La paz tiene que llegar a través de acuerdos diplomáticos para que la ciudadanía cambie de mentalidad.

Entrevistas · ÁNGEL SATUÉ
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2 noviembre 2022
Silvia Marcu es autora del libro Geopolítica de Rusia y Europa Oriental (Síntesis, 2021) e investigadora del CSIC. La hemos entrevistado acerca del conflicto en Ucrania y la situación geopolítica en Europa del Este.

Usted afirma en su libro que “Ucrania pasó a ser el problema de Europa, y que de su solución parecía que dependía incluso el futuro de Rusia”. ¿Qué quiere decir? 

Pensaba concretamente en la posición geoestratégica de Ucrania, en su papel de puente hacia el Mar Negro, que es de hecho, una de las piezas clave de esta guerra injusta a la que asiste impotente Europa y el mundo entero.

¿Se anticipó entonces Rusia con su ataque a una situación inevitable de una Ucrania candidata a la Unión y con un pie en la OTAN? 

Sí, es cierto que Rusia se anticipó, aunque si lo recordamos bien, Rusia desde siempre quiso (re)conquistar Ucrania, a la que no reconoce como país. Rusia desea volver a recomponer su espacio de “Vecindad Próxima”, su espacio “soviético”. Además, la región del Donbass está en el “ojo del huracán de Rusia” desde hace muchos años, y el año pasado Rusia, estaba a punto de atacar. Esto no quiere decir que la candidatura de Ucrania en la Unión Europea” y en la OTAN fueran inevitables (aunque Rusia no hubiera atacado este año). Como bien sabemos, cualquier país que desee ingresar en las estructuras de valores democráticas occidentales, deben cumplir una serie de criterios antes de su ingreso, en el caso de la UE, firmar primero un Acuerdo de Asociación (que sí, se firmó en el caso de Ucrania, 2014). Sin embargo, hay que cumplir una serie de criterios, y, probablemente, Ucrania estaba encaminada en cumplirlos, aunque el camino de ingreso es largo, como bien sabemos. En cuanto a la OTAN, las negociaciones también llevan un camino amplio.

Y, en este sentido, ¿existe una especie de maldición clásica por la cual el Este de Europa debería, desde el Báltico hasta el Mar Negro, resignarse a ser parte de un Imperio, sea el austríaco, el otomano o el soviético o el ruso, o incluso, siendo provocador, de la Unión Europea, o como habla en su libro, ser una «zona tapón»?

Sí, habló en mi libro de una “zona tapón” en términos geopolíticos. Sin embargo, a mi modo de ver, no se trata de una “maldición clásica” aunque la metáfora queda muy bien en el contexto, sino de una realidad. El Este de Europa siempre será situado geográficamente en el Este, y llevará consigo la huella histórica, las raíces culturales de los imperios otomanos, austro-húngaro o soviético. Es difícil cambiar el rumbo de la geopolítica, porque lleva consigo precisamente esa huella histórica que marca la identidad de los pueblos de la región. El hecho de que los países de la zona, y me refiero aquí, no solamente a los países de la Vecindad Próxima de Rusia (Bielorrusia, Moldavia, o Ucrania), y por extensión los países del Cáucaso (Georgia, Armenia, Azerbaiyán) incluso Asia Central – me refiero a los países que ya forman parte de la UE – (como Rumania o Bulgaria por ejemplo). Esto dos países, siempre serán países del Este, y siempre llevarán esta huella que nunca desaparecerá, aunque estén ahora bajo el paraguas de la OTAN y de la UE.

Occidente representa un mundo de valores específicos arraigados en la cultura europea en el sentido puro de la palabra. Recordemos que las Comunidades Europeas (de Carbón y Acero) nacieron de los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial (allá por 1957) y su vocación fue la paz. Sin embargo, este mismo gran acontecimiento transformado posteriormente en la UE, surgió en plena Guerra Fría, y cuando esta guerra llamada “fría” finalizó, en 1989, seguida por el desplome de la URSS en 1991, todos los pueblos del Este quisieron ser “Europa”, Occidente. Cuestión que es difícil de llevar a cabo. No creo que sea una “maldición”, más bien, considero que es cuestión de tiempo, de cambio generacional, de cambio de mentalidades. Pero repito, la historia y las raíces culturales siempre dejarán su huella en la idiosincrasia de esta región de Europa, que es el Este. No hace falta más que realizar un viaje por la región. Recomiendo encarecidamente la obra “Los fantasmas de los Balcanes” de Robert Kaplan, para un mejor entendimiento.

