La ´incoherencia del destino´
Vuelven los viejos dioses. El siglo XXI se parece al tiempo antiguo: politeísmo y monoteísmo compiten para definir el destino del hombre. Ya lo había asegurado Ratzinger en su último libro (Fe, Verdad y Tolerancia), escrito antes de ser elegido Papa. Y al escuchar a Giorgio Buccellati -arqueólogo experto en Mesopotamia- y a Ignacio Carbajosa- profesor de la Universidad San Dámaso de Madrid- en el Meeting de Rimini es fácil comprender los paralelismos entre lo que sucedía en Oriente Próximo antes del comienzo de nuestra era y el momento actual.
Entonces como ahora la alternativa es confiar en la ´madre naturaleza´ o reconocer en la historia la intervención del Dios bíblico. Buccelllati al explicar la solución politeísta, típica de los no judíos, señala que en esta mentalidad ´hay una confianza en la coherencia del ser, en que todo funcione según unas leyes previstas´. Sin embargo en el monoteísmo todo depende ´de un Dios que es imprevisible, que es incoherente´.
Para detallar esa mentalidad monoteísta Carbajosa utiliza el Libro de la Sabiduría. El texto, redactado en el contexto de la provocación helenística, se encuentra ante unos retos muy similares a los actuales. El mundo griego ha perdido ya su tradicional tensión a la verdad y se ha entregado a un hedonismo y un cinismo desesperado por la falta de significado de la vida. Es el momento en el que Cleopatra y Antonio, amantes apasionantes, preparan con esmero su suicido. No se puede llegar a viejo.
Frente al carpe diem, el Libro de la Sabiduría, explica Carbajosa, anuncia que ´el destino ha ido al encuentro del hombre, ha dado respuesta al miedo a la muerte que sufren los paganos y revela el gran misterio: Dios ha creado al hombre para la inmortalidad´. El destino no es coherente con leyes prefijadas. Afortunadamente.