La isla de Jiménez Lozano

Cuando haceunos meses decidí con un grupo de estudiantes de Universidad Complutense de Madridemprender la elaboración de una web sobre José Jiménez Lozano sabía que, ademásde una tarea que emprendíamos con gusto y desde una entrañable amistad, era unaasignatura pendiente en la Historia de la Literatura Española Contemporánea másreciente.
La Páginapodía ofrecer -puede ofrecer- a muchos lectores la posibilidad de conocer laobra, rica y variada, del autor. Jiménez Lozano ha recibido poca atencióncrítica por parte de la Academia, cosa que, por otro lado no ha buscado y, enalgunos casos, ha evitado. Ha preferido estar cerca de sus lectores. Por eso sepuede decir que el autor es un outsider, figura que, por otro lado, goza de no pocos yespléndidos precedentes en la historia literaria. La ventaja deeste apartamiento es que le ha permitido el encuentro con poderosos mundosimaginarios. Sin prestar demasiada atención a los chismes de corte, el autorpermanece a la escucha, sigue atento a esas historias de hombre que, esassí, son su compañía.
Ahora bien,decir que es un autor fuera del coro es bien poco. Lo importante es señalar quéle ha permitido esa soledad, cómo ha ido tejiendo su singular obraliteraria, qué lo hace diferente en el panorama de la Literatura EspañolaContemporánea, por qué es una figura única de nuestra literatura más reciente.Su obra no se parece a nada de lo que se ha escrito en las últimasdécadas y se resiste a las etiquetas, aunque hayan sido muchas las que le hancaído encima. ¿Es realista, es simbólico, es acrónico, es fabulador, esbíblico? De todas escapa y todos estos términos deberían ser matizados yexplicados, revisitados a la luz de cada una de sus obras. Su voz única, o pormejor decir, la multiplicidad de sus voces, sorprende en cada publicación: lasintensas paradojas de sus cuentos, la fuerza apabullante de sus historias, elcarácter fabulístico de sus mundos no parece que en su variedad sean frutos dela misma mano.
Susingularidad reside en que el autor escucha, recrea y vitaliza nuestra lengua ycrea un cosmos nuevo. Hace viajar las palabras de nuestro castellano, estrenadoen el XVI y del que parece no despegarse, por tantas latitudes, que laspalabras se hacen universales. Nombra tanta vida que lo ya olvidado y oxidadorenace. Entra en tantos corazones que, gracias a su pluma, se descubren los plieguesdel misterio de la condición humana. Esta es el secreto de sus relatos ynarraciones.
Historias sele han presentado como ‘otras' pero nunca las ha dejado huérfanas, el escritorse ha implicado con ellas y ha sufrido con sus heridas y dolores: con lostotalitarismos del siglo XX, la Inquisición, la crisis religiosa europea delXIX, la pérdida de una cultura de siglos, el culto a lo feo, etc. Al mismotiempo, a través de sus figuras ha mirado y remirado tanto los colores delmundo que nos los devuelve, en su variedad y riqueza de matices, comodesde la primera vez que fueron vistos. De este modo nos hace añorar la visióndel principio del mundo.
Desde que loconocí, han ido cayendo muchas de las etiquetas y parapetos que han marcado uocultado al escritor y que lo han hecho y hacen para muchos infranqueable.Ojalá esta página sea una contribución para desmontar unas y otros. El primerparapeto es el de un deliberado silenciamiento. No son pocas las obras dereferencia dedicadas a la Literatura Española Contemporánea donde no aparece nisu nombre. Cosa sorprendente cuando su presencia literaria comienza en 1971 yhoy sigue publicando con mayor maestría y vitalidad si cabe que en aquellosaños. Como ha dicho ya alguno de sus críticos, la buscada marginalidad ala que se le ha condenado responde a razones extraliterarias. Aunque sugrandeza literaria no se puede oscurecer -ha recibido los premiosliterarios más importantes de nuestra lengua-, sus obras se ofrecen a secretasy calladas lecturas.
Otro de losparapetos que es necesario remover es el de la idea, gastada y cansina,de que se trata de un escritor ‘castellano', donde el apelativo se traduce casiinmediatamente por la dedicación a esos pueblos y esos hombres que ya anadie interesan. Los dramas de Jiménez Lozano reflejan las nuevas piedades deAntígona, las tristes injusticias contra Spinoza, la profecías deDostoyevski o las ferocidades de los predicadores de Flannery O'Connor,por poner varios ejemplos, tanto como la negrura de un pensamiento de una mujerde Castilla o de un amor imposible entre un cristiano y una judía, o del dramade un emigrante de la Europa del Este en la España actual, por no hablar de lavoz singular de un jubilado rememorando la Guerra Civil española en Lasalamandra. Y no los cito porque sean trasuntos de sushistorias, sino porque con estos personajes y escritores ha pasado elautor muchas horas de conversación, cosa que se nota en su escritura. Harecreado otros mundos: los perfumes de Mesopotamia, los dramas de Jutlandia,las blancas estepas rusas, las frías casas de la Inquisición, el fulgor de unaplaza de Alejandría, la vecindad de la Palestina del siglo primero, o lairreductible Port-Royal en Francia. Por no hablar de su personal manera devolver sobre la historia –memoria passionis– como si fuese un asuntode antes de ayer, cuyo conocimiento nos hace más hombres.
Ahora bien,no ha cesado ahí el oscurecimiento del escritor. También se le haetiquetado de católico como marca para alejar a muchos de su obra, sólo porqueha osado decir que la belleza que no atiende al Misterio, deja de serlo, oporque desde su fe ha criticado aquella que se reduce a defensa de la casta.Para otros es jansenista, etiqueta que se acuñó durante la dictadura. Fueentonces cuando se le denominó ‘miembro único' de este supuesto partido. Así sele podía alejar de otros lectores, mientras pesaba sobre él el estigma de loheterodoxo o de lo raro, suficientes motivos para abstenerse de leer sus obras.
Paratodos los que se han detenido tras estas etiquetas vaya esta página, asícomo a todos aquellos que no le conocen. Se irá actualizando y completandoperiódicamente. Intentaremos no perder por el camino el deseo del autor, que laencabeza: "Y mi deseo, por lo demás, es que nunca pierda lo quees más exigible a quien escribe, que es que no llegue a ofrecer banalidad ni seaparte de mí el temor de ello. Y así, no es que me lance a salir al gran océanoinformático; estaré muy a gusto en el "Mare Nostrum", como una islaen una lagunilla, pero con el agua que Homero vio que tenía una sonrisainnumerable".
En esa islaentramos www.jimenezlozano.comy, rodeados, espero, por esa sonrisa innumerable.