La persona frente a la ley
Hace unas semanas algunos médicos estuvimos en el Colegio de Médicos de Madrid, donde se presentó la propuesta de Ley que se debatió el pasado 11 de febrero en el Congreso de los Diputados. La decisión ya estaba tomada: la ley saldrá cuando haya suficiente apoyo político, la eutanasia se ofrecerá como una prestación más del sistema sanitario y los profesionales podremos colaborar o ser objetores. No hay vuelta de hoja.
En aquella tarde no faltaron las intervenciones de los expertos en cuidados paliativos, que probablemente son los que cuenten con una experiencia mayor en el cuidado de personas al final de la vida. También hubo representantes de asociaciones de enfermos. Es común la preocupación por no ver desatendidos los cuidados de aquellos que no desean morir, sino que piden vivir de forma digna su enfermedad, con el mayor apoyo posible para paliar el sufrimiento. En ese sentido, creo que es de gran interés leer el comunicado de la SECPAL y AECPAL sobre la Proposición de Ley.
Para mí la extrañeza mayor de todo esto es que venga una ley a meter el dedo en algo tan sagrado y tan delicado como es la relación con el paciente, sobre todo en los momentos finales de su vida, cuando el dolor asoma, psicológicamente hay flojedad y la familia muchas veces no sabe muy bien cómo actuar. Me parece que es el tiempo de privilegiar más que nunca ese espacio de relación donde los profesionales pueden ayudar a hacer un acompañamiento dentro del cuidado, y convertir esos últimos días en una ocasión de bien para la vida de una persona junto con sus seres queridos.
Me preocupa la ley no sólo por la situación en que nos deja a los profesionales sanitarios (ejecutores de un proyecto ideológico), sino sobre todo por la situación en que deja a tantas personas que viven y vivirán condiciones de enfermedad y grave dependencia y que dependen de que haya uno que acepte el reto de cuidarles, si la ley lo permite.