La ´libertad´ de Obama
Nunca he visto nada parecido. Hay muchas explicaciones a lo que está sucediendo: la influencia de los medios; la utilización de nuevos medios; la desastrosa situación económica; los profundos cambios en el perfil racial, étnico, religioso y cultural de la nación americana; el conocimiento de conexiones globales desconocidas que pueden determinar nuestro futuro sin que podamos hacer nada al respecto, etcétera. Todos estos factores seguramente están contribuyendo al entusiasmo sin límites que ha vivido este país durante tres días seguidos, pero no es suficiente para explicarlo.
Ciertamente, hay muchos que no han votado a Obama y que están preocupados por lo que viene. Todavía no han intervenido, sorprendidos por la Obamamanía desatada en el país y confusos por la actitud "centrista" que hasta ahora ha tenido Obama. A otros les preocupan las medidas de seguridad contra grupos, como los "integristas blancos", que podrían constituir una amenaza para la vida del nuevo presidente. Por últimos, están aquéllos que querrían apoyar muchos de los cambios propuestos por Obama pero que están convencidos de que antes o después, y más pronto que tarde, tendrá que pagar por el apoyo recibido de la extrema izquierda, tanto política como cultural. Éstos están obligados a responder al estímulo de Obama que dice "sí, podemos" con un rotundo "no, nosotros no podemos".
A lo que estamos asistiendo a nivel nacional no es muy diferente de lo que sucede cada domingo en muchas iglesias afroamericanas, conocidas comúnmente como "Bautistas del Sur". Son las iglesias donde nacieron los espirituales negros, cuyos apasionados predicadores mantenían viva la esperanza de los esclavos. Aquélla era verdadera fe, una fe plasmada íntegramente por los textos bíblicos, particularmente por las esperanzas de libertad contenidas en el Antiguo Testamento. La ética propuesta por estas iglesias era una ética de asistencia mutua y de respeto por uno mismo. Cuando la lucha por la liberación se transformó en una lucha por reformas jurídicas y "derechos civiles", originada en el Norte, más secularizado, y apoyada por sus iglesias protestantes, la influencia de estas comunidades guiadas por la Biblia empezó a disminuir, especialmente entre los jóvenes negros, que terminaron entendiendo la libertad en términos propios de la ideología secular de izquierdas y el "éxito" en términos propios del pensamiento conservador. Al final, ninguna de estas ideologías llegó a cumplir las esperanzas de los afroamericanos que se habían adherido a ellas. Algunos buscaron refugio en el islam, otros simplemente no encontraron nada más y se quedaron con lo que tenían, mientras que otros renunciaron a cualquier esfuerzo por encontrar una auténtica liberación espiritual.
Barack Obama, precisamente porque no vivió este trozo de historia, ha podido recoger la sed espiritual de la población afroamericana y ha dado comienzo al "movimiento" político que le ha elegido presidente, creando una alianza política entre la población afroamericana secularizada y la izquierda política. La clave de su éxito ha sido la respuesta de los afroamericanos a la inteligente comprensión por parte de Obama de lo que ellos llevaban en el corazón, al decirles: "Estamos listos para volver a creer".
En 1968, Martin Luther King Jr. (ministro baptista) ya se movía en esta dirección, la transformación de la nación en una iglesia baptista negra al viejo estilo del Sur, pero fue asesinado. Hoy, 50 años después, Barack Obama ha logrado poner la primera piedra de esta Iglesia. La pregunta es: ¿y el componente político de izquierda de su coalición? Lo que está claro es que no tiene ningún interés en entrar en la nueva Iglesia nacional "de estilo baptista".