En esta guerra que padecemos, la posición rusa viene a echar la culpa a la OTAN por buscar la ampliación hacia el este de Europa. Hasta el mismo Gorbachov se lo recriminaba a EE.UU. (Gorbachov- Vida y Época, de William Taubman), cuando la realidad es que son los países del este lo que quieren entrar. ¿Pueden el Derecho y la Política obviar la Geografía y la Historia?

Estos mismos países del Este, como decía en la pregunta anterior, son los desearían incluso “cambiar” su posición geográfica en el mapa, su destino histórico, por así decirlo, sus herencias identitarias, a cambio de ser Occidente. Los ciudadanos de estos países, con una preparación impresionante, y unos conocimientos geopolíticos envidiables, harían lo que fuera para poder viajar libremente, formar parte del espacio Schengen viajar a Estados Unidos, ser “libres” en el verdadero sentido de la palabra.

El Derecho y la Política, no pueden obviar nunca la posición geográfica de un país, es decir la Geografía, y el papel histórico que arrastra la región.

No podría afirmar con certeza que la posición viene a “a echar la culpa a la OTAN por buscar la ampliación”, Rusia conoce que son precisamente los países del Este los que intentan por todas las vías posibles el ingreso en la OTAN. Sin embargo sí, le doy la razón, la OTAN está interesada en la Europa del Este por el deseo de ampliar su esfera de influencia y control geoestratégico de los recursos, en el mundo, que desea que fuera “unipolar” como hasta la actualidad, después, de la caída de la URSS.

Conviene en este punto señalar las dos teorías importantes que marcan el rol inestimable de la Geografía y de la Historia en las decisiones políticas y en el destino de los pueblos y que prevalecen sobre el Derecho y la Política.

En primer lugar señalo la “Teoría del Heartland (Mackinder ,1904) cuya fórmula se puede resumir de este modo: “quien domina la Isla Mundo – es decir el territorio – la tierra del Heartland, dirige el mundo”. Esta teoría del corazón del mundo, es, precisamente, la seguida por Rusia y China en sus empeños de dirigir el mundo en el siglo XXI. Según Mackinder, Rusia y su capital Moscú, están situadas en el eje central del Heartland.

En segundo lugar, y para contrarrestar esta teoría, señalo la “Teoría del Rimland” (Spikman, 1944) que señala que Estados Unidos podrá conquistar el Heartland a través de la potencia marítima, es decir de los mares y los océanos (el anillo de aguas). Si nos referimos, nuevamente, a la guerra que nos ocupa, y si observamos, detenidamente, el deseo de EEUU de ser la única potencia unipolar, y su proximidad a la región del Este, al mar Negro, podemos observar que el Occidente, más exactamente EEUU utiliza, claramente, la teoría Rimland que rodea como un cinturón al Heartland.

Por lo tanto, estamos regidos por la Geografía y por la Historia, sin obviar nunca, por supuesto, el papel importante del Derecho y de la Política.

Biden pronunció un discurso hace años, cuando era Vicepresidente de EE.UU., ante la Rada Suprema de Ucrania. Animó a los ucranianos a la búsqueda de su propia independencia, a perseguir la democracia… ¿Era necesario escenificar aquel apoyo? ¿Qué papel juegan los EE.UU en la solución al conflicto? 

