La influencia china
Sudán es el segundo proveedor africano de petróleo para China, detrás de Angola. Ése es el motivo por el cual el gigante asiático defiende en todos los foros internacionales a Sudán de las acusaciones de violaciones de los derechos humanos y de genocidio en la región de Darfur. Estados Unidos ha añadido a Sudán en su lista de "países peligrosos", por lo que las compañías petrolíferas americanas que explotaban el sur del país, donde ha aparecido oro negro en grandes cantidades, han sido expulsadas e inmediatamente reemplazadas por chinos y malasios: empresarios, obreros, empleados, pero también jefes de grupos mafiosos y bandas chinas que han invadido literalmente Sudán. Varias concesiones minerales, también las petrolíferas, han sido asignadas a hombres de Pekín.
La misión desarrollada antes de que terminara la guerra civil en Sudán por la delegación "UE / África, Caribe, Pacífico" me implicó en una situación extremadamente compleja desde el punto de vista religioso, social y económico. El resultado de la larga guerra civil es duro y todavía deja sentir sus consecuencias: guerrilla, violencia, vandalismo, por no hablar de la destrucción, de las enfermedades, de la pobreza extrema.
Había seis europarlamentarios entre los 32 observadores de la UE que estuvieron en Sudán el 9 de enero. Según las primeras consideraciones de la búlgara Mariya Nedelcheva (PPE), "la atmósfera es pacífica en gran parte del país". Pero Veronique De Keyser (S&D, Bélgica), que está al frente de la misión de la UE, nos recuerda que "el proceso todavía está en curso" y que la fase crítica será "el recuento, la publicación de los resultados y la evaluación de los recursos".
Es difícil que el referéndum acabe con la inestabilidad y la incertidumbre. El presidente Al Bashir, que en 2009 recibió una orden de arresto del Tribunal de La Haya por genocidio y otros crímenes, ha dicho que el Sur "no tiene la capacidad de mantener a sus ciudadanos ni de dar vida a un Estado o autoridad". Esta hostilidad por parte del criminal Al Bashir no promete nada bueno, del mismo modo que no son signos positivos los actos de violencia que han tenido lugar durante los días de la votación. Varias personas han perdido la vida en los enfrentamientos, provocados tanto por las milicias rebeldes del norte como por las del sur.
Si se ratificara la secesión, no habría que descartar la posibilidad de que estallara una nueva guerra civil, por las fronteras definidas en 1956 pero también por todas las cuestiones relacionadas con eventuales adaptaciones post-referéndum. Otra cuestión que no podemos infravalorar es la del petróleo. En este caso es prácticamente imposible que no se produzcan conflictos en algunas zonas ricas en petróleo, como la región de Abyei.
Resulta fácil, por tanto, comprender que el papel de China para evitar una nueva catástrofe es determinante. Pekín querrá mantener buenas relaciones con ambas partes, de modo que la diplomacia china se encuentra frente a un futuro de equilibrismos peligrosos. La ONU y la Unión Europea no se pueden permitir quedar fuera del juego, entre otras cosas porque esta última ha destinado hasta hoy casi 131 millones de euros a este país, de los cuales 17 llegaron hace pocos meses, precisamente para hacer frente a eventuales crisis originadas por la votación.
Todos sabemos que China no respeta los derechos humanos, el desastre humanitario no se evitará sólo impidiendo un nuevo conflicto sino si conseguimos imponer pesadas exigencias comerciales al Gobierno de Hu Jintao en defensa de la maltratada población sudanesa.