La falacia sanchista del “Nadie se queda atrás”

España · Juan A. Pérez Morala
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25 diciembre 2023
Aparte de “quedarnos atrás” por el daño político infligido en el alma de los españoles, nos estamos quedando “muy atrás” en lo económico.

Sin ser analistas especializados, la involución política española nos deja perplejos. Por más que uno esté fortalecido y vacunado con un suero trivalente, el de la confianza en los contrapesos del Estado de Derecho, el principio de igualdad y el de la seguridad jurídica, estamos muy tocados. Porque están libres, sueltos por la atmósfera política creada por el Gobierno, tres virus de alta peligrosidad que es urgente combatir, tres patógenos que contribuyen a la deconstrucción del Estado. El primero son los actos del propio Gobierno, interpretando regresivamente preceptos y principios constitucionales; erigiéndose en un nuevo, falso e ilegítimo poder constituyente, que extrae de la Constitución lo que le conviene, lo trastoca, lo injerta en la Exposición de Motivos de las Leyes y fuerza su articulado, convencido por razones espurias de que, en su momento, el Tribunal de Garantías lo validará. La Ley de amnistía es por ahora el referente mayor del daño de ese primer virus, un fraude de ley al más alto nivel de la pirámide normativa de Kelsen, un golpe paulatino contra nuestra Constitución, “sin pausa y con prisa”, como versión perversa del lema del gran estadista Willy Brandt, “sin pausa, pero sin prisa”.

En resumen, el primero y más destructivo virus se condensa en la política del Gobierno, que es el mayor culpable de esa atmósfera vírica, al impulsar por mera, egoísta y ciega conveniencia, los actos “contra legem” de las instituciones separatistas, tanto vascas como catalanas. Y son justamente los actos institucionales que dimanan de esas dos comunidades autónomas independentistas, los que propician la segunda y tercera variedad de los tres virus que se deben erradicar. La enfermedad a contraer con cualquiera de los tres es extremadamente grave, porque afecta a los cimientos de nuestro Estado de Derecho. Con su afección, el español de bien, sí, el español que votó la Constitución y acata las Leyes “se queda atrás”, pero muy atrás. Las virtudes de su Estado de Derecho se van disolviendo, se le va despojando de él, se le “venezueliza”, emergiendo la mentira endémica e insoportable de las promesas de Sánchez, de su psoe sanchista, con su machacona cantinela del : “…nadie se queda atrás”.

Pero aparte de “quedarnos atrás” por el daño político infligido en el alma de los españoles, que nos duele en la fibra patriótica y llega hasta el sufrimiento intelectual, nos estamos quedando “muy atrás” en lo económico. Porque estamos asistiendo pasmados al empobrecimiento de los ciudadanos, de la clase media; y sobre todo a la depauperación extrema de los más pobres, que cada día hay más. Y en ese drama presente y cierto, choca bruscamente que un gobierno “social-comunista” se apunte fervorosamente a las prebendas de la Unión Europea, (U.E), jadeando por situar a los más incondicionales sanchistas en las instituciones que más retribución dispensa a sus directivos. Se fulmina con ello el Principio de Igualdad y se hace insufrible moralmente; inadmisible para la razón en clave de justicia, solidaridad, cohesión, sostenibilidad y credibilidad del sistema económico inmerso en la política-social de la U.E.

El caso más paradigmático reside en nuestra Vicepresidenta Primera y Ministra de Economía del Gobierno, precisamente por formar gobierno en un híbrido próximo al comunismo. A la U.E le ha debido de sentar bien que nuestra economía involucione a las claras en sus parámetros más elocuentes, y va a ser nombrada Presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Su sueldo será de mareo para el trabajador medio español, 385.000 € anuales, más dietas y demás beneficios inherentes al cargo. Pero lo suyo no es un caso aislado, El Vicepresidente de esta institución percibe unos 367.200 € al año. Y hay otros sueldos que no le van a la zaga, como el de la Presidenta del Banco Central Europeo (BCE), que libró en 2022 un sueldo de 427.560 €; o el de su Vicepresidente, con 366.504 €. Siguiendo con estos sueldos elitistas de la U.E, el Presidente de la Comisión cobra anualmente 307.000 €; y la Presidenta de la Comisión 320.000 €. Ellos sí que “no se quedan atrás”.

Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio bruto en España fue de 25.500 € anuales. De modo que nuestra ministra de economía “socialcomunista”, ganará 15 veces más que el trabajador español medio. Es decir, cuando este trabajador compre una botella de aceite de oliva virgen, que le representa un sacrificio de 15 €, a la próxima presidenta del BEI le supondrá un esfuerzo de 1 €. Y si pensamos en los que no tienen la suerte del trabajador medio, inmersos en el pozo de la pobreza estructural, podemos llegar a la lágrima. En esta deprimente dinámica, siguen resonando insoportables las melifluas y falsas palabras de Sánchez: “…Nadie se quedará atrás”.
Ello es un escándalo que, desde su sacrificado silencio seguro recriminan también millones de ciudadanos europeos, asombrados, resignados e impotentes, ante la desigualdad que se irradia desde el corazón de la U.E, incapaces de poder cambiar el ejemplo nefasto y destructivo producido sobre los menos privilegiados económicamente, desamparados ante las condiciones de pretendida legalidad y los blindajes retributivos, impuestos por las propias instituciones de la U.E. A estas alturas de la estrechez económica que nos asola, con sueldos precarios y un aumento del coste de la vida estratosférico, comenzando por los alimentos, que no permite llegar fácilmente a fin de mes a muchos ciudadanos, y con unos índices de paro y pobreza de destacado ranking dentro de la U.E, los sueldos extravagantes de los directivos de la U.E, nos decapita como pretendidos ciudadanos y nos hace más bien súbditos sumisos, sin que este Gobierno nuestro de izquierda-ultraizquierda emita la más tímida reserva y haga una propuesta honrada y razonable para moderar tales retribuciones. Todo lo cual, una vez más, transforma la mentira sanchista de su lema “con nosotros nadie se queda atrás”, en la inconfesable verdad “con nosotros os quedáis atrás”.

Los europeos, los españoles pertenecientes a la clase media más crítica, esa que cada día resulta más exprimida fiscalmente, herida grave e irrecuperablemente en su poder adquisitivo, que cada día madrugan para trabajar hasta las tantas de la tarde o la noche, con sueldos exiguos; los que están sumidos en un paro estructural cobrando una insuficiente subvención; los que ya no lo cobran porque lo han agotado; los que han pasado de sus cincuenta años envueltos en la nube de la desesperanza para encontrar un nuevo trabajo; la ingente cantidad de jóvenes, sobre todo en España, que no encuentran trabajo después de realizar sus estudios; los más vulnerables de todos, aquellos que cobrando o no una pensión no contributiva malviven, con techo o sin techo, sin ninguna esperanza de mejora; y por último los inmigrantes, particularmente subsaharianos que entran ilegalmente a cientos por las costas españolas, atraídos por la creencia de que en la U.E, en España, pasean a los perros con ristras de longaniza, dicen ¡basta ya, no nos mintáis! Porque vuestra falacia sanchista más sarcástica y ofensiva, urdida con la publicidad más avanzada de Goebbels, es precisamente la de que “nadie se queda atrás”.

Ahora, en estas fiestas navideñas, las de “Feliz Navidad”, no las de “feliz entrada del invierno” de buena parte de la U.E desinteresada de sus raíces cristianas, el turrón será mucho más blando y mejor para las Nadias, Úrsulas, Christines y Charles; y mucho más duro y peor para los españoles de a pie.


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Foto cortesía de Isabella García-Ramos

Foto cortesía de Isabella García-Ramos


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