Recuerdo con nitidez ese discurso… y no era necesario, Ucrania consiguió su independencia el 1 de diciembre de 1991, cuando un 90,3% de la población votó a favor de la independencia, al mismo tiempo que Leonid Kravchuk fue elegido primer presidente de Ucrania. Ucrania supo, desde el primer momento que su deseo era el ingreso en las estructuras europeas y atlánticas. Pero al mismo tiempo conocía las dificultades que se encontraría por el camino. Recuerden los acontecimientos posteriores, la época de Yanukovici, de Timosenko, la “Revolución Naranja”. Los grandes “revolucionarios” de aquella época no tan lejana, estudiaron en Estados Unidos. Y todas las acciones fueron realizadas con el apoyo americano. Pero Rusia siempre estuvo allí para parar los anhelos de integración. Sabiendo además que la identidad de la región del Donbass es en su mayor parte rusa, tal como lo es la de Crimea. Ucrania en sí misma es una mezcla de identidades. Pensemos, a título de ejemplo en la región de Odessa, en la Transcarpatia, donde en su mayor parte la etnia de la población es rumana. Por lo tanto, podemos hablar de una Ucrania dividida: la parte occidental representa el núcleo de la idea nacionalista ucraniana, donde se habla ucraniano, mientras que la parte oriental tienen la gran parte de la etnia rusa y habla mayoritariamente ruso.

Desde mis conocimientos geopolíticos, como ciudadana nacida en la frontera entre tres países Rumania, Moldavia, Ucrania, el Occidente, nunca tendrá la fuerza necesaria para “occidentalizar” el Este de Europa. Precisamente, por esta idiosincrasia tan diferente a todos los niveles, de cultura, y de mentalidad. A pesar de que la juventud puede, sí, cambiar el rumbo. Pero para ello, debe pasar un largo periodo de tiempo. Rumania, por ejemplo, tras 15 años de su ingreso en la UE, (2007) no tiene la capacidad necesaria de reorganizar su infraestructura de transporte. No tiene la plena capacidad de utilizar los fondos estructurales y de cohesión de la UE. Es un país que sí, custodia 2700 km de la frontera de la UE, y ahora mismo el la “ultima” frontera segura de la OTAN y de la UE, pero aun así es difícil señalar que es un país que asumió de modo global los valores occidentales.

Sinceramente, creo que EEUU podría jugar un rol importante, si tuviera voluntad de diálogo, mediante el siguiente escenario: incluir a Ucrania en la OTAN, a cambio de la cesión (léase) reconocimiento de la anexión de la región del Donbass a Rusia. Sin embargo, no vaticino que lo haga. Y no porque sigue enviando armas, para fomentar la guerra en vez de buscar la mesa de negociación de la paz, sino porque teme a Rusia, – por su potencial nuclear, al estallido de una catástrofe mundial,  – y por supuesto que teme perder el acceso al Mar Negro, (aunque lo tenga parcialmente, a través de Rumania, Bulgaria y Turquía) pieza estratégica clave. Recordemos que Rusia ya con la anexión del Donbass y de Crimea tiene el corredor que le asegura la salida al Mar Negro.

Jrushchov en 1954 decidió regalar Crimea a Ucrania. Habían pasado 300 años desde la anexión de esta península al Imperio de los zares. Rusia lo anexionó “motu proprio” en 2014. Ahora, hace lo mismo con el este de Ucrania. Realmente, ¿Cree que se enquistará a modo de conflicto perpetuo, en el corazón de Rusia (el este de Ucrania, el Donbass), este problema? ¿Cree, como apunta en su libro, que vivimos una nueva edición de la teoría del Heartland, de Mackinder? 

Sí, ya lo adelanté un poco más arriba, lo que pone de manifiesto nuestra sintonía de pensamiento. Además de Crimea anexionada desde 2014 a Rusia (con una mayoría de rusos en su composición demográfica que votaron a favor de la anexión), la región del Donbass que está actualmente atacada por Rusia, desde febrero de 2021, también tiene en su composición subregiones como Lugansk y Donetsk, donde la mayor parte de la población es rusa. Rusia nunca reconoció a la región de Donbass como ucraniana, de hecho Rusia no quiere reconocer como señalé más arriba siquiera a Ucrania como país independiente. Y nunca cesará en su empeño de reconquistar gran parte de Ucrania, sobre todo la región que rodea al mar Negro. Un empeño es tener salida al mar Negro, y cerrar las puertas a Ucrania a este mar. Por ello conquistó el estrecho de Kercy para bloquear la salida al Mar de Azov a Ucrania y bloquear también de este modo, el comercio con cereales.

