La negociación fue inmoral, ilegal y punible

Creíamos que los errores cometidos durante la pasada legislatura habían sido enmendados. Es decir, que tanto el PNV como el Partido Socialista habían llegado a la conclusión de que la negociación con ETA o el mal llamado proceso de paz no conducía a ninguna parte, tal y como han demostrado los hechos. Que nunca más se iba a dar credibilidad a sus promesas de abandono de la violencia, legitimidad a sus interlocutores para dialogar. Que no se iban a negociar recompensas a cambio del fin del ruido de las pistolas, que no se iba a premiar por dejar de matar. Y llega Patxi López y afirma tranquilamente que no tiene ningún remordimiento de lo que hizo y que, además, lo volvería hacer. E Ibarretxe pide que no se le juzgue nunca más por tal comportamiento. Aquí no ha pasado nada.
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha decidido no juzgar a ambos y ha archivado la causa abierta contra Ibarretxe y López por reunirse en verano de 2006 con los batasunos. Tenemos que hacer memoria y recordar cómo se produjeron esas conversaciones y en qué contexto. ETA había anunciado una supuesta tregua, pero en el fondo estaba negociando con el Gobierno. El Ejecutivo de Zapatero estaba eufórico contemplando la utópica posibilidad de acabar por las buenas con la banda terrorista ETA. Otegi era un hombre de paz. Es verdad que no había asesinatos, pero también es cierto, y no se quiso ver, que la violencia, el chantaje y las amenazas nunca acabaron. En ese contexto Batasuna era ilegal y, por encima de la ley, el lehendakari y el secretario general del PSE se sientan con ellos a hablar.
Lo que ocurrió en esas conversaciones fue inmoral, ilegal y punible. Inmoral porque el Estado se sentó de tú a tú con los terroristas para negociar su fin y les ofreció compensaciones. Una vez más, hubo atajos en la lucha contra ETA y, aunque no se puede comparar con épocas negras del pasado, no se cumplió la ley. Se pensó que había impunidad para saltarse la ley, que se podía estar por encima, que el fin justificaba los medios y que no se iba a pagar por ello.
Es verdad que este juicio se iba a celebrar en el peor de los momentos posibles, en plena campaña electoral vasca y que iba a ser la mejor estrategia para alimentar el victimismo del PNV, y que también beneficiaba al socialista Patxi López. No parecía ser muy normal que los dos únicos candidatos con posibilidades reales de alcanzar la lehendakaritzia estuvieran sentados en el banquillo de los acusados. Pero este juicio debería haberse celebrado. Su archivo ha supuesto dos duras bofetadas a las víctimas del terrorismo y a la sociedad en su conjunto: ha venido a confirmar que se puede estar por encima de la ley, que hay políticos intocables y, lo peor de todo, que el diálogo y la negociación con los terroristas no está mal.
A pocas semanas de las elecciones vascas, esta causa también ha venido a demostrar que en el fondo Ibarretxe y Patxi López apuestan por el mismo camino: el diálogo. Aunque la alternancia política después de más de 20 años de poder nacionalista es muy deseable, hay que estar en alerta por lo que pueda significar el socialista de Patxi López, Eguiguren y compañía. Aviso a navegantes.