La independencia, por el alcalde de SanMonteMares

España · Angel Satué
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1 octubre 2012
Querido amigo: De un tiempo a esta parte llegan noticias muy preocupantes de La Vila Vella, que nos conciernen a todos en SanMonteMares. Dicen algunos viajeros que el pasado 11 de septiembre hubo una gran manifestación, precisamente en la fecha en que conmemoráis la toma de la villa por la dinastía que vino a SanMontemares hace ya casi 300 y abolió vuestras instituciones centenarias.

Como sabes, SanMonteMares es la unión de las Comarcas Paulinas o del Santo, donde dicen que recaló el apóstol San Pablo; de la Región de los Montaraces, gente brava y seca del Oeste; y, finalmente, de los territorios bañados por los lagos del Norte y los mares del Este y del Sur. La Vila Vella pertenece a estos últimos desde hace no menos que 500 años, aunque el Cronista de la Villa encontró un texto antiguo que ya nos trataba como una unidad, aunque eso sí, diversa y difícil de doblegar.

Pensé que todo esto era Historia. Que el futuro era común. Que compartíamos ahora un mismo deseo. Que estábamos bien tú y yo construyendo el mismo pueblo, tirando cada cual según sus fuerzas y sus inteligencias, sus caracteres e idiosincrasias esculpidas por el paisanaje y el paisaje, y que lo logrado hasta ahora era el resultado natural del poso de años y años de convivencia, de herencia, de sentimientos, de construcción, de creación, de encuentro y de amistad.

Dime algo, ¿en el ansia de la manifestación se respiraba sentimiento o razón? Necesito saberlo. Si era lo primero, poco se puede hacer pues lo natural es amar a la terreta, la tierra chica. Pero si es lo segundo, el asunto es grave. Tú, amigo, ¿dónde te sitúas? Dime, ¿se hablaba de cosas infinitas, de alegría para siempre, de colmar el espíritu, o al contrario, se respiraba revancha, deconstrucción (destrucción) y rabia? ¿Se reivindicaba desde el que siente incomprendido o se exigía desde el que se siente esclavo?

En el último Pleno, advertía a los vecinos que la ausencia de un compromiso con uno mismoy con el resto de la comunidad sólo podría acarrear la falta de proximidad con la realidad, y que los planteamientos maximalistas e infinitos no eran otra cosa que sustituir el hambre y sed de Dios del hombre, por otra cosa. Les animé a recuperar la visión trascenderte que sobre la Historia y la realidad tuvieron sus padres y abuelos. Absolutizar lo que no es lo absoluto empequeñece al hombre y lo arrincona en sus ruindades. Sólo lo Absoluto da la libertad al hombre para ser, en toda su plenitud, desde su propia comunidad.

Te pediré como amigo que vuelvas. El camino que emprendes no es verdadero. No colmará tu ansia de justicia, ni de paz. Te mereces algo más que cargar con la ambición desmedida de otros. Te mereces al menos que te lo diga, de hermano a hermano.

Si no creyera, si viviera aislado del mundo, solo, solitario, preso de la realidad y mis debilidades, diría: vete, amigo, vete y déjanos. Pero ese primer sentimiento no viene de un juicio que te constituya a ti en toda tu plenitud. No te respeta. No te trata dignamente. No es juicio que se corresponda a nuestra amistad, a nuestra vida pasada y a la proyección del futuro que tenemos hoy, en el presente. Por eso, no ya siquiera como alcalde de pueblo, sino de persona a persona, de frente, a las claras, puedo decirte que no te haría ningún bien si te dejo marchar sin más, porque el camino es duro y largo, porque se camina en compañía, porque estamos hechos para ir construyendo hacia arriba, para mirar desde arriba, para colmar el horizonte y contarlo al de al lado, como cuando subimos al Monte Cielo. La nuestra es una amistad que tiene solera y en el mundo global volverá a cumplirse. Hay muchos pueblos que mandan, y mandan mucho, e inician guerras y más guerras con apenas 200 años de Historia, pero nosotros…, nosotros tenemos 2.000 años que mostrar. Lo nuestro ya no es el poder, ni la gloria, ni la hegemonía de unos sobre otros. Tenemos todo esto de espaldas. Venimos de vuelta. Lo nuestro es ayudarnos a recorrer el camino, que al final es un camino personal.

Te pierdo, y al perderte como amigo, te perderás en la lucha, en el odio, en el hambre y en la guerra. Te perderás definitivamente para la verdadera patria.

Como alcalde de SanMonteMares y por tanto de La Vila Vella, por favor, siéntete extranjero aquí, conmigo, juntos, para siempre.

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