Entrevista a Stanley Payne

`La solución son unas nuevas elecciones`

España · Juan Carlos Hernández
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3 marzo 2016
El historiador Stanley Payne, experto hispanista, habla con Páginas Digital para valorar la actualidad de nuestro país.

El hispanista Stanley Payne habla con Páginas Digital para valorar la actualidad de nuestro país.

¿Cómo ve el ascenso de Podemos en España? Existen fenómenos paralelos en otros países como Donald Trump en Estados Unidos o Le Pen en Francia… ¿Dónde está la raíz cultural que permite el ascenso de estos populismos?

En la libertad de que todo el mundo puede hacer lo que le dé la gana. Pero en el caso específico de Podemos está en la cultura muy contemporánea de cierto modernismo que busca la deconstrucción de las instituciones, de la cultura, de los principios que alientan la emergencia de grupos nuevos contra todo o contra cualquier cosa existente. Es una base cultural que ha existido sobre todo en los últimos cincuenta años, o sea que esta clase de populismo es diferente del populismo clásico decimonónico que era típico de los granjeros, por ejemplo, en los Estados Unidos, o de los racistas. Esto es algo que tiene una base cultural muy amplia. Por ejemplo, en España Podemos es un fenómeno universitario y la universidad contemporánea es el foro de la deconstrucción, de cambiarlo todo, de cuestionarlo todo, de cambiar la historia, de cambiar las estructuras políticas. Esto tiene una base cultural muy específica sobre todo en el caso de un partido como Podemos. Podemos es mucho más universitario, en cuanto a sus líderes; en otro países no lo son, como Le Pen que es más de baja clase media. El de España es un caso especial.

¿Podríamos hablar de un problema educativo en el sentido de la transmisión de una cultura de generación en generación?

Claro que sí pero hay muchos factores que apoyan esto. No es meramente una decisión voluntaria sino que está en la cultura actual la tendencia al cambio, cualquier cambio es bueno. Bueno, a veces lo es y a veces no lo es, pero está en la cultura contemporánea y no solamente en la universidad que las cosas cambian y cambian rápidamente. No hay sentido de la historia; ya no se enseña la historia o, si se enseña, es una historia muy ideologizada, a veces es una historia muy falsa y sirve para decepcionar y no para dar mayor comprensión.

¿Cómo ve la situación política actual en España, dominada por la incapacidad de los partidos para llegar a acuerdos?

Yo creo que hay varias dimensiones diferentes. Esto siempre ha sido una dificultad en España que tiene que ver con aspectos de la cultura histórica española, que son demasiados complicados para poder explicar en un tiempo breve. En la cuestión actual, con el surgimiento de dos partidos nuevos se ha creado también una aritmética que francamente es muy difícil y luego ha habido desde los años del zapaterismo una mayor tensión entre los partidos que dificulta esos arreglos. La aritmética realmente es muy difícil y me temo que en cuanto a los resultados de estas elecciones y con estas Cortes nuevas la situación es de una dificultad insuperable y con el único remedio, bajo estos resultados, de unas elecciones nuevas.

Por tanto usted ve aspectos digamos históricos, que están en el ADN español, como factores coyunturales en esta situación actual.

Yo creo que no nos ayuda mucho hablar demasiado de grandes términos culturales o grandes términos históricos. Por ejemplo, hace cuarenta años la transición se logró sin demasiada dificultad y con un consenso bastante eficaz. Pero esto fue una coyuntura muy especial en la que había un deseo positivo, por parte de mucha gente, después de cuarenta años de dictadura. Eso fue el “efecto Franco” y actualmente ya no hay ningún “efecto Franco”. Lo que hemos tenido en los últimos años han sido muchísimas tensiones entre los partidos que han hecho muy difícil llegar a acuerdos. Es una cuestión de historia muy reciente marcada por la mayor distancia entre los dos partidos principales y el surgimiento de los dos partidos nuevos.

Usted ha usado una expresión muy bonita, ha hablado de “un deseo positivo” que es lo que hizo posible la transición. En ella comunistas, socialistas, cortes franquistas, Iglesia católica… todo el mundo es capaz de renunciar a una parte de sus pretensiones por un ideal común al que todos se pueden adherir. ¿Lo que nos falta hoy es ese deseo positivo que movió a aquella generación?

Era otra experiencia, el haber vivido bajo una dictadura y pasar al otro extremo. Lo que ha pasado ha sido un proceso lento y degenerativo de este consenso con el surgimiento también de una generación joven que no conoce la transición y que tampoco conoce lo opuesto a la circunstancia actual. Esta nueva generación no tiene esas experiencias, es una generación nueva muy subjetiva, no condicionada por las experiencias objetivas que han pasado pero muy subjetiva, que vive en gran parte en su propia imaginación, y esto no es muy útil.

¿Podríamos calificar el momento actual como una segunda transición o nos falta aún perspectiva histórica para poder realizar dicha afirmación?

Yo creo que el término es exagerado. Transición quería decir un cambio de régimen, otra cultura política. Lo que está pasando actualmente es un cambio mucho menor, probablemente también mucho menos positivo, pero es un cambio solamente parcial. Así que se puede decir en términos retóricos que el mundo siempre está en proceso de transición. Pero una cosa es la definición y otra cosa es usar un juego de palabras. Hoy aparece la posibilidad, por primera vez en muchos años, de realizar la reforma más importante de la Constitución pero el problema aquí es que no tenemos ningún consenso. No hay mucho acuerdo sobre esto, hace años había un consenso en cuanto a los términos deseables de una Constitución liberal, democrática, también con posibilidades sociales. Actualmente hay muchas discrepancias y la posibilidad de lograr un cambio realmente importante en la Constitución probablemente no es algo alcanzable a corto plazo.

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