", colegios que se han vuelto supermercados solidarios, parroquias en centros de acogida y de acopio de víveres, brigadas de jóvenes que recogen escombros gratuitamente de tantas casas.

b) Que los prejuicios y las diferencias ideológicas ceden ante la primacía de la realidad, y que éste es el clima más adecuado frente a los ingentes desafíos de sostener a las víctimas y de reconstruir.

c) La defensa del bien común coincide con defender la vida y la seguridad de las víctimas y los damnificados. Las autoridades no pueden tener escrúpulos en convocar a esta tarea a las fuerzas armadas. La paradoja más grotesca es que mientras aún se rescatan personas con vida, a cuatro días del seísmo, grupos de "humillados y ofendidos" se dediquen al pillaje y al vandalismo, mientras otros se asilan en la comodidad de la indiferencia esperando que las instituciones resuelvan todo, "total, ya pasará".

2.- ¡Es la hora de asistir a los necesitados! "Ante todo que no falte el pan cotidiano", el agua y tantas cosas de las cuales habíamos olvidado su valor. Donar y recibir estas mismas cosas hoy está cambiando el rostro de Chile en quienes siguen esta circunstancia mirándose a la cara, reconociéndose interpelados por una misma pregunta y una misma historia. Que el trabajo y nuestras obras sean un ejemplo de esta diferencia humana "que la gente percibe… porque esta diferencia testimonia a Otro". Porque "sin Cristo la belleza sería fuente de una triste melancolía y el drama se volvería tragedia" (comunicado del 1 de marzo de Comunión y Liberación).

¡Sobre esta huella estamos caminando e invitamos a todos!

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