La paradoja de Michael Jackson

Mundo · Lorenzo Albacete (Nueva York)
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3 julio 2009
Michael Jackson domina los medios de comunicación de Estados Unidos. Desgraciadamente sé de Michael Jackson lo mismo que de Twitter, donde he empezado a escribir editoriales (me pregunto si uno y otro no están conectados, los dos tratando de escapar de los límites de la biología y de una realidad que se percibe hostil).  

Para aquéllos que, como yo, no hemos visto otra cosa en Michael Jackson que un artista de talento musical, eso sí,  algo extraño, lo que ha emitido la televisión durante la semana pasada nos ha hecho descubrir otro planeta. El otro día, con las noticias del golpe de Estado en Honduras parecía que los medios de comunicación iban a dejar de buscar en la vida pública y privada de Jackson, parecía que iban a ocuparse de lo que estaba sucediendo en el mundo. Pero las noticias de la jacksonmanía, con las novedades sobre el funeral, han vuelto a ocuparlo todo.

Michael Jackson era una superestrella global y lo están demostrando las reacciones que se están produciendo en todo el mundo con su muerte. Pero creo que las reacciones en los Estados Unidos son diferentes a las que se producen en otros países. Según la revista Newsweek, "Jackson ha optado -con cálculo- por rehacerse a sí mismo como un sueño americano de inocencia y de deseo de ser amado". De hecho, Jackson "es esencialmente uno de los puros productos americanos", como escribió en 1923 William Carlos Williams, que "acaban por terminar locos".

La juventud "posmoderna" estadounidense tiene la vida difícil al intentar afirmar su postmodernidad. Porque el  problema consiste en transformar la realidad, en lugar de evitarla con un relativismo cínico. Hay muchos modos con los que la realidad impacta en la vida americana: la realidad de la raza, el fideísmo protestante, el género, el fuerte sentido de pertenencia a la familia y la opuesta exaltación del individualismo o la atracción por el éxito económico. El sueño americano es mantener todo esto al mismo tiempo. La única manera de hacerlo es mediante la creación de un "yo" que es todas estas cosas a la vez. Michael Jackson era un icono: al mismo tiempo víctima y verdugo, blanco y negro, profundamente religioso y laicista, hombre y mujer, padre y un egoísta sin compromiso, pobre y muy rico.   

¿Quién era el verdadero Michael Jackson? ¿Ha quedado algo dentro de este extraño ser humano que ha construido y sufrido la transformación en un icono postmoderno? Para aquéllos de nosotros que creemos en Cristo, el verdadero Michael Jackson nunca será destruido y lo encomendamos a la misericordia de Dios. Delante de Jackson, icono de un dios postmodernos americano, rezamos por los que siguen buscando el verdadero Uno.

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