La tentación del Estado omnipotente
Es la repetición de la Historia con "h" minúscula, es la repetición de la supremacía de la ideología como respuesta a los grandes problemas de un país. Pero la historia de las nacionalizaciones es la historia, ya escrita, de un error anunciado. Para muchos la revolución bolivariana y su "socialismo del siglo XXI" son fenómenos políticos sui generis, pero si se observa de cerca y se lee la crónica de estos años, emerge con claridad que el producto podrá ser distinto, pero el resultado es el mismo: mayor burocracia, mayor corrupción y asistencialismo ideológico, hasta hace poco financiado por los altos precios del petróleo. Las reservas internacionales se están reduciendo drásticamente, a tal punto que el Banco Central de Venezuela se ha visto en la necesidad de "vender" siete toneladas de oro para recuperar la transferencia del 30% de las reservas monetarias a un Fondo Gubernamental de Emergencia. A pesar de la última victoria en el referéndum y el consenso en torno a su persona, Chávez comienza a ser visto en su faceta menos atractiva por parte de la población, aumentando el desencanto. Y con un precio del barril de petróleo a 30 USD el desencanto está destinado a crecer siempre más.
Un ejemplo de esta fractura inicial entre los más pobres y Chávez ha sido la elección el pasado 23N de Carlos Ocariz, un exponente político de la oposición como alcalde del municipio de Sucre, donde se encuentra Petare, el barrio más pobre y grande de Venezuela. Una victoria simbólica y cargada de optimismo porque en Venezuela quien vence en Petare puede vencer en todo el país. Una victoria llena de valor y significado porque ha premiado no a una estrategia de marketing político, no a una política antichavista, sino por el contrario ha premiado el retorno de la política como bien común, de la política no hecha en términos ideológicos, sino para la persona, para la gente y con la gente. Y este último dato, más que cualquier otro, es el que ha provocado a Chávez para crear la nueva figura (ya rechazada en el referéndum de 2007) del vicepresidente del área metropolitana. Una suerte de burócrata nombrado directamente por Chávez para controlar y limitar la operación de los líderes de la oposición electos en las diversas alcaldías y estados del país. Pero no es cierto que estas nuevas leyes vayan a cambiar el futuro político y económico del país, no es cierto que estos intentos desesperados del Gobierno chavista vayan a desmoralizar esa gran parte de la sociedad civil venezolana que, en diciembre del 2007 y el pasado mes de noviembre de 2008, ha sabido decir que no a la reformas en contra de la libertad propuestas por el Gobierno. Un NO que ha cambiado, solamente con el voto y la libertad, el rostro del chavismo en su intento de tener un Estado omnipotente.
Cuáles serán los efectos de la crisis económica y cómo el Gobierno sabrá afrontarlos lo veremos en los próximos meses, pero seguramente 2009 será el año decisivo para el presidente Chávez, será el año en el cual deberá impulsar la economía y reducir drásticamente la criminalidad, será el año donde a las grandes proclamas ideológicas tendrán que seguirle las verdaderas reformas que el país espera.