La reelección de Uribe, el menor de los males
En primer lugar, los vínculos de políticos, jueces, y hasta empresas multinacionales y nacionales, con la guerrilla o con los paramilitares. En segundo lugar están los vergonzosos hechos conocidos como "Falsos positivos" en los cuales el ejército o los reductos paramilitares secuestran jóvenes de las zonas más pobres y luego los asesinan, para que el ejército, posteriormente, los presente como dados de baja en combate. La cúpula militar y el Ejecutivo han mostrado su repugnancia frente a estos hechos, pero cada vez hay más militares comprometidos y cada vez es más difícil creer que los altos mandos desconocían estas operaciones. En tercer lugar, están las "chuzadas del DAS", interceptaciones telefónicas realizadas por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), organismo de inteligencia y seguridad adscrito a la presidencia. Entre los espiados están varios magistrados de las altas cortes, así como otros altos funcionarios del Estado y reconocidos miembros de la oposición. Y en cuarto lugar está la sombra de ilegitimidad del referendo que busca cambiar la Constitución para hacer posible una segunda reelección. Hay indicios que muestran que la financiación de la iniciativa no fue transparente, como tampoco lo fue la aprobación, en diciembre, del referendo en la Cámara de Representantes.
Este contexto pareciera dominar todo el escenario político, impidiendo ver el camino que se recorre en cuanto a las garantías a las libertades civiles. El avance militar ha permitido una mayor movilidad en gran parte del país, pero el coste preocupa, porque cada vez son más los escándalos que comprometen al Gobierno en asuntos de derechos humanos. Si bien como sociedad no hemos dejado de gozar de las libertades individuales, preocupan esas acciones del Estado que buscan ante todo mantener la imagen de éxito en la guerra contra la guerrilla y tener controlada a la oposición, porque las circunstancias podrían llevar a que este tipo de acciones se convirtieran en una norma general.
Por otra parte, Uribe se ha mantenido en un respeto prudencial frente a la Iglesia, sin inmiscuirse ni a favor ni en contra. Esto ha permitido que la agenda pro aborto, pro eutanasia y pro gay haya alcanzado sus mayores logros durante los últimos ocho años. La presencia del Partido Conservador dentro de la coalición uribista asegura, por el momento, que los avances no incluyan una reformulación del Concordato, ni una coerción estatal a la libertad de culto.
En este panorama, las perspectivas frente a las elecciones presidenciales para 2010 son muy poco claras. De pasar la reelección, se da por descontado el triunfo de Uribe y tendríamos una clara concentración de poder y una intensificación de la lucha contra el terrorismo, de la mano de más escándalos de corrupción y violación a los derechos humanos en el seno del Gobierno. Seguramente las libertades civiles se verían afectadas especialmente para quienes tengan que ver con la izquierda o la oposición, mientras que en los demás campos no parece factible que haya un movimiento estatal de coerción.
Si no hay reelección, lo deseable sería que el Partido Conservador llegara a la presidencia, pero, si bien se ha mostrado fuerte en las últimas elecciones, carece de un candidato con posibilidades reales. Los candidatos fuertes del uribismo serían Juan Manuel Santos, que encarna aquella mentalidad que proclama las libertades negando el cristianismo, y Germán Vargas, quien suele ponerse del lado de los votos. El Partido Liberal y El Polo Democrático viven situaciones de fractura difíciles en su interior, lo que les resta peso, pero es indudable que son actores importantes y que un triunfo suyo alinearía al país con la izquierda europea, convirtiendo el discurso anti-católico en un discurso estatal, con la seguidilla de propuestas en contra de las libertades fundamentales. Una primera ronda con tantos candidatos puede dar muchas opciones a los que vienen como independientes, pero tendrá la ventaja aquél que gane el guiño de Uribe.
Así las cosas, es claro que la reelección no le conviene al país, pero parece convenirle más que las otras opciones que se presentan.