La posible grave crisis financiera de Italia

España · PaginasDigital
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25 enero 2016
Cuando Matteo Renzi se dispone a cumplir su segundo aniversario al frente del Consejo de Ministros (le quedan solo cuatro semanas), ha aparecido sobre un horizonte aparentemente despejado un posible problema que podría dar al traste con los planes de Renzi de permanecer un largo lapso de tiempo en el poder. En efecto, parece que los bancos italianos tienen un serio problema de liquidez debido a la enorme cantidad de créditos morosos, un problema que viene de la crisis financiera de 2008 y que todavía se encuentra sin solución. Tan grave es el asunto que en este momento el Ministro de Economía y Finanzas, Pier Carlo Padoan, se encuentra en el Foro de Davos (Suiza) negociando a contrarreloj la creación de lo que se conoce como ´banco malo´ (algo que en España existe desde el año 2012) para poder sanear los balances de las principales entidades financieras del país.

En realidad, si repasamos algún ´post´ anterior, llueve sobre mojado en este asunto. Porque ya en diciembre de 2014 la agencia de calificación Moody´s dejó un buen número de bancos italianos con una nota de calificación muy baja, y en algún caso se trataba de una de las entidades más importantes del país, como el Monte dei Paschi de Siena (Mps), un banco vinculado tradicionalmente a la izquierda italiana. El Primer Ministro Renzi, como su ministro Padoan, sabían muy bien de este tema, de ahí la importancia del crecimiento económico para generar riqueza y poder hacer frente a los numerosos préstamos que recibieron en su momento millones de italianos.

El problema es que el asunto se está precipitando, ya que, desde que comenzó el año, el valor bursátil de sus bancos ha disminuido una media del 20% (ha habido caídas de hasta el 40%), lo que supone un hecho particularmente grave por dos razones fundamentales: la primera, que el sector bancario constituye el 30% de la principal Bolsa del país; y la segunda, que constituye el principal recurso (muy por encima del llamado mercado de capitales) al que acuden las pequeñas y medianas empresas para financiarse. No resulta por tanto de extrañar que la crisis iniciada en el año 2008 (como es bien sabido, no solo en Italia, sino en el conjunto del mundo capitalista, pero que afectó muy gravemente a Italia hasta el punto de liquidar a Berlusconi como Primer Ministro tres años después) haya tenido como principal consecuencia un nivel de morosidad casi imposible de asumir.

¿Cómo piensa salir el Gobierno italiano de este embrollo? Matteo Renzi asume que una parte muy sustancial de los créditos concedidos por los bancos italianos y que ya no va a haber modo de recuperarlos asciende a los 200.000 millones de euros (un 16.7% del total, frente al 7% de España), a lo que habría que añadir los 160.000 millones que, según el Banco de Italia, tampoco se podrán cobrar. Así que la primera medida a tomar es crear lo que en España ya conocemos desde hace años (un ´banco malo´) al que vayan a parar todos los activos tóxicos y también todos los créditos sin cobrar, de tal manera que las entidades financieras puedan sanear sus balances y por tanto volver a recibir la confianza de los inversores.

El problema radica en que los italianos están teniendo una percepción muy negativa de las gestión del Gobierno italiano en esta cuestión. Porque Renzi y sus colaboradores se han limitado a inyectar capital ´in extremis´ a un grupo de bancos concreto que corrían serio riesgo de quebrar (entre ellos la Banca Etruria en la que el padre de la ministra Maria Elena Boschi ocupa un destacado puesto) y a poner a la venta unos cinco-diez bancos con muy pocas esperanzas de encontrar un comprador. Porque el principal problema para Renzi en este terreno es la opacidad con la que está actuando el sector, y ello es percibido por los italianos: no resulta de extrañar que más de la mitad de la población desapruebe su gestión en este asunto.

Eso sí, Renzi tiene dos bazas que jugar. La primera, que, tratándose de la tercera economía de la eurozona, las autoridades europeas seguramente ayudarán, y mucho, al Gobierno italiano a salir de tan complejo asunto: la pregunta es qué pedirán a cambio, y más aún con el clima enrarecido que se vive en este momento, con constantes mensajes de reproche (´ya está bien de criticar a Europa´, le espetó Jean-Claude Juncker, a lo que Renzi respondió con un ´no nos dejaremos intimidad´) entre ambas partes. La segunda baza a jugar es que Mario Draghi, Presidente del Banco Central Europeo, es italiano, y no solo eso, sino que era el Gobernador del Banco de Italia (recordemos que está al frente del BCE desde hace menos de cinco años) cuando todo este problema de morosidad comenzó, por lo que este asunto le concierne de lleno. Veremos cómo sale de airoso Matteo Renzi de un trance que podría llevarse su Gobierno por delante si no es capaz de resolverlo con eficacia y celeridad.

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