La luz de Indias

Los que llegan han dicho que no hay dinero para pagar a los funcionarios. La deuda debajo de las alfombras. Esta España que tendrá que aprender, de nuevo, a hacer todo. Aprender la paciencia del arado. En las aceras, ahora anchas, que rodean la Puerta de Alcalá, una exposición de fotos de la Fundación Síndrome de Down de Madrid. Todo son caras, caras de niños y niñas que podrían no haber nacido, caras con esa contundencia positiva de quien existe. Alegría. Comparten el espacio de la acera y se lo disputan, con su sinceridad, a las vallas con las fotos de Nils Butler, la cara de la campaña de primavera-verano de Calvin Klein. Estética atractiva, ojos negros con exceso de rimel, foto a través de una lente de webcam o de una cámara de seguridad. Butler recuerda que, en este comienzo de siglo, somos siendo observados. Y vuelvo una y otra vez al contrapunto de las caras de los niños.
Y con esta luz de Indias se viene a la cabeza la conversación con José Mateos, poeta jerezano cantado por Loquillo, y sus versos de La Niebla: "¿Eso (para mí la mañana, la luz y los niños) es noticia de una Ley más justa? / ¿Eso es amor, piedad, presentimiento / de que escondido tras el muro blanco / hay más de lo que sabe el que más sabe?". Mateos, ya de vuelta del gran silencio impuesto tantas décadas, busca detrás del muro y dispara la pregunta que no se puede formular porque siempre hay que hablar de otras cosas: "Las caras que tuviste, resumidas / en tu última cara ¿serán sólo / fecha en un mármol, lágrima y herrumbre? / ¿Se perderán contigo esos recuerdos?". Sus versos sirven para dar cifra a la nostalgia que despierta el verde de más allá del mar: "En la copa vacía, toda llena / de una ausencia que espera ser colmada, / está la desnudez más transparente".
Necesitamos gente como José, que sienta lo que dicen sus versos, para meter el arado en la tierra. ¿Cómo podremos construir sin la luz de Indias? Plus Ultra. Mañana de Domingo.