Entrevista a Javier Nadal, presidente de la Asociación Española de Fundaciones

`La sociedad civil tiene más capacidad de entendimiento y comprensión que la política`

España · Juan Carlos Hernández
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6 noviembre 2018
“Existe un sujeto que es capaz de moverse con generosidad”, afirma Javier Nadal, que ve el 15-M como resultado del desencuentro entre cómo había evolucionado el sistema político y la sociedad civil.

“Existe un sujeto que es capaz de moverse con generosidad”, afirma Javier Nadal, que ve el 15-M como resultado del desencuentro entre cómo había evolucionado el sistema político y la sociedad civil.

¿Qué labor desarrolla la Asociación Española de Fundaciones?

La Asociación Española de Fundaciones aglutina a un número muy significativo de fundaciones españolas de todo tipo, porque bajo el paraguas del concepto de fundación se hacen muchas actividades. Lo que nos une es el modo jurídico de fundación, que tiene algunas características importantes, y a partir de ahí lo que pretendemos es que las fundaciones se profesionalicen, que mejore el gobierno de la organización, la transparencia y el conocimiento público. Y también que mejore el entorno jurídico y fiscal en el que se desenvuelven, porque las fundaciones, si en algo se caracterizan es en una cuestión muy importante: que su actividad siempre está orientada al interés general, nunca al interés particular, que son organizaciones sin ánimo de lucro y que nacen siempre a partir de un impulso de generosidad.

El fundador siempre pone un recurso, un capital, un patrimonio, aparte de su trabajo o de actividades siempre orientadas al interés general, y ese patrimonio que pone a disposición de la fundación nunca más vuelve a él. Es una donación para una actividad de interés general que, si alguna vez la fundación desapareciese, ese patrimonio necesariamente tiene que ir a adscribirse a otra fundación que tenga una actividad similar. La asociación las aglutina, ayuda a su profesionalización, a la formación, a modernizarse, a ver las tendencias que por el mundo se pueden observar, y tratar de que las fundaciones españolas las adopten.

Oír hablar de impulso de generosidad así puede sorprender a muchos. ¿Existe ese sujeto en España?

Existe, existe y es muy importante. Y esa es una de las obligaciones que nos ponemos en la asociación: darlo a conocer. En España hay 8.500 fundaciones activas aproximadamente, que se financian en el 85% con dinero privado, no solo con donaciones, también porque hacen actividades con las que se financian o a veces por su propia actividad, por ejemplo, una organización que tenga una residencia para colectivos en riesgo, que a veces cobra una parte de ese servicio. El 15% restante tiene un origen público, porque a veces se firman contratos con el sector público ya que en algunas ocasiones el Estado contrata ciertos servicios a una fundación. Estas fundaciones son de origen privado, son personas físicas o jurídicas, y el dinero que se destina a esa fundación es donado por personas o por empresas. El dinero que el conjunto de fundaciones moviliza en España cada año es alrededor de 8.000 millones de euros, lo que supone una media de un millón de euros. Hay muchas fundaciones mucho más pequeñas, y también las hay mucho más grandes, como pasa siempre. La media no suele representar la realidad. Además, hay aproximadamente 240.000 personas trabajando en estas fundaciones, con su salario, aparte de los miles de voluntarios.

Esta realidad es, en muchas ocasiones, desconocida en España.

Es verdad que mucha gente en España puede desconocer qué es una fundación, pero alrededor de todos nosotros están pasando todos los días muchas cosas que se deben a fundaciones, y sin ellas el país sería muy diferente, pues estamos hablando de unos activos muy importantes.

La crisis que hemos vivido recientemente, ¿qué lecciones les ha podido aportar?

Las crisis son siempre grandes aprendizajes. Lo primero que ha generado, en nuestro sector, es una mayor demanda de actividad, porque ha dejado a mucha gente en la cuneta, ha creado problemas que el Estado, por la dificultad presupuestaria, ha tenido que desatender, y las fundaciones han aparecido ahí para resolver ciertos problemas. Nos hemos encontrado, por ejemplo, cuando vemos el número de beneficiarios al que llegan las fundaciones, con que han aumentado significativamente en los años de la crisis, pasando de unos 23 a casi 30 millones, y para atender eso han tenido que incrementar su actividad, y además en una situación de mayor dificultad para captar recursos, pues los donantes también tenían más dificultades para seguir con su compromiso. El resultado ha sido que prácticamente se ha mantenido el gasto, se ha aumentado el número de beneficiarios, y en cambio se ha ingresado un 25% menos que otros años.

¿Y cómo se cierra este círculo infernal?