No debemos olvidar, que la parte Este tienen una identidad rusa, ortodoxa, mientras que la parte occidental es católica, más próxima a Polonia.

Y, sobre todo, y lo más importante: Kiev fue la primera capital de Rusia (La Rusia de Kiev: 980-1054).

Se tratará al final de un problema perpetuo, que se podría solucionar fácilmente, si hubiera voluntad para hacerlo. Creo que el error de Rusia fue el ataque brutal a Ucrania, en vez de proponer el referéndum de anexión. Sin embargo, Rusia sabía, que nunca lo hubiese conseguido, por las ansias que el presidente ucraniano tiene para que su país forme parte del Occidente, por la afinidad que tiene con Estados Unidos. No, no es reprochable esta afinidad, a fin de cuentas Ucrania busca la democracia, o esto creo…

Pero hablamos claramente de la teoría de Heartland aquí, con el apoyo de China y de otros países como India, los países de América Latina, o los países neutrales, como Turquía, con el corazón partido entre el Oriente y el Occidente (miembro de la OTAN desde 1952) pero en la antesala del ingreso en la UE desde 1968)  – recordemos que tiene sólo un Acuerdo Aduanero con la UE (1995) y que es un país con intereses propios en el mar Negro y en el tablero geopolítico – presto a aceptar pactos como el de la vergüenza – recuerden el episodio de 2015 y a los refugiados sirios que se quedaron “atrapados” en Turquía, por el “no” claro de una UE incapaz de gestionar la política migratoria. Creo que Mackinder tuvo razón… El siglo XXI puede pertenecer a Eurasia.

Usted escribe que “sin duda alguna (…) la prioridad más importante para los ciudadanos ucranianos consiste en solucionar los problemas que quedan pendientes con Rusia, y la restauración de la paz en el país”. ¿Ve posible que algún día impere la paz entre estas dos naciones frente al deseo de revancha?

Sí, veo posible que algún día impere la paz entre los dos países, aunque no lo lleguemos, probablemente, vislumbrar nosotros ahora. Para que ello se lleve a cabo, no obstante, han de ocurrir varios acontecimientos: que los dos países tengan el uso de la razón: ser capaces de reconocer sus errores y enmendarlos.

En primer lugar, pensemos en Rusia. En ese gran país – al que no podemos aislar desde el Occidente eternamente – habrá cambios sólo si lo decide el pueblo ruso. La juventud. Sólo una revolución interna podrá cambiar el régimen. Hasta entonces se perpetuará el anhelo de reconquista, no sólo del presidente actual, sino de sus seguidores más jóvenes y de la mayor parte de la población rusa. La población joven que actualmente huye para salvar sus vidas, podría iniciar la llama de una revolución. Como lo hizo Rumania en aquel memorable diciembre de 1989. Pero hoy por hoy, no lo veo factible. Por otra parte, se espera de Ucrania, que reconozca que también está en litigios y tensiones con otros países por territorios que no le pertenecen (véase las regiones rumanas, el canal Bastroe construido en el Delta del Danubio – que es  territorio rumano) para tener acceso al mar Negro (porque ellos presentían los ataques rusos y la búsqueda de reconquistar sus territorios desde siempre), o la Isla de las Serpientes  – de gran valor estratégico – situada en el mar Negro que también fue rumana, y el Tribunal de la Haya decidió repartirla entre las dos naciones, pero ofreciendo a Ucrania una mayor porción del territorio. Y podría seguir… Pero sí, veo posible en el futuro, un entendimiento, con el cambio generacional.

En cuanto a su segunda pregunta, de este apartado, creo que por ahora, tristemente podemos señalar el deseo de revancha, antes que el deseo de paz. Teniendo el apoyo total del Occidente, los ciudadanos ucranianos que se permitieron huir del horror, porque no todos lo pueden hacer, salieron de su país, y se prevé que se forme una diáspora impresionante que defienda el deseo de revancha en los próximos años. Algunos regresaron, y siguen deseando revancha. Por esto pienso que la paz, tiene que llegar, por ahora, a través de acuerdos diplomáticos, para que la ciudadanía cambie de mentalidad. Que se eduque en el deseo de buscar la paz.

