La mejor oferta

Virgil Oldman es un vendedor de antigüedades, egoísta y obsesionado por su trabajo. Todo cambiará cuando reciba una misteriosa llamada de una joven, que sufre un tipo de trastorno de ansiedad (agorafobia) que quiere la tasación de todos los objetos de la mansión en la que habita, tras la muerte de sus padres.
La película bebe de las fuentes de Martin Scorsese en La invención de Hugo y Hitchcock (Vértigo, Marnie, la ladrona…). El cineasta transmite grandes dosis de intriga junto a una trama donde la tensión amorosa se mantiene en el tiempo y nunca deja de interesar, no obstante, ante un hecho decisivo, todo se desinfla como un globo. Los últimos quince minutos se convierten en una auténtica paranoia, cargada de erotismo que decepciona y que tan sólo logra que del sobresaliente se pase al notable raspado. Por otra parte, el autor expresa no sólo su amor a la música, pues cuenta con el gran Ennio Morricone, sino también su amor a la pintura.
La actuación de Geoffrey Rush (el logopeda de El discurso del rey) lo borda. Sin embargo, esta producción cuenta con un elenco de secundarios de primera línea, sin los cuales este relato no sería lo mismo porque aporta sus grandes granos de arena para enriquecerla. Donald Sutherland, por el que siento gran simpatía, hace a la perfección de amigo pícaro, mientras que el actor, Jim Sturgess, como confidente, resulta muy convincente.
La conclusión positiva (la verdad no es fácil) que podemos sacar de esta entretenida e intensa cinta con chispas de humor es que estamos ante una historia de una persona que dejó de mirarse al ombligo y aprendió a amar a los demás, aunque…