La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de EE.UU y su visión de Europa

Mundo · Ángel Satué
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27 diciembre 2017
Hace pocos días tanto España como EE.UU. aprobaron sendos documentos que son piedra angular de sus respectivas seguridades nacionales. En un mundo globalizado, España, como país de la Unión Europea, debe interesar por la visión del mundo del gran hegemón. En particular, la visión e imagen que desde el nuevo Washington de Trump se tiene de Europa. En esta columna de opinión esbozaré algunas de las líneas más importantes de la Estrategia Nacional de Seguridad norteamericana, y su impacto en lo que respecta a Europa.

Hace pocos días tanto España como EE.UU. aprobaron sendos documentos que son piedra angular de sus respectivas seguridades nacionales. En un mundo globalizado, España, como país de la Unión Europea, debe interesar por la visión del mundo del gran hegemón. En particular, la visión e imagen que desde el nuevo Washington de Trump se tiene de Europa. En esta columna de opinión esbozaré algunas de las líneas más importantes de la Estrategia Nacional de Seguridad norteamericana, y su impacto en lo que respecta a Europa.

¿Por qué hay que estudiar la ESN de EE.UU.?

Es importante por la infinidad de lazos que unen ambas orillas del Atlántico (12% de población mundial, más del 50% del PIB mundial y el 33% de los intercambios comerciales). También porque la mirada y el interés de los EE.UU. está puesto ya en Asia-Pacífico, y menos en Europa.

No olvidemos que desde Filipinas, pasando por las Marianas, la Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam… EE.UU. no ha dejado de estar presente en el Pacífico. El propio Joe Biden, vicepresidente de EE.UU., le dijo en 2009 al primer ministro chino Wen Jiabao, que ´China es un asunto doméstico de los EE.UU´. Y vaya si lo es, dado que China es el mayor acreedor de la Reserva Federal.

¿Para qué?

El drama para los europeos es que aún no sabemos muy bien qué papel jugar en un mundo atestado de problemas e interrelaciones globales (epidemias, migraciones, protección de infraestructuras, hambrunas, terrorismo, internet, recursos naturales, espacio, etc.). Somos el aliado preferido de EE.UU., pero estamos cayendo en la cuenta de que no somos el único. ¿Es Tokyo más aliado que Alemania? Si lanzan desde Corea del Norte un misil a Seúl, ¿responderá Washington como si Corea fuera de la OTAN? ¿O respondería incluso más contundentemente ante un ataque de Corea del Norte a Corea del Sur, Filipinas o Japón que a un ataque a Letonia o Helsinki?

A veces nuestro amigo americano olvida, y nosotros le ayudamos a esto, que somos indispensables para el manejo de los asuntos globales. Es necesario caer en la cuenta de esto en Europa.

¿De qué trata?

El documento de la ESN es un alegato trumpiano y, por tanto, puede ser catalogado de nacionalista. Busca el interés nacional de los EE.UU., sin vacilaciones. El enfoque y los términos utilizados en él, puestos en Alemania, serían motivo de dimisión –en 2010 tuvo que dimitir el presidente de Alemania por sugerir que para defender los intereses alemanes habría que desplegar tropas en el extranjero–.

El nacionalismo norteamericano es a Trump lo que Trump a este nacionalismo, que no es como el nacionalismo europeo. Es más bien un fuerte patriotismo, un poderoso sentimiento nacional que, a diferencia del nacionalismo europeo, que le hace ir a la conquista del mundo, paradójicamente, tiende a ser aislacionista y preservacionista de su modelo y valores de vida… hasta que gana peso en los poderes del “establishment”, la otra facción, la intervencionista. En estos momentos, si uno escribe Trump y “mercantilismo”, la teoría económica proteccionista, salen nada más y nada menos que 90.000 resultados.

La ESN pretende dirigir las políticas de seguridad nacional de EE.UU. En mi opinión, busca dar el golpe de timón para el repliegue del hegemón, identificando las áreas en las que, sin embargo, podrá intervenir legítimamente bajo el paraguas de “América Primero” (America First). Básicamente, en todo lo que EE.UU. interprete que pueda afectar al “statu quo” internacional, y sobre todo, con la mirada en los afanes de Rusia y de China de alterarlos por la vía de los hechos físicos (invasión rusa de Crimea y de Ucrania; actos de soberanía chinos en el Mar de la China), o por la vía de ciber-hechos (ciberataques) en la nueva ciber-civilización (civilización ciber de la nueva sociedad global).

Todos sabemos que el americano es una raza de hombre que cree que todos los hombres del planeta están deseando ser americanos, como si no se pudiera ser otra cosa mejor. Es un planteamiento desideologizado y, por tanto, no es una ideología. Es un estilo de vida. El American way of living. Trump es la encarnación del espíritu norteamericano. Mejor dicho, es el que mejor lo sabe interpretar. Conoce su mercado. Estas ideas las extraigo de un antiguo corresponsal en Washington de la revista alemana Die Welt, Hans Wilhelm Vahlefeld. Para este corresponsal, “Washington tendría que estar en Kansas”. Entonces los europeos sabríamos exactamente lo que opinan de nosotros los EE.UU., que desde luego no son NY –mundo financiero e industrial– , ni Washington –mundo de la política del Capitolio–, ni tan siquiera San Francisco –mundo de Sillicon Valley y Hollywood–.

La Estrategia, que prepara el Ejecutivo obedeciendo un mandato del Congreso, identifica 4 áreas de interés nacional: la protección nacional interior, los avances en prosperidad económica, la preservación de la paz a través de la fortaleza de los EE.UU., y el incremento de la influencia de EE.UU. en el mundo. Pero, sobre todo, sitúa a la economía, en particular la seguridad económica, como parte integral de la seguridad nacional (“Economic Security is National Security”). La tónica es la de un neo-proteccionismo en línea con el “American First”, planteando una visión absolutamente competitiva y realista de las relaciones internacionales (se califica a China como competidor estratégico), y consistente con la retirada de EE.UU. del Tratado Transpacífico (TPP) y la renegociación del Acuerdo de Libre Comercio con México y Canadá. Resuena un cierto proteccionismo a la francesa, sin un Estado burocrático, sin ideología de fondo, puros hechos.

¿Qué dice de Europa?

Sobre Europa, en el capítulo dedicado a las regiones del mundo, lo primero que llama la atención es que no se mencione la Unión Europea salvo una vez. El resto de las referencias son a Europa, socios y aliados. En segundo lugar llama poderosamente la atención que a EE.UU., pese a la alusión a valores más abstractos como el estado de derecho, la libertad individual y democracia, lo que le interesa es una Europa fuerte y libre (“strong an free Europe”) y lo asocia a los dos grandes riesgos que están presentes en todo el documento: Rusia y China. Binomio de países que se nombran conjuntamente a lo largo de todo el documento varias veces, si bien nombrados por Trump una sola vez en su discurso de presentación de la ESN, para calificarlos de poderes rivales. ¿Les ha equiparado a Estados Unidos?

La Estrategia, en lo que se refiere a Europa, se sirve de seis párrafos. El primero califica a Europa como el “socio comercial más significativo”, pero no menciona directamente la especial relación tradicional (“special relationship”), el vínculo transatlántico, sino veladamente diciendo que el origen de nuestra prosperidad está en la intervención militar norteamericana en la Segunda Guerra Mundial –si bien fue el Ejército rojo el que al final derrotó a Hitler, con el permiso de Hollywood–. Los párrafos segundo y tercero, sorprendentemente, hablan de Rusia y de China. Por su orden, el primero habla de Rusia como amenaza a las instituciones europeas (¿las comunitarias, las nacionales?). El segundo, de China, como riesgo para el comercio justo y libre y de que acceda a conocimientos de alto valor añadido.

Las prioridades de acción se resumen en tres. De tipo político: profundizar en la colaboración con los aliados y socios europeos para contrarrestar a Rusia (“estado revisionista”), así como en los foros internacionales –parece increíble después de la decisión unilateral de ejecutar el acuerdo del Congreso de EE.UU. de que Jerusalén sea la capital de Israel, o de retirarse del Tratado del Cambio Climático–; de tipo económico: se menciona una sola vez a la Unión Europea, para decir que EE.UU. trabajará con ella en favor de un comercio con prácticas justas y recíprocas –no dice comercio libre–, sin barreras al crecimiento –pero no dice barreras comerciales– y condicionando toda inversión europea en EE.UU. a la creación de puestos de trabajo en EE.UU. Además, dice que trabajarán con los europeos para contrarrestar la influencia comercial e inversora china en la región; finalmente, desde el lado de la seguridad y la defensa: vuelven a relanzar el mensaje de que los europeos deben aportar más al presupuesto de la Alianza Atlántica (el 2% de su PIB para 2024, dedicando el 20% a la adquisición de capacidades); relanzan su compromiso con la defensa y disuasión en el flanco este de la OTAN –países bálticos–, y ante los ciberataques, así como en mejorar capacidades contra misiles balísticos y de crucero, fundamentalmente desde Irán –Corea del Norte es el otro país, literalmente, mencionado como “estado gamberro”–.

En conclusión, los EE.UU. necesitan una Europa unida, capaz de abordar por sí sola su propia defensa y seguridad (Rusia), sus retos (inmigración y refugiados) y sus problemas (terrorismo). La necesitan para, por un lado, concentrarse en contrarrestar a China en su salida hacia el siglo XXI y, por otro lado, a Rusia, como el imperio continental que quiere seguir siendo –teoría del Heartland, de Mackinder: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo´–.

Son conscientes de que Europa puede ser un nuevo rival, pero lo perciben sin brío y controlable. Para ellos puede tener cualquier forma jurídica. Asumen que les hará sombra en algunos aspectos (sectores económicos). Lo relevante para nosotros, europeos, es que no son capaces de decantarse por apoyar un modelo u otro de integración europea –Confederación, Unión Económica, Federación…–, y tampoco sus estructuras de poder se ponen de acuerdo en qué versión del Viejo Mundo quieren. Mejor para nosotros. Alemania sin duda va a sufrir con la pugna abierta entre EE.UU. y Rusia, y esto no va a beneficiar la unidad del proyecto europeo. Europa, en este caso la Unión Europea, tiene la oportunidad de escalar su modelo a escala global, hacia un mundo con otra gobernanza fuera del alcance de los estados nación. Es un juego arriesgado, pero el único papel que jugar para nuestra supervivencia y autonomía estratégica, pues en el Pacífico, como dijo el corresponsal arriba mencionado, “están en el ascenso de su cima histórica”. Y EE.UU. lo sabe. Europa está llamada a ser algo más que una comparsa americana frente a China o Rusia.

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