La oleada de migrantes hacia la Unión Europea, ¿Qué impacto tendrá en esas personas, en sus vidas, profesiones, relaciones…? ¿La Unión Europea está respondiendo a esta nueva crisis de refugiados, mejor que con la anterior provocada por la guerra de Siria?

Y sí, la oleada de migrantes hacia la Unión Europea, creo que tendrá un impacto positivo. De las 41,4 millones personas, (la población de Ucrania), 9 millones de personas abandonaron a su país, y otras 6,5 millones personas se desplazaron internamente. Más de la mitad cruzaron las fronteras de los países limítrofes, abarcando, todos los países de la UE. A España llegaron 110.000 personas que ya recibieron la protección temporal como refugiados, (Gobierno de España, septiembre, 2022). «Vamos a darles toda la protección y oportunidades posibles, para que se sientan como en casa» (Presidente del Gobierno, 2022). Y sabemos que existe una excepcionalidad que reviste la acogida de personas procedentes de Ucrania. Hablamos de la “protección temporal”, que, a diferencia de la “protección internacional” agiliza los trámites “de modo exprés” y “deriva” a las personas, ofrecer atención total frente a la incertidumbre, para reiniciar sus vidas. Por lo tanto, la UE dio y sigue dando muestras de clara e indudable solidaridad con el pueblo ucraniano, que tendrá la posibilidad, en primer lugar de reorganizar sus vidas y la de sus hijos, aprender otros idiomas y tener la oportunidad de quedarse tras los dos años de acogida en los países receptores, creando esta gran diáspora ucraniana que señalaba más arriba, que defienda su país en el futuro. Se les ofrecen incluso puestos de trabajo según su formación. A título de ejemplo, en el CSIC, obtuve hace poco, un proyecto sobre el impacto que tiene la guerra de Ucrania sobre España en el contexto geopolítico europeo, y se le ofrece la posibilidad a una persona ucraniana que venga al CSIC a trabajar en su campo que es la investigación. Y no se trata sólo de mi proyecto, se ofrecieron varios en nuestra institución. Y así, en cada área de trabajo. Con ello, quiero señalar que el impacto es positivo, a pesar de haber abandonado sus hogares. Aunque en condiciones trágicas… no se han ido hacia la nada, incluso pudieron escoger países. En Rumania se quedaron pocos, porque prefieren los países más desarrollados, como Polonia, Alemania, o los países nórdicos. Nunca la UE se volcó con tanta fuerza y magnitud con los refugiados de ningún otro país.

En un momento de su libro, valora que Zelensky, en las pasadas elecciones de 2019, recibió el control total sobre el Parlamento, controlando la Rada Suprema y el Gobierno. Con 250 de los 450 diputados. Es decir, que los propios ucranianos habrían hecho su particular transición, y Rusia vendría a truncarla… ¿Cree que ha sido Zelenski un candidato de unidad?

El pueblo ucraniano deseaba un líder con un perfil digamos diferente. Un ciudadano con relaciones, un actor, una persona con vocación europeísta, de unión. Sí, si tenemos en cuenta su gran trabajo desde febrero, desde el estallido de la guerra, sus apariciones su deseo de lograr la victoria, sus reiteradas peticiones al Occidente de apoyo.

Como se sabe, Rusia era y es favorable a una cooperación tecnológica con la Unión Europea, a cambio, de dar recursos y cooperación energética. Rusia, en las última décadas ha sido el Plan B de Alemania (Prisioneros de la geografía de Tim Marshall), si el eje franco-alemán no llegara a un entendimiento. Esto, evidentemente, con la guerra de Ucrania, ha dejado de ser así. ¿Quo vadis Alemania?

