La democracia no necesita un salvador

España · Carmen Martínez
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30 abril 2024
En una democracia un presidente del Gobierno no puede decir cómo se ejerce la libertad de expresión. En una democracia liberal la libertad de expresión y de prensa son derechos fundamentales que sólo están limitados por otros derechos fundamentales.

¿Qué sentido tenía ir a ver al Rey si no iba a dimitir, si no iba a convocar elecciones? Ha instrumentalizado al Rey, a la propia presidencia del Gobierno y ha instrumentalizado su propio matrimonio. Esto no iba de un hombre enamorado y dolido por los ataques que sufre su mujer. Esto no iba de un hombre que no soporta la presión. Esto no va de motivos personales. Esto va del enésimo truco de un político sin respeto por las instituciones. Sánchez quiere hacernos creer que la democracia está en peligro, que el pueblo le ha pedido que la salve, que ha sido ungido para sacar adelante una regeneración democrática en la que no cabe la mitad de los españoles, Sánchez quiere hacernos creer incluso que hay una derecha que quiere a las mujeres en casa y con la pata quebrada.

Sánchez ha apuntado a los medios de comunicación y a la justicia. Sánchez acusa a según que medios. Si el presidente del Gobierno está convencido de que algún medio de comunicación o algún periodista ha difamado se tiene que bajar del atril de Moncloa, irse a un juzgado y presentar una denuncia. Porque en una democracia un presidente del Gobierno no puede decir cómo se ejerce la libertad de expresión. Hay que recordar algo elemental: en una democracia liberal la libertad de expresión y de prensa son derechos fundamentales que sólo están limitados por otros derechos fundamentales. Los límites entre los derechos fundamentales los establecen los tribunales. Quien gobierna no puede pretender que el resto de poderes del Estado y de fuerzas sociales se autolimiten, sean empáticos o sean cordiales. La autolimitación, la empatía y la cordialidad son deseables pero no exigibles.
La democracia española no necesita que nadie la salve. La mantienen los ciudadanos con sus votos, expresando lo que piensan y lo que sienten, los jueces, los periodistas, los fontaneros… La democracia no la salva ni un presidente del Gobierno ni las manifestaciones en las calles sean esas manifestaciones de un millón, de dos millones o tan escasitas como las que hemos visto este fin de semana en Ferraz.

España vive una situación de intensa polarización política desde hace casi veinte años. El tono y las actitudes de unos y otros están lejos de ser ejemplares y convenientes para la vida pública. Pero de ahí a sostener que la oposición, cierto sector de la judicatura y una parte de los medios de comunicación ponen en peligro la democracia hay un abismo. La democracia no ha estado ni está en riesgo ni cuando gobierna la izquierda ni cuando gobierna la derecha.

El PP no debe caer en la provocación. Sánchez busca alimentar la dialéctica de la acción-reacción. El PP debe evitar caer en este juego.


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