La semana de la desafección

El lunes se reunía con sus tres vicepresidentes. El encuentro no tuvo gran contenido pero permitió ganar terreno mediático. Los ministros han desplegado una intensa actividad. Y no todo han sido fotos. Trinidad Jiménez, la nueva ministra de Sanidad y de Asuntos Sociales, ya ha tenido la primera reunión con las Comunidades Autónomas para desbloquear uno de los proyectos estrella de Zapatero: la Ley de Dependencia, bloqueada por falta de financiación. La vicepresidenta económica Elena Salgado se ha reunido con los sindicatos y con el presidente catalán José Montilla para intentar encauzar la financiación autonómica. El nuevo ministro de Fomento José Blanco ha conseguido elogios de Esperanza Aguirre por el desbloqueo de las negociaciones para el transporte en Madrid. Y Zapatero y De la Vega le han hecho un guiño al ala más izquierda del Congreso insistiendo en la Ley del Aborto y La Ley de Libertad Religiosa para conseguir nuevos apoyos y para volver a movilizar al ala más radical de sus votantes.
Pero la segunda parte de la semana nos deja la sensación de que este Gobierno, a pesar de todo lo que se mueve y de sus esfuerzos por recuperar la iniciativa, ha caído en una especie de decadencia fatal, irremediable. El jueves el prestigioso socialista y prestigioso economista Fernández Ordoñez, gobernador del Banco de España, subió en muchos grados su advertencia de que la política económica del Gobierno nos lleva al desastre. Lleva mucho tiempo advirtiéndolo pero hasta ahora en un tono diplomático. Al avisar de que estaba en peligro el superávit de la Seguridad Social tocó donde más duele. Los esfuerzos del ministro de Trabajo y de los sindicatos por desmentirlo han aumentando la alarma. Y el jueves, el hasta ahora fiel fiscal general del Estado, el Cándido Conde Pumpido que buscó argumentos debajo de las piedras para apoyar el mal llamado proceso de paz, ha criticado al Ministerio del Interior. Desafección.