La Iglesia de Croacia en el punto de mira

Cultura · Juan Orellana
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5 noviembre 2014
En agosto el obispado de Dubrovnik prohibió el rodaje de una escena de Juego de Tronos en la que la actriz británica Lena Headey salía desnuda de la iglesia de San Nicolás y caminaba por la calle hasta el palacio de Sponza. Esta noticia, por otra parte nada extraordinaria, hizo volver la mirada a muchos curiosos hacia una comunidad católica casi desconocida por la mayoría, la de Croacia. Ahora aparece una nueva ocasión, con el estreno en España de Los niños del cura, de Vinko Bresan, que estuvo nominada a Mejor comedia de los Premios del Cine Europeo de 2013.

En agosto el obispado de Dubrovnik prohibió el rodaje de una escena de Juego de Tronos en la que la actriz británica Lena Headey salía desnuda de la iglesia de San Nicolás y caminaba por la calle hasta el palacio de Sponza. Esta noticia, por otra parte nada extraordinaria, hizo volver la mirada a muchos curiosos hacia una comunidad católica casi desconocida por la mayoría, la de Croacia. Ahora aparece una nueva ocasión, con el estreno en España de Los niños del cura, de Vinko Bresan, que estuvo nominada a Mejor comedia de los Premios del Cine Europeo de 2013.

Un cura de pueblo vive en una isla del Adriático, y ve con preocupación que ya nadie tiene hijos, a la vez que aumenta el número de ancianos que fallecen. Preocupado por el futuro de su comunidad decide, de acuerdo con el farmacéutico, poner a la venta preservativos pinchados, pensando que de esa manera se evita una ofensa a Dios, así como se propicia un crecimiento demográfico.

De Croacia nos llega esta inquietante comedia negra, Los niños del cura, que muestra una situación que hace pronosticar un futuro no muy halagüeño para el catolicismo croata. El 86% de la población se considera católica, y la película muestra un pueblo aparentemente muy identificado con su clero en lo formal, pero muy separado de la vida cristiana en el plano real. Que se haya podido hacer una comedia tan escatológica y disparatada como esta sugiere que en poco tiempo la sociedad croata va a experimentar una transformación “a la española”, ya que nosotros pasamos de ser una nación de fuerte identidad católica a una nación enormemente descreída y anticlerical, con fuertes pretensiones laicistas. De hecho, en la película, los curas hablan del peligro de quedarse sin fieles, a beneficio de musulmanes y ortodoxos, las otras religiones de la región.

Pero lo llamativo es que el argumento mismo, y la forma de tratar al protagonista, el párroco, e incluso al obispo, sugieren que esa autoridad, ese reconocimiento… son ya cosa del pasado. Muestran que aún hay simpatía y ternura en la mirada, pero que esta está atravesada de ironía, de incipiente cinismo y de inminente desafecto. De hecho, la forma en la que se trata la cuestión de la pederastia indica que hay un interés, al menos en la mentalidad que se va imponiendo en la sociedad croata, de ponerse a la cola de los que quieren pasar facturas a la Iglesia. El cinismo en la respuesta del obispo: “Si hay pederastia tendré que buscarte otro destino”, supone un juicio muy duro hacia la Iglesia y los obispos en la crisis de la pedofilia. Pero, sin embargo, la comprensión tolerante que muestra el prelado ante la posibilidad de que su sacerdote se acueste con mujeres sugiere al espectador la machacona tesis de que la Iglesia tiene que modernizarse en cuestiones como el celibato y la moral sexual si no quiere desaparecer. Al final, todo acaba en tragedia, el cura reconoce que pinchar los preservativos es un método erróneo, y que hay que dejar a la gente en paz. Incluso casi se puede decir que pierde la fe.

Esta película delirante es una metáfora dirigida al público croata en primer lugar, pero que como vemos también llega a países como el nuestro. Una metáfora que viene a decir que se acabó el tiempo hegemónico del catolicismo, que la vida del pueblo ya discurre de espaldas a la Iglesia, que la Iglesia está llamada a languidecer tras un polvoriento telón. Esperamos que la Iglesia croata sepa leer con inteligencia y anticipación los signos de los tiempos, y no acabe yendo a rebufo de lo que se le viene encima.

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