La Iglesia a prueba

El Partido Republicano, por su parte, ha tomado buena nota de la posibilidad de mejorar los resultados de las pasadas elecciones entre sus electores hispanos, que han sido sin duda deprimentes. Precisamente en estos días se ha sabido que un grupo de influyentes senadores, republicanos y demócratas, han llegado a un acuerdo sobre un programa común para afrontar de forma global el problema de la inmigración.

Según un documento publicado en internet, el acuerdo supondría la creación de un procedimiento que permitiría obtener la ciudadanía a casi 11 millones de inmigrantes clandestinos en Estados Unidos, con la premisa de una mayor severidad en la aplicación de las normas establecidas. Se tomarían medidas especiales para los jóvenes que llegaron al país de forma ilegal pero siendo niños, y para los trabajadores agrícolas. El plan incluiría también una revisión del sistema de inmigración legal, con el objetivo de atraer a profesionales especializados.

No es casual que el presidente Obama haya viajado a Las Vegas, en Nevada, para explicar su proyecto de reforma de la legislación sobre inmigración a los líderes de las comunidades hispanas. En el escenario futuro del Partido Republicano se discute mucho últimamente sobre la aprobación de una nueva legislación que puedan aceptar ambos partidos y que sería de gran ayuda para que los republicanos pudieran alcanzar un nivel político que les permita competir de forma creíble con los demócratas.

Los electores hispanos apoyan al Partido Demócrata porque piensan que estos son más conscientes de sus necesidades y están más comprometidos en ayudar a sus familias para superar la pobreza. Por el contrario, consideran que los republicanos esperan que sea el libre mercado quien cree las oportunidades necesarias para que puedan salir de la pobreza.

Ciertamente, no ha sido de gran ayuda el hecho de que los republicanos, desde Nixon, empezaran a presentarse como un grupo que parecía querer excluir a los hispanos pobres, haciendo excepciones con los inmigrantes ilegales que estuvieran dispuestos a trabajar a cambio de salarios inciertos y lo más bajos posible.

Las últimas elecciones han demostrado cuánto ha cambiado la composición de la sociedad norteamericana y, al mismo tiempo, las dificultades de los republicanos para entender hasta el fondo la nueva situación. Aceptar una propuesta bipartidista para resolver el problema de la inmigración ayudará, por tanto, al Partido Republicano a cambiar su imagen.

Tanto los republicanos como los demócratas saben que los hispanos, en muchas de las cuestiones que se están debatiendo en este momento, tienen una actitud sustancialmente conservadora. ¿Pero durante cuánto tiempo será así, hasta que empiecen a ser absorbidos por la vida americana?

La respuesta está en la Iglesia católica, que tiene ahora una nueva posibilidad de demostrar que la evangelización en los Estados Unidos no es lo mismo que la asimilación.