Muy interesante e inquietante pregunta. Confío en una cordura por parte de las dos partes: UE (Alemania) y Rusia, por el bien del pueblo alemán, que depende en su mayor parte (como Estonia) de la energía rusa. Rusia siempre encontrará un mercado para vender su energía, en el Este. Rusia es un país con recursos en todos los sentidos. Pero Alemania se verá obligada a esta “gran trasformación energética” que se prepara en la UE, y que tendríamos que ver cómo se llevaría a cabo. Me gustaría saber que todo se pueda solucionar a favor de Alemania, y que el gas ruso pueda volver a ese país. Las relaciones entre los dos países siempre fueron cordiales, probablemente por este interés pero para que ello ocurra, es necesaria la paz. Y no sé si el invierno que se aproxima podría traer consigo un atisbo de paz.

¿Afectará a la unidad europea esta guerra? Y, dentro de la Unión Europea, ¿cree que el eje de Visegrado, beligerante con cualquier forma de componenda con Rusia, llevará el peso de la Política exterior, en oposición a las políticas de Francia y Alemania?

Creo que la guerra, a pesar de ser un factor de discordia en la UE, sobre todo, por las tendencias de ultraderecha de algunos países de Visegrado, incluso más recientemente en Italia, además de otros intereses de carácter nacionalista, no afectará la unidad, la cohesión de Europa. Creo que la UE permanecerá unida, y las muestras se ven a diario  pero repito, es necesaria siempre que haya unión en las decisiones, en las reuniones, en las cumbres. Sentarse para aproximare a Rusia de algún modo,  más allá de los paquetes de sanciones. Porque la sanción trae siempre revancha. Cuanta más sanción, más revancha. Es lo que observamos desde febrero hasta la actualidad. Y los que pagan son siempre los ciudadanos mediante la tremenda inflación, la subida de los precios, el frío invierno que se aproxima, el corte de energía… La independencia energética en la UE, será todo un reto.

Se hace eco de las palabras de Brzezinski, en 1998, cuando dijo que “la transformación de Ucrania de una prolongación europea de Rusia en una barrera de Rusia hacia Europa será muy difícilmente aceptado por Moscú”. Si se sabía esto ya en 1998,… ¿Cómo explica el cambio de actitud de Putin hacia Occidente, desde los tiempos en que Rusia se asoció a la Plataforma para la Paz, en el marco de la OTAN? Realmente, como pensaba Gorbachov y, sin duda Putin, ¿Occidente se ha separado de una promesa de construir una estructura de seguridad paneuropea, con Rusia dentro?

Sí, me hago eco de las palabras de Brzezinski, en 1998, cuando dijo que “la transformación de Ucrania de una prolongación europea de Rusia en una barrera de Rusia hacia Europa será muy difícilmente aceptado por Moscú”. Pero también comprendo el deseo de Rusia de aproximarse a la Unión Europea, desde su poder energético, su gran capital humano Rusia pensaba – y creo que todavía anhela – la formación de una Eurasia fuerte, de la que forme parte además de China, también la UE: Rusia, en mi opinión, actualmente sufre por la soledad a la que está sometida. Ya nadie la reconoce. Está sola e intenta recuperar, poco a poco, las relaciones con algunos países de la UE (véase la puesta en marcha del gaseoducto hacia Austria e Italia), o los intentos de (re)aproximación al menos al nivel científico. Además, creo que desde Europa, en cuanto se logre el alto el fuego, no se puede aislar continuamente al más grande país del mundo, que además, tiene el apoyo de China. Ahora bien, desconozco si encontrará tan pronto el perdón de la UE si la UE tendrá pronto la voluntad de aproximación a Rusia. El tiempo lo dirá. Las nuevas generaciones, las de cambio, tendrán esta tarea.

Apuesto, por un mundo multipolar, por un Nuevo Orden Mundial, en el cual, cada país, cada región tengo su esfera de influencia, que no de poder: económica, energética, militar, cultural, científica… Que haya una confluencia, una sinergia entre las potencias. Creo que sólo de este modo se lograría la paz entre las naciones y un cierto equilibrio geopolítico en el tablero mundial. En el siglo XXI es difícil hablar ya de unipolaridad.

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