La politización de lo que no es político

España · PaginasDigital
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9 noviembre 2013
El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ha decidido cerrar el Canal Nou, cadena autonómica de dicha Comunidad, esgrimiendo razones de tipo económico. Es cierto, que las televisiones públicas, tanto a nivel nacional como autonómico, suponen un gasto excesivo y un ejemplo de despilfarro pero no es la única razón para replantearse si son realmente necesarias.¿Qué necesidad existe hoy en día de televisiones públicas en un mundo dominado por internet? ¿Es realmente un servicio público necesario? Hoy en día la disponibilidad de acceso a la información y la variedad de canales hace que muy posiblemente este servicio público haya quedado obsoleto. Y por último y quizá la cuestión fundamental. ¿Qué tipo de servicio público prestan este tipo de canales de televisión que no pueda hacer un canal privado?

El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ha decidido cerrar el Canal Nou, cadena autonómica de dicha Comunidad, esgrimiendo razones de tipo económico. Es cierto, que las televisiones públicas, tanto a nivel nacional como autonómico, suponen un gasto excesivo y un ejemplo de despilfarro pero no es la única razón para replantearse si son realmente necesarias.

¿Qué necesidad existe hoy en día de televisiones públicas en un mundo dominado por internet? ¿Es realmente un servicio público necesario? Hoy en día la disponibilidad de acceso a la información y la variedad de canales hace que muy posiblemente este servicio público haya quedado obsoleto. Y por último y quizá la cuestión fundamental. ¿Qué tipo de servicio público prestan este tipo de canales de televisión que no pueda hacer un canal privado? En realidad, su principal labor consiste en servir al gobierno de turno para enchufar a sus amigos y como medio de propaganda de su ideología. Ha pasado de ser un servicio público a ser un servicio al partido en el gobierno. Por esto, no existe una voluntad política clara de suprimirlas.

Y es que, como he comentado en otras ocasiones, los partidos políticos lo impregnan todo, lo definía bien Julián Marías como “la politización de lo que no es político”. No son las televisiones públicas el único caso donde se cumple la observación del filósofo ya que la lista es larga y podríamos citar entre otros al Tribunal Constitucional, la Audiencia Nacional, o las antiguas Cajas de Ahorro.

Con la llegada al poder de los socialistas en los años 80 se generalizó el colocar en la administración y en empresas públicas a gente afín al partido. Esta dinámica se ha institucionalizado y hoy los partidos políticos se reparten el pastel y colocan a sus afines. Salvo honrosas excepciones, ahora mismo solo recuerdo la del gobierno de Aznar en su segunda legislatura donde el socialista Enrique Múgica es nombrado Defensor del Pueblo. Es evidente que un presidente de un Gobierno deberá contar con Ministros de su confianza pero vale más el carné de partido que la meritocracia. Y los tentáculos de los partidos políticos llegan muy lejos en cualquier puesto de un organismo público.

No vale echar la culpa de todo esto a los políticos ya que las personas que aceptan el cargo sin estar capacitadas también son corresponsables de esta situación. Las televisiones públicas son solo un ejemplo, especialmente sangrante desde un punto de vista económico, de esta politización de lo que no es político. La política, actividad digna y necesaria, pierde de vista su razón de ser cuando sustituye la búsqueda del bien común por la búsqueda del poder ilícito.

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