A base de consumir recursos de las fundaciones, es decir, el patrimonio. Al final de la crisis vemos que el sector se ha empequeñecido, algunas fundaciones han tenido que cerrar o fusionarse con otras, pero en cambio en conjunto ha aumentado el empleo, pues había más actividad que hacer. En 2007 había 180.000 empleados y ahora estamos en 240.000. Creo que es el único sector económico, si lo consideramos como tal, en el que durante la crisis ha aumentado el empleo significativamente, y con menos recursos económicos y manteniendo el gasto. La verdad es que esta es una situación que de cara al futuro no se puede mantener en el tiempo, pues llega un momento en que si desaparece todo el patrimonio acumulado perdemos toda la capacidad de actuación, pero también hay que decir que afortunadamente en la última reforma fiscal se mejoraron los incentivos fiscales precisamente para dar más posibilidad a que las personas físicas y empresas apoyen a las fundaciones, y eso está haciendo reflotar y renacer las fuentes de financiación.

¿Existe sensibilidad política sobre la labor que desempeñan?

Sin ninguna duda. Tengo que decir que uno de los papeles o funciones de la asociación es trabajar por una mejor legislación y también los incentivos fiscales, para lo que estamos permanentemente en contacto con los partidos políticos, a los que les llevamos nuestras propuestas, con los que nos vemos periódicamente, y la comprensión de nuestro trabajo es amplia desde todos los ángulos, con todos los grupos parlamentarios tenemos una relación excelente, naturalmente con matices como es lógico. Otra cosa es que luego consigamos avanzar como a nosotros nos gustaría, pero al menos las conversaciones, el nivel de comprensión y de debate es positivo.

Escuchándole da la sensación de que, por un lado, está la España de los titulares de prensa de la polarización constante y, por otro lado, la España de esta sociedad civil que describe.

Yo creo que muchas veces la política es una representación que no es en mi opinión un reflejo de la sociedad de verdad. Claro que las diversas opciones ideológicas están presentes y cada uno votamos lo que nos parece, pero en el aspecto de trabajar y aproximarse a los problemas, sí hay una voluntad de entendimiento y encuentro que la vida política muchas veces transmite una imagen que no se corresponde a cómo la sociedad civil lo afronta. La sociedad civil tiene más capacidad de aproximación, de entendimiento y de comprensión del otro que lo que la política refleja. Además, eso se ve hasta científicamente. Estos días que los periódicos han dedicado muchas páginas a las encuestas del CIS, esos informes también incluyen muchas preguntas que reflejan cuestiones muy interesantes, como un dato que me llama poderosamente la atención. Se pregunta cómo perciben los encuestados la labor del parlamento español, si allí se discuten problemas importantes o de poca importancia. El 76% dice que se discuten problemas de pequeña importancia, y solo el 14% percibe que se discutan problemas importantes. Creo que esta referencia es una respuesta bastante oportuna a su pregunta.

Una sociedad civil que fue protagonista en la Transición.

La sociedad civil fue la que soportó toda la transición, desde mi punto de vista. La que le dio valor, aunque luego hablemos de las grandes figuras, pero la realidad es que había un tejido social que soportaba todo ese movimiento, sin ninguna duda.

Ahora que hemos cumplido el 40 aniversario de nuestra Constitución, ¿está en crisis lo logrado en aquella época?

Los que ya tenemos edad de recordar, si recordamos qué ha ocurrido desde la transición, lo cierto es que la sociedad la sigue percibiendo globalmente positiva, como de las mejores cosas que nos han pasado, pero si uno va siguiendo año a año cómo evoluciona la opinión pública, hemos pasado por momentos o ciclos. Hace unos años se hablaba del pasotismo y desinterés de los jóvenes, y del desencanto. Recuerdo muy bien que después de la primera época y de la ilusión del sistema democrático en el que todos nos sentíamos tan representados, hubo un momento de desencanto. Luego ese desencanto desapareció y volvió a aparecer un optimismo que es el que hemos vivido en los últimos años.

El 15-M fue un punto de inflexión.

Efectivamente, con la crisis vuelve a aparecer un nuevo desencanto y aparece el 15-M. Lo que aflora allí es el desencuentro o falta de sintonía entre cómo había evolucionado el sistema político y la sociedad civil. Creo que la sociedad civil se sentía, y creo que todavía ocurre lo mismo, lejana, por datos como el que acabamos de comentar, que no están a lo que tienen que estar. El sistema institucional que se ha formado con el apoyo y la opinión de la sociedad civil se ha encerrado en sí mismo y vive con esas reglas de la Constitución, pero para aplicarlas casi a su supervivencia, sin pensar muchas veces en lo que está pasando fuera. Ahí se da entonces un desencuentro que efectivamente afloró con el 15-M, señalando cosas que hay que hacer y que no se estaban atendiendo. Aquello llevó a que aparecieran nuevos partidos políticos, a un cambio estructural enorme, pasando del bipartidismo a nuevas voces políticas, y se generó en cierto modo la ilusión de que a lo mejor aparecía una estructura política más dialogante de unos con otros. Ha aumentado el número de partidos y de expresiones políticas que existen en el parlamento, pero todavía no ha generado una capacidad de debate entre contrarios. Ahí tenemos carencias importantes, todavía necesitamos avanzar.

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