Editorial

La lección italiana: el precio de la política-gestión

España · PaginasDigital
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3 octubre 2013
Durante los últimos días el Gobierno y el mundo empresarial español han mirado a Italia con una mezcla de miedo y de enfado. Los dos primeros meses del año se ha conseguido colocar, en el mercado primario de deuda, con intereses no muy altos, una buena cantidad de las emisiones previstas para este año. Y la dichosa prima de riesgo seguía en niveles razonables hasta que en la noche del pasado lunes quedó claro el hundimiento de Monti, el resurgimiento de Berlusconi y lo pírrico de la victoria de Bersani. El peor resultado electoral posible para una España a la que los fondos de inversión con sede en Estados Unidos o en China meten en el mismo saco que a Italia.

El Gobierno se apresuró a anunciar que había conseguido una reducción histórica del déficit hasta dejarlo en el 6,7 por ciento en 2012. Y a recordar que España no es Italia porque Rajoy tiene mayoría absoluta. Al acabar la semana, hasta los economistas más serios empezaban a creerse la frase: Spain is different, en este caso en sentido positivo.

Son muchas las diferencias, en el terreno económico y el político. Monti, el hombre que consiguió reducir la prima de riesgo de los 600 puntos básicos en los que la dejó Berlusconi, que recortó 60.000 millones en gastos y que subió el IVA, el hombre que evitó un rescate que hubiera sido imposible, nunca tuvo partido. Siempre fue el hombre impuesto por Europa para conjurar el abismo. Rajoy, que ha conseguido la disciplina fiscal en tiempo récord, incumpliendo dos veces su promesa de no subir impuestos, llegó al Gobierno con el mayor respaldo social que nunca ha contado el centro-derecha.

Pero no es descabellado pensar que, a pesar de las diferencias, el síndrome Monti pueda acompañar a Rajoy. Es, por otra parte, lo que le sucede a menudo al centro-derecha en España: arregla la economía y las cuentas de una izquierda que ha hecho política. El centro-derecha gestiona, los cambios de calado los hacen otros.

Rajoy tiene motivos sobrados para colgarse medallas. Cuando lleva poco más de un año en el Gobierno ha acometido reformas valientes (laboral, financiera) y ha evitado el rescate. Fue su línea argumental en el pasado Debate del Estado de la Nación y, por eso, lo ganó.

Pero el que esté haciendo lo que tiene que hacer como gestor no significa que esté haciendo política de calado o que así la perciban los ciudadanos. Más allá de la economía, la reforma educativa que ha emprendido ha sido muy modesta y solo la presión social va provocando, poco a poco, mejoras. Habrá que esperar a ver cómo queda el texto definitivo. En política social también todavía está por ver qué alternativas a la herencia de Zapatero pone en marcha. En el terreno de la justicia, los últimos vaivenes del ministro Gallardón le han restado credibilidad. Sin duda su primer año ha sido de tal gravedad que hubieran hecho falta muchas energías para conseguir algo más que salvar el barco del naufragio. Pero a lo peor la dirección ya está marcada para toda la legislatura.

No es solo la dureza de los sacrificios la que pasa factura sino la ausencia de una narrativa. Falta un relato sobre la nueva España que es necesario construir, sobre lo que se puede levantar en sustitución del acabado Estado del Bienestar.

A comienzos de febrero, según ///http://1.bp.blogspot.com/-ih3RYe9fESs/URbsisiGvQI/AAAAAAAACp4/AqaSnGuDKM4/s1600/1+SONDEO+EL+MUNDO-+SIGMA+DOS+Intencion+de+voto.jpg///SIGMA DOS///, el PP había perdido ya 11 puntos en intención de voto. Gracias a la grave crisis de los socialistas, mantenían con el primer partido de la oposición una ventaja de 6 puntos. El ///http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/2920_2939/2932/Es2932.pdf///Barómetro del CIS/// de las mismas fechas apuntaba en la misma dirección, aunque reducía las pérdidas a 9,6 puntos y la diferencia con el PSOE a 5 puntos. El sondeo de ///http://blogs.elpais.com/metroscopia/2013/02/barometro-electoral-febrero-2013.html#more///Metrocospia/// del pasado mes no solo dispara la pérdida de apoyos del PP (20 puntos menos). Dispara también la abstención en casi 20 puntos y le da un gran avance a los partidos minoritarios. Dicho de otro modo, el bipartidismo en España está en mínimos. Es cierto que el sistema electoral español protege ese bipartidismo pero la amenaza de que Rajoy pueda ser el verdadero Monti Bis no habría que perderla de vista. No basta con hacer los deberes, es necesario hacer política.

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