La mirada de Ouka Leele, la última película de Rafael Gordon
¿Crees que la película te ha ofrecido miradas nuevas sobre ti misma?
Empiezo a saborear la película ahora. En el pase de prensa es la primera vez que la he visto tal como es, tal como se va a presentar al público. Todavía no me siento capaz de saber qué va a pasar, qué me va a dar esta película. Pero sí puedo hablar de lo que esta película ha sido. Primero, una unión entre personas amantes apasionados del cine, involucrados en hacer una película. A mí particularmente me ha encantado la parte que me ha tocado, ya que ha sido al otro lado de la cámara, algo mucho más relajado para mí, ya que, aunque parezca y suene extraño, a mí tanto cable, diafragma, obturador, etc, me agotan. Y estar como actriz o modelo me divierte mucho más, y dependo sólo de mi propia persona sin técnicas y electricidades. Con la cámara estaba Julio Madurga, que ha sido todo un privilegio, mucha de la belleza de la película emana de su mirada. Por otro lado Rafael Gordon, dirigiéndonos desde su cabeza sin que ninguno supiera adónde quería llegar. Pero creo que finalmente ha sido un magnífico resultado. Parece el misterio de la Trinidad, tres miradas, pero sólo una.
Es gracioso porque yo siempre he dicho que OUKA LEELE somos todos, todos los que forman una obra de arte con pasión. Debería contestar a la pregunta y estoy dando rodeos. Empezamos a rodar en 2002 y desde entonces ha sido todo un proceso, donde lo principal ha sido el crecimiento de una indestructible amistad, ha sido una inmersión en el corazón de cada uno de nosotros y de todos. No puedo de momento decir más.
¿Piensas que el estilo visual del film, su montaje, su ritmo, su fotografía, su elección de encuadres… son coherentes con el estilo visual de Ouka Leele?
Creo que sí, aunque por supuesto seguro que no es la película que yo habría hecho sobre mí. Da una visión, creo, muy humana y cercana con algo de olor a vela encendida y cálida. La gente que la va viendo dice que encuentran el mundo OUKA LEELE en toda la película.
¿Qué es para ti le espiritualidad del arte?
El arte es una alquimia, una magia, una conexión con lo intangible, y el artista es una especie de médium, de mediador entre lo intangible y lo material. Creo que el artista ha de buscar la curación del que ve la obra. Ha de tocar su espíritu, recordarlo, despertarlo. En definitiva encender la llama o darle al fuelle para avivarla.
¿Qué cambio se obró en la mirada de Ouka Leele después de su cáncer?
Me tranquilicé, me calmé, valoré la vida por encima de todas las tonterías y superficialidades. Valoré lo mínimo, para dar lo máximo, por eso las hormigas, los caracoles con su excelsa lentitud… Me di cuenta del milagro que es estar vivos, del regalo que nos ha sido dado y en el que estamos inmersos, como un precioso río transparente lleno de tesoros, mientras estamos preocupados por facturas y qué dirán y cuánto me hieren y qué malo es éste y qué envidia me da el otro. Mientras tanto, el río silencioso, más callado que la nieve, brilla en cada uno de sus tesoros, y vamos nadando contracorriente y sin mirar. Si te relajas y te dejas flotar, el río te lleva. Digo todo esto ya que he tenido una temprana escuela. Pero no soy ninguna maestra todavía, tengo tendencia al olvido.
¿Qué es lo que te atrae de San Juan de la Cruz?
Su amor inmenso, ése que duele dulcemente en el centro del corazón y del alma. Su forma de contarlo con tanta belleza en sus poemas. A veces el corazón se inflama, se incendia de tal manera, que no puedes soportarlo y las palabras de San Juan de la Cruz te ayudan a entender, a compartir ese sentimiento, a desearlo, a no estar en la noche oscura y, aun estando, amarla también, en espera de que el amado te toque con su luz, pienso que la ausencia de su luz tiene que ver con el olvido. Aunque si según Borges no existe el olvido… No será tal vez el olvido sino el andar de espaldas a la luz, ¿por qué hacemos cosas tan raras?
Al escribir San Juan… qué calificativo estupendo el de Santo. Mejor que el de Premio Nacional de Fotografía ¿no? Cuando pienso esto me acuerdo de eso que decía el más luminoso, que no sepa tu mano derecha lo que hace tu izquierda, así que ¿no sería mejor adornarnos con ese adjetivo o epíteto, sin que ni siquiera lo llegara a saber nuestra